Friday, October 16, 2015

Exploraciones de ÁNGEL ONTALVA en nuevas tierras musicales


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

ÁNGEL ONTALVA, uno de los más heroicos y prolíficos creadores musicales de la vanguardia española del nuevo milenio sigue haciéndose presente como solista en el ruedo fonográfico, y esta vez lo hace con “Tierra Quemada”. Este disco, publicado por vía de OctoberXart y bajo la producción ejecutiva de Francisco Macías a fines de junio pasado, contiene un catálogo registrado en varias sesiones realizadas entre este mismo año y el anterior. ONTALVA, quien se hace cargo de las guitarras y algunas pistas de bajo, ocasionalmente, se hace acompañar por sus habituales compañeros de OCTOBER EQUUS Amanda Pazos [bajo], Víctor Rodríguez [teclados y melódica], Vasco Trilla [batería y percusión y Luis Rocha [clarinetes], además de Marc Egea [hurdy gurdy y duduk] y Pablo Ortega [cello]. Las soberbias ilustraciones, obra del propio ONTALVA, completan las credenciales estéticas de “Tierra Quemada”. Adelantamos que esta obra ostenta un magnífico colorido dentro de un esquema versátil que para nada pierde el foco, pero bueno, es más productivo entrar a los detalles del mismo antes de seguir expresando algunos de los innumerables elogios que, en nuestra humilde opinión, merece este disco.


‘Tarlaya Ektim Sogan’ abre el álbum con masivos aromas del Oriente Próximo, y de hecho, eso tiene mucho sentido en referencia al título turco de la pieza en cuestión. Los saxos y las orquestaciones de teclado comparten el protagonismo con la guitarra de Ontalva (por no decir que se lo roban). Tras este celebratorio y exótico tema de apertura llega ‘No Return’, una pieza que nos brinda casi 7 ¼ minutos de exploraciones jazz-progresivas cercanas por igual a los modelos de KING CRIMSON y de MAHAVISHNU ORCHESTRA (en cuanto a la faceta densa de estos últimos), lo cual pone al ensamble en cierta consonancia con lo que hacen grupos como DOUBT y MORAINE. Su personalidad está marcada por una seriedad que a veces se siente distante, o no precisamente distante, sino más bien majestuoso, abandonando la lógica del juego y asumiendo un rol emperador en su bien definida musicalidad; es por ello que la presencia de la guitarra tiene un porte más aguerrido y el esquema rítmico crea un swing más ceremonioso. Volviendo de lleno al terreno de la fusión contemporánea y ahondando en las potencialidades de expresividad extrovertida de los mismos, la pieza homónima impone su autoridad festiva de manera inapelablemente llamativa. El momento protagónico del saxo soprano es particularmente notable, y de hecho, podemos afirmar que en piezas como ésta, ONTALVA reaviva la línea de trabajo plasmada en su primer ítem solista “Mundo Flotante” (de fines del 2012). Con la secuencia de estas tres primeras piezas tenemos ya motivos de sobra para sentirnos agradecidos por tener nuestros espíritus generosamente estimulados por obra y gracias de estos geniales vuelos musicales… ¡pero aún queda mucho más por disfrutar! Etéreo y fantasmal, aunque también relajante de algún modo parecido a la aureola propia de la reflexividad del yo sobre lo trascendente, ‘Ugetsu’ varía de registro y nos lleva por parajes de serenidad en base a atmósferas cálidamente introspectivas que están obviamente inspiradas en el Lejano Oriente. ‘El Telele’, por su parte, nos muestra una aventura jazz-prog-psicodélica que nos puede muy bien hacer recordar a las aventuras solistas de un TREY GUNN o, hasta cierto punto, a FORGAS BAND PHENOMENA. Es como si la extroversión sistemáticamente desarrollada en las tres primeras piezas adoptara un filo renovado.


‘Comanche’ es un recordatorio del punto de origen de la visión musical que ONTALVA ha venido desarrollando desde los inicios de OCTOBER EQUUS. Oscuro y evocativo a la vez, ambas cualidades se congregan armoniosamente sobre la base del esquema de musculatura dosificada que se explaya en el arreglo instrumental global. Nos vamos acercando al final del álbum cuando nos topamos con ‘Bicycles Were Quite Popular In The Forbidden City’. El lirismo de esta no muy larga pieza – dura menos de 3 minutos – recupera algo de la serenidad contemplativa que antes apreciamos en ‘Ugetsu’, pero aquí hallamos una armazón instrumental más explícitamente colorida, llenando más espacios, atreviéndose a llevar el factor exuberante hacia nuevas fronteras de sensualidad sónica. Los últimos 9 minutos de este repertorio están ocupados por ‘Cobra Trap’, tema abiertamente focalizado en el discurso de la vanguardia jazzera, no siendo ajeno a la recepción de ciertos matices propios del discurso de la psicodelia progresiva y de la vieja tradición del Canterbury mientras se va expandiendo a lo largo del ambicioso espacio que se ha trazado. Las dosis de cromatismo sonoro son medidas dentro del esquema de ‘Cobra Trap’, pero esto está en las antípodas de lo lánguido; muy por el contrario, se despliega una intensidad atrapante gestada por la comunión de los partícipes. Termina a lo grande “Tierra Quemada”, sin duda alguna, pero es que el disco es grandioso en sus incesantes despliegues de ingenio ecléctico y policromía musical. ÁNGEL ONTALVA y la pléyade de sus socios de turno se han lucido enormemente en este disco que solo nos limitaremos a recomendar a los coleccionistas progresivos en un 200%.


Muestras de “Tierra Quemada”.-

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