HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy disponemos de la muy agradable ocasión de
disfrutar de la nueva obra musical de los japoneses KOREKYOJINN, este supertrío
del cual no sabíamos nada desde el año 2011, cuando no solo publicaron “Tundra”
sino también un disco en asociación con el genial violinista Tsuboy Akihisa
[KBB, POCHAKAITE MALKO] titulado “Doldrums”. Pues bueno, ya desde mediados de
julio pasado existe “Fall Line”, disco que viene a ser el quinto realizado por
este ensamble de Tatsuya Yoshida [batería], Natsuyki Kido [guitarras] y Mitsuru
Nasuno [bajo]. Publicado por el sello Magaibutsu, este nuevo trabajo nos
muestra que KOREKYOJINN sigue siendo solvente en la gestación de ideas
aventureras y sumamente aguerridas dentro de la vanguardia progresiva japonesa
del momento. El trío se mantiene fiel a su vitalista híbrido de jazz-rock,
math-rock, heavy prog, psicodelia y rock-in-opposition: su propuesta ya es algo
reconocible, pero nada dado a estancamientos ni aburguesamientos, pues contiene
dentro de sí un potencial aparentemente infinito de vigor creativo. Veamos los
detalles del repertorio de “Fall Line”, ¿vale?
Durando poco más de 6 ¼ minutos, ‘Breathless’
inicia el repertorio con una rudeza exquisita y bien organizada, abriendo
espacios para que algunos complicados juegos de síncopas permitan a la
agresividad reinante asumir efectivas dosis de luminosidad: éstas derivan
finalmente en una estupenda coda de base jazz-funk. Siendo como son tan
esenciales los juegos de síncopas y los instantes silenciosos en medio de esta
metralla triádica, se puede decir que esta pieza es una exhibición de tensas
ingenierías diseñadas para dejar sin aliento al oyente atento. Luego sigue
‘Dislocation’, una de las tres composiciones del álbum que bordean los 9
minutos de duración; aquí, el vigor imperante cobra una prestancia aumentada,
lo cual se traduce en una neurosis musical más pesada y rotunda que la que
hallamos en la pieza de apertura. Un recurso que ayuda eficazmente a sustentar
esta incrementada neurosis sónica está en juegos cacofónicos situados en
algunos lugares estratégicos. Una simpática sección reggae ayuda a aliviar un
poco las tormentosas expansiones rockeras en curso. ‘Island Man’ nos lleva
hacia atmósferas más deliberadamente alegres, casi como poniendo música de
fondo a los días felices de un grupo de turistas en una isla paradisíaca. Claro
está, dicha isla y sus placeres están ubicados en el cosmos de KOREKYOJINN, así
que la alegría reinante está pletórica de aguerrida tensión y furiosa vitalidad
en base a complejas estructuras rítmicas. Cuando llega el turno de ‘Gulch’ –
otra de las piezas particularmente extensas del álbum –, el trío está más que
listo para ejecutar la perfecta síntesis entre el rabioso espíritu lúdico de la
pieza anterior y el dinamismo alucinado que atravesó a los dos primeros temas.
El trío se siente como en casa asentando su arquitectura sónica sobre un
terreno rítmico que parece estar en perpetuas fases de erosión y
reconstrucción. Definitivamente, los legados de RUINS y BONDAGE FRUIT no han
quedado borrados del todo en cada proyecto donde se embarcan estos geniales
músicos. Los momentos de ingeniería cacofónica brindan una engañosa imagen de
estabilidad mientras el grupo prepara el terreno para nuevas extravagancias de
tenor free-form.
Con ‘High Time’ llegamos al ecuador del álbum y ya
no nos esperan más sorpresas en la apreciación estética del álbum, pero sí nos
aguardan más momentos de excitación melómana cuando nos encaramos con esta alternancia
de math-rock y free-jazz con un ocasional enfilamiento stoner: hay un breve
pero refrescante solo de guitarra a lo FRED FRITH que amerita una especial
mención. ‘Eventide’ nos lleva a una confluencia entre los recovecos osadamente
sistemáticos de ‘Gulch’ y la robustez lúdica de ‘Island Man’; en esta ocasión
hay pequeños campos particulares de lucimiento para el bajo – especialmente en
uno donde se explora el efecto fuzz con convincente fruición –, aunque es
cierto que el trío se preocupa muy concienzudamente por mostrarse como una
trinidad sónica compacta a más no poder. Acercándonos al final del álbum nos
topamos con ‘Clean Cut’, una pieza tremendamente marcada por el modelo
math-rockero y certeramente acentuado con vibraciones Crimsonianas. Es como una
gran placa de metal ornamentada con abolladuras perfectamente redondeadas con
la que se pretende celebrar el frenesí imparable de la vida urbana; parece
mentira cómo algo que fácilmente puede parecer caótica está en realidad
penetrado por un dinamismo arquitectónico meticuloso hasta en sus aspectos más
minúsculos. La tercera pieza de larga extensión es justamente la que titula y
cierra al álbum. Lo que tenemos en ‘Fall Line’ es la exhibición de la faceta
más lírica de la banda, dentro de lo que se puede llamar lírico aquí: hay una
armazón fácilmente reconocible en las ilaciones multi-temáticas y se da una
preocupación especial por reforzar cada motif con el fin de la imponente
extroversión facilite la empatía con el oyente. Definitivamente, esta pieza
recibe plenamente el impacto de ‘Clean Cut’ y lo reviste de una estimulante
estilización. Todo este repertorio ha simbolizado, en líneas generales, un
nuevo auge del vigor recalcitrantemente alucinado que marcó a los dos primeros
álbumes del trío, después de las estrategias de arrebatos coloridos que se
plasmaron en “Tundra” cuatro años atrás.
“Fall Line” es una borrasca, un maremoto y una
gozada: las tres cosas en una dentro del variopinto mundo progresivo de
nuestros tiempos. Las tres mentes de KOREKYOJINN organizan una lógica estética
muy particular a la hora de reforzar su posición dentro de la avanzada
art-rockera japonesa con cada nuevo disco, y “Fall Line” no es la excepción. ¡A
disfrutar!
Muestras de “Fall Line”.-
Dislocation: http://korekyojinn.bandcamp.com/track/dislocation
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