HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Vida más allá de la muerte
y psicodelia progresiva continuamente emergente en un círculo de eterno
retorno: estas dos cosas simboliza el fantástico disco nuevo de GONG “Rejoice! I’m
Dead!”, el primero publicado tras el triste fallecimiento de Daevid Allen. El quinteto actual de GONG está conformado por Kavus Torabi
[guitarras y voz], Fabio Golfetti [guitarra, guitarra gliss y voz], Dave Sturt [bajos, bajo acústico, teclados, percusión y voz], Ian East
[saxofones soprano, tenor y barítono, flauta, flautín swanee y percusión] y
Cheb Nettles [batería, percusión y
voz]. Como muchos sabemos, Torabi también opera en GUAPO, KNIFEWORLD y otros grupos,
Golfetti hace lo propio en la veterana banda prog-psicodélica brasileña VIOLETA
DE OUTONO, y Sturt es bajista de JADE WARRIOR y muchas veces aparece en la
banda de apoyo de Steve Hillage. El quinteto se amplía virtualmente a sexteto
cuando entra a tallar el canto de Daevid Allen en dos canciones pues se pone su
nombre dentro de la alineación oficial de la banda y no como participante
ocasional: ya hablaremos sobre los detalles de estas dos canciones más adelante.
Allen fue, de hecho, el autor de las letras de un puñado de canciones de este
nuevo repertorio, aunque Torabi es el letrista principal; Sturt hace la letra
de la cuarta canción del disco.
Hay dos invitados de lujo cuyos nombres merecen ser escritos con letras de oro
con bordes plateados: el maestro guitarrista Steve Hillage brinda un solo de
guitarra en la segunda pieza del álbum, mientras que el genial vientista Didier
Malherbe añade fraseos de duduk a los temas #4 y #8 (hoy por hoy se trata de su
instrumento de casi exclusivo interés). También aparece en algún momento el
pianista Chris Ellis. Tal como señala Dave Sturt en los créditos del disco,
éste estuvo “inspired by the
light, love and passing of our dear friend and inspiration, Daevid Allen”,
con lo cual tenemos bien en claro que el mensaje oficial integral de la música
vertida en “Rejoice! I’m Dead!” es la de seguir ahondando en la inspiración y
huellas temáticas de la visión musical de Daevid Allen a pesar de que él no
esté ya en este mundo para seguir tocando y componiendo nueva música.
El repertorio del disco
está dividido en cuatro lados, como si de un doble vinilo se tratase, y de
hecho, el disco ha salido en formato de doble vinilo además del formato
digital, a través del sello Snapper Music. El lado 1 está conformado por ‘The
Thing That Should Be’, ‘Rejoice!’ y ‘Kapital’. El primero de estos temas
comienza con un vigor bien decidido explayado sobre un medio tiempo cuyo swing
nos remite a fines de los 60s, ese groove inocente de tenor beat que arropa un
despliegue sonoro arrollador y que hoy conceptualizamos como punto de inicio
del paradigma psicodélico. La garra de las guitarras y los colores exóticos de
los múltiples saxofones son significativos para la preservación del patente
gancho de la pieza: un híbrido del GONG del “Camembert Electrique” y la
psicodelia contemporánea a lo VIOLETA DE OUTONO, he aquí la descripción idónea
para est canción. Las cosas se ponen más complejas con la siguiente canción, la
cual ocupa un espacio de 10 ¼ minutos. Su letra explícitamente celebra la idea de que la
muerte es un elemento omnipresente e incluso definidor de nuestra existencia
terrenal: “Sometimes I can hold it in my
hands, / And nearly have a word for it, / But then it slips away, / and son
we’re gonna say… / Rejoice, I’m dead / At last I’m free”. La
inicial sección cantada es manejada sobre una cadencia jazz-rockera y un tempo
inusual, haciendo que los instrumentos se conecten entre sí en un clima de
ánimo jovial. Incluso notamos algún agradable tufo Crimsoniano en una breve
armonización e guitarras duales. El jam instrumental que viene después,
sostenido sobre un consistente compás en 5/4, se toma su buen tiempo para
asentar su discurso, el cual concierta una ágil combinación de musculatura y
misticismo. Los solos de guitarra – el más largo, a cargo del maestro Hillage –
operan como figuras líderes que canalizan la vitalidad contundente del ensamble
íntegro. Con el regreso del estribillo repetido hasta el fade-out volvemos a la
jovialidad inicial. ‘Kapital’ completa este primer cuarto del disco con una ambientación
amenazante traducida a un formato surrealista: canción prima hermana de
‘Occupy’ del disco anterior “I See You”, su empuje porta un brío llamativo a
través del carácter obviamente sombrío de su motif.
‘Model Village’ abre el
segundo cuarto del disco y lo hace estableciendo un abierto contraste frente a
la pieza precedente: es etérea, relajada, bien apoyada en un esquema de trabajo
fusionesco en su faceta más cándida. El saxo soprano y el duduk (este último, a
cargo de Malherbe) se erigen en protagonistas del entramado instrumental
mientras algunos momentos calculados de intensificación percusiva aportan vibraciones
flamantes para acentuar la calidez reinante. La dupla de ‘Beatrix’ y ‘Visions’
sirve para que el grupo explore concienzuda y meticulosamente la faceta más
abstracta y volátil de su ideario histórico. ‘Beatrix’ tiene la estructura
básica de una improvisación de jazz crepuscular sobre un tema básico muy
sencillo mientras se recita algo encima, algo muy beat; ‘Visions’, por otro
lado, se explaya en ambientes flotantes minimalistas en un mágico trípode de
gliss guitar, hi bass Ebow y saxo soprano, desplegando una ingravidez onírica
no exenta de algún matiz de inquietud muy pero que muy sobrio. En momentos así
uno se da cuenta de que esta nueva generación de GONG conoce íntimamente todas
las variantes sónicas que conforman su legado histórico, y en tanto tal, es
capaz de darle nuevos bríos de una manera creativa y genuina. El lado 3 está
ocupado solamente por ‘The Unspeakable Stands Revealed’, tema que dura poco menos
de 12 minutos. Bien puede designarse a esta monumental pieza como el cénit
decisivo del repertorio de “Rejoice! I’m Dead!”. Combinando la sofisticación
jazz-progresiva de “You” y la ceremoniosidad de los momentos más épicos del “Angel’s
Egg” a través de la canalización de la fuerza de carácter esencial del disco
anterior “I See You”, el quinteto se luce como quiere a través de los bien definidos
núcleos temáticos. East, quien hace un doblete de saxo soprano y
tenor, alterna momentos de amoldamiento con los riffs y progresiones armónicas
de la guitarra con otros en los que se suelta mayestáticamente en una suerte de
duelo con fraseos coloridos de guitarra, todo ello mientras la dupla rítmica
gesta su propia vitalidad dentro de la celebración general.
‘Through Restless Seas I Come’
mantiene el momentum de complejidad musical que se ha instaurado con total
firmeza por vía de ‘The Unspeakable Stands Revealed’
pasándose a la dimensión etérea del paradigma Gongiano. Asentado sobre un
predominante tempo de 7/8, la canción comienza con una arrolladora
espiritualidad flotante cuyo dinamismo combina grácilmente lo ensoñador y lo
denso. Mención aparte merece la letra, de
autoría exclusiva de Torabi, donde la celebración de la muerte como tránsito
adquiere tintes realmente vitalistas en estas líneas: “Ghosts of perished sailors all cry / ‘You’ll never sail, you’ll
die.’ / But I’ll do both, with this
shinking ship and me, / we’ll chart a path into oceans of history. / Again. /
Cast this wreck adrift!”. Volviendo a la
mística de ‘Rejoice!’, más adelante se clama lo siguiente: “All are we, lost at sea. / Bring this sailor home. / Journey’s end,
welcome friend, / now your crossing’s done.” ¡Impecable poesía para una fatalista
jovialidad! Durando poco más de 9 ½ minutos, ‘Insert Yr Own
Prophecy’ cierra el álbum a punta de fabulosa prestancia. La primera sección ostenta
una extroversión lúdicamente traviesa, incluso inocente, hasta aterrizar a
mitad del camino sobre un campo de nubes donde la luz del sol crea círculos en
torno a los contempladores y los caminantes. La pregunta queda en
el aire: “When we walk into the light, /
or underground, all out of sight. / Are we removed? Do we rebuild? / Restore ourselves again.” La extroversión inicial
se remodela en clave de blues-rock con actitud pesada – las dos guitarras arman
una muralla inexpugnable – sabiamente sazonada por las florituras del saxo de
East. Una vez más nos acordamos de las facetas más fastuosas del “Angel’s Egg”
mientras el grupo asienta el fin de la canción y del álbum.
En fin, toda esta gozada de “Rejoice! I’m Dead!” nos ha dejado abrumados de felicidad y exaltación. Si
los ciclos individuales de vida y muerte no son sino expresiones efímeras del
vitalismo perenne del orden del universo, vitalismo cuyas pulsaciones y
proyecciones portan una fortaleza infinitamente mayor a la de la vida como mero
contrario de la muerte, entonces la música, la poética y la mística de GONG han
logrado articular un legado musical que bien puede ser interpretado como el
himno oficial del susodicho vitalismo cósmico. Y por lo que descubrimos y apreciamos
en este disco que tenemos en nuestras manos, el ideario artístico de la
comunidad Gongiana sigue vigente en lo más esencial mientras crea empujes nuevos:
este ingenio flamante es mérito exclusivo de los Sres. Torabi, Sturt, East,
Golfetti y Nettles. ¡El gozo y el regocijo son la orden del día con GONG!
Muestra
de “Rejoice! I’m Dead!”.-
The
Unspeakable Stands Revealed [en vivo en el Kozfest 2016, 16 de setiembre]: https://www.youtube.com/watch?v=rtUnx0ryNcg
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