Wednesday, March 13, 2019

Un nuevo crisol musical diseñado por los MOTORPSYCHO



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.



Siempre se mantiene activa Escandinavia dentro del universo progresivo con la continua oferta de propuestas y novedades musicales, y en este primer tercio del año 2019, los noruegos de MOTORPSYCHO no podían ser la excepción. En efecto, este trío campeón de la psicodelia progresiva de los últimos decenios acaba de publicar su nuevo disco “The Crucible”, más exactamente, en el pasado 15 de febrero: el sello alemán Stickman Records se encargó de la publicación de este ítem, tanto en formato de CD como de vinilo, algo que también se replicó en el propio país nativo del grupo con respecto al sello Grammofon Records. Este colectivo compuesto por Bent Sæther [bajo, pedales bajos, guitarra, mellotrón y voz], Tomas Järmyr [batería, percusión, mellotrón y voz] y Hans Magnus Ryan [guitarras, piano y voz] nos vuelve a brindar un trabajo de refinada y rotunda facture, esta vez explorando terrenos sonoros más robustos que los expuestos en sus dos últimos trabajos (también brillantes). El grupo contó con las colaboraciones especiales del vientista Lars Horntveth y de la vocalista Susanna Wallumrød en el segundo de los tres temas que conforman este disco. El repertorio de “The Crucible” pasó por una minuciosa serie de sesiones de grabación a lo largo del año 2018 en los estudios Kommun’, Monnow Valley Studios, Pooka Studio y Audio Virus Lab, pasando finalmente al periodo de mezcla en los muy solicitados estudios británicos Punkerpad UK. Veamos ahora sus detalles, ¿vale?




Durando poco menos de 8 ¾ minutos, ‘Psychotzar’, una pieza que en la mayor parte de su desarrollo temático establece una mezcla de psicodelia progresiva y stoner, todo ello a través de un enfoque temático con mucho gancho. Los principales referentes para este esquema de trabajo son los legados de BLACK SABBATH (71-74) y LED ZEPPELIN (72-74). En el último cuarto de la canción, el grupo pasa a una dinámica más grisácea y retraída, coqueteando abiertamente con los modelos de ANEKDOTEN y WHITE WILLOW (los primeros discos), combinando el nervio arquitectónico de los primeros y la magia evocadora de los segundos. Luego sigue la monumental pieza ‘Lux Aeterna’, la misma que dura casi 11 minutos. En una primera instancia, hay una exploración sesuda en las áreas de las primeras generaciones del sinfonismo británico (GENESIS) y el escandinavo (KAIPA, TRETTIOÅRIGA KRIGET) que marca de forma decisiva a la elaboración y los arreglos del etéreo motivo central. El groove alevosamente lánguido que el trío gesta para la ocasión se ornamenta solventemente con una robusta labor de la batería y un manejo envolvente de las orquestaciones y bases armónicas provistas por diversos mellotrones y vientos. Poco antes de llegar a la frontera del quinto minuto, el grupo vira drásticamente hacia un recurso de majestuosa tensión al crear un pasaje instrumental donde se conjugan las vibraciones más neuróticas de unos VAN DER GRAAF GENERATOR y unos KING CRIMSON (época del 73-74). Estos nuevos índices melódicos invitan a dejarse arrastrar por un imparable vendaval pero el terror potencial es definitivamente reemplazado por una férrea vitalidad muscular. Una vez pasado este espectacular pasaje, el grupo pasa a una tercera sección donde predomina una aureola de regia parsimonia en una especie de hibridización entre PINK FLOYD y YES: los guitarreos empleados en esta tercera sección, de hecho, nos recuerdan tanto a Gilmour (en la época del “Meddle”) como a Howe (en la época del “Relayer”). Con el ingreso de una sección muy calmada centrada en un dulce cántico y una sobria dupla de guitarras acústicas se abre camino al señorial epílogo, el cual recibe de buen grado los ecos de la regia prestancia de la tercera sección, mientras el factor pastoral se da mañana para seguir latiendo en medio de tanto boato sonoro. ¡Qué canción tan hermosa!... y mira que aún queda algo más. 



El mamut musical absoluto del disco es la pieza homónima, la misma que ocupa un espacio de poco más de 20 ¾ minutos. La sección inicial es un pasaje instrumental muy exquisito donde se fusionan lo sinfónico, lo Crimsoniano y lo jazz-rockero, añadiéndose algunos matices psicodélicos de paso (particularmente, en lo referente al porte tan filudo que ostenta el bajo). El empleo de variantes compases inusuales para sustentar y dinamizar el desarrollo temático es simplemente impresionante. Todo transita a un momento de relativo sosiego a poco de pasada la frontera de los cuatro minutos y medio, que es cuando emerge una sección cantada de franco tenor reflexivo e introspectivo: el compás es en 6/8 con un groove lento, y poco a poco se va haciendo más macizo el armazón instrumental que rodea al canto, llegando a lo explícitamente fastuoso. El tercer momento dela suite es denso, tétrico, absorbente y electrizante,  derivando hacia un tempo de 7/8 que se engarza fluidamente con la sección precedente. Muy Crimsoniano en su ambientación y muy a lo ANEKDOTEN en su estructuración, este pasaje es el perfecto paisaje sonoro para un momento de trágica turbulencia en un fatal día de invierno. En medio de toda esta amenazante densidad opera un lirismo efectivo que sutilmente anuncia que la próxima sección bien podría cambiar de registro para exhibir un cuadro musical más autoafirmativo y fornido. Pues bueno, eso es lo que ocurre exactamente tras un breve preludio minimalista y tenue, un ejercicio instrumental de esplendorosas sonoridades heavy-progresivas en 7/8 y 6/8 que nos remite a un inusitado matrimonio entre los universos de GONG, TRETTIOÅRIGA KRIGET y KING CRIMSON. Esta sección no es muy extensa en verdad, pero goza de suficiente fuerza de carácter como para dejar una huella enérgica de su propia espiritualidad dentro del gran conjunto de la suite. La sección cantada que le sigue persiste en el aura solemne de la primera pero, como dijimos antes, recibiendo el impacto de rotunda fortaleza del pasaje instrumental que le precedió. Ya está preparado el terreno para que el gran final ocupe todas las dimensiones sonoras de los dos últimos minutos y pico de la suite. Con una clave melódica muy sencilla y una labor bastante suntuosa en los teclados, ‘The Crucible’ se despide con una actitud cálida y optimista a través de la parsimonia predominante.  

“The Crucible” nos ha sonado como un tremendo y fabuloso crisol de música progresiva que confirma por enésima vez a los MOTORPSYCHO como dueños de un posicionamiento muy alto dentro del escenario musical de nuestros días, tanto escandinavo como a nivel mundial. La banda sabe cómo moverse dentro de sus coordenadas estilísticas habituales mientras se las ingenia para mantener su propuesta y su ingenio compositivo frescos y convincentes. Recomendamos este disco al 200%, así de grandiosos son sus niveles de musicalidad e intensidad expresiva.





Muestra de “The Crucible”.-

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