HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy nos toca pasar revista al último disco de DAVID
BOWIE “Blackstar”, uno de los ítems rockeros más importantes del año – como
pasa prácticamente con cualquier cosa que publicaba BOWIE – y que tiene un
significado obligatoriamente especial debido a que será por siempre el último
disco de este emblemático “Camaleón del Rock”. Publicado en el día 8 de enero
de este año, justo en el cumpleaños #69 de BOWIE, resultó ser también su carta
de despedida pues solo le quedaban 48 horas para unirse a la órbita del Mayor
Tom. El proceso de creación y producción de “Blackstar” tuvo lugar mientras
BOWIE batallaba contra el cáncer al hígado, un dato solo conocido por su
entorno familiar y su amigo de toda la vida Tony Visconti, quien una vez más
fungía de productor para el nuevo disco del genio nacido en Brixton. Lo primero
que muchos vimos en las apocalípticas imágenes del vídeo-clip promocional de
‘Blackstar’, difundido por primera vez en la segunda mitad de noviembre del
2015, fue un retrato de la crueldad terrorista fundamentalista, siempre bajo
ese embrujo surrealista que BOWIE manejaba tan bien en sus clips más memorables
(empezando con el mítico ‘Ashes To Ashes’). Ya con el segundo vídeo-clip
promocional que era sobre la canción ‘Lazarus’, publicado al mes siguiente,
BOWIE nos regalaba imágenes turbias y grisáceas de él con los ojos vendados en
una cama y otras vestido de demacrado “Duque Blanco Delgado” que terminaba
entrando en un armario caminando hacia atrás. Esta última escena se reiteró en
nuestras cabezas cuando en el fatídico 10 de enero se anunciaba el viaje
definitivo del inventor de Ziggy Stardust y el Duque Blanco hacia el más allá:
claro, al volver a ver el vídeo de ‘Blackstar’ pudimos reinterpretar
apropiadamente esas escenas del astronauta muerto con el cráneo corrompido como
las centrales de todo el escenario global. Bueno, “Blackstar” quedó como el
álbum testamentario de DAVID BOWIE… ¡y qué disco tan bueno, pardiez! Junto a su
laboriosa empresa compositiva y su canto, BOWIE se limitó en esta ocasión a
tocar algo de guitarra acústica y un poco de la eléctrica, armónica, además de escribir
arreglos orquestales.
En esta jornada de despedida y autoinspección
tanática, sus compañeros de viaje fueron Donny McCaslin [saxofones, flauta y
clarinetes], Ben Monder [guitarra], Jason Lindner [piano, órgano y
sintetizadores], Tim Lefevbre [bajo] y Mark Guiliana [batería y percusión]: un
ensamble de personalidades del jazz contemporáneo y el art-rock, un ensamble a
la medida de las ambiciones estéticas de BOWIE. Esta cuestión de investigar en
los discursos del jazz de última generación, la psicodelia moderna y la electrónica
para integrarlas en un esquema rockero no es nueva en la trayectoria de este
señor: tenemos los ejemplos de “Black Tie, White Noise”, “Outside” y
“Earthling” como testimonios claros de aventuras semejantes en ese periodo tan
crucial de reelaboración del espíritu innovador de BOWIE. En el caso específico
de “Blackstar”, tenemos una estrategia de énfasis de lo jazzero en cuanto a los
grooves predominantes y los ornamentos de los vientos, además de una frescura
muy propia que, en cierto modo, hereda el impulso creativo del disco anterior
“The Next Day” (2013), aunque sea con un nuevo plan de trabajo. El repertorio de
“Blackstar” comienza con la pieza que justamente da título a la placa, la misma
que dura casi 10 minutos. Estableciendo ambientaciones etéreas en clave acid
house para el motivo central y sustentando a aquéllas sobre un swing
herméticamente sensual al modo del nu-jazz, el canto de BOWIE y los ornamentos
de viento destilan una aureola de lánguida tristeza. Mientras transcurre el
cuarto minuto, la ambientación vira hacia un dinamismo más ágil donde la
intensidad psicodélica antes latente se hace ahora patente, imponente, incluso
trayendo algo de extroversión al asunto del interludio en curso; al respecto,
se nota que BOWIE asume un canto más expresivo mientras el bloque instrumental
adquiere una cierta calidez envolvente que casi nos recuerda a la línea de
trabajo de los inmortales THE BEATLES de la época 1967-68. Para los últimos dos
minutos, el motivo central retorna fortalecido, mostrando aristas bizarramente
futuristas bajo un manto de mágica magnificencia. Qué gran manera de comenzar
el disco… y qué manera de seguir adelante con la emergencia de ‘‘Tis A Pity She
Was A Whore’, una canción bastante marchosa que ostenta un colorido vigoroso cuya
raíz central se halla, en no poca medida, en los aportes de vientos a cargo de
McCaslin. También hay un mérito especial en la manera tan convincente con que
la dupla rítmica instala el groove aparentemente sencillo para motivar un
talante sofisticado en la armazón instrumental global. La anécdota es que una
asistente de sonido, Erin Tonkon, colabora con los coros. Los teclados aportan
capas flotantes a contrapelo del nervio desarrollado por los vientos,
acrecentando su grosor mientras la canción va avanzando a su fin.
‘Lazarus’ es la tercera canción del álbum, durando
2 minutos más que en la versión utilizada para el vídeo-clip respectivo. Las primeras líneas nos
golpean sin compasión: “Look up here, I’m
in heaven. / I’ve got scars that can’t be seen.” Más adelante, llega el
implacable anuncio: “You know, I’ll be
free just like that blue bird.” El groove
cadencioso de la canción, a medio camino entre el jazz y el post-rock, apunta
hacia el desarrollo de una atmósfera elegíaca, pero lejos de centrarse en un
aura de simple tristeza, llega la energía expresionista a cargo de los adustos
guitarreos y el fabulosamente fulguroso solo de saxofón, el mismo que es
acentuado en varios pasajes por la batería. Cerca del final, mientras la
atmósfera regresa a la sutil melancolía inicial, se abre un espacio para un
hermoso solo de bajo. La cuarta canción, que responde al título de ‘Sue (Or In
A Season Of Crime)’, casi nos toma de sorpresa con esa vitalidad señorial que
el encuadre de guitarra, bajo y batería nos regala desde el primer instante.
Tenemos en esta canción la encarnación perfecta de un híbrido entre la esencia
modernista del álbum “Earthling” y la exuberancia tenebrosa del álbum conceptual “Outside”. Posiblemente
también sería justo mencionar algo del legado del “Station To Station” en sus
pasajes más aventureros, así como a los paradigmas de THE VELVET UNDERGROUND y
JOHN CALE (revitalizados bajo una óptica modernista). Con esta inteligente
mezcla de psicodelia, dance-music y jazz-rock, pocas veces ha rockeado tan
convincentemente el buen DAVID desde fines del milenio pasado. Tanto ‘Sue (Or
In A Season Of Crime)’ como ‘’Tis A Pity She Was A Whore’’ han aparecido
anteriormente en el meticuloso disco recopilatorio del 2014 “Nothing Has
Changed”, pero ahora vienen en nuevas versiones: en el caso de esta última,
todas las partes originales de saxo provistas por BOWIE fueron íntegramente
reemplazadas por McCaslin. Menos frenético que ‘Sue’ pero igualmente
inquietante y con similares dosis de intensidad expresiva, ‘Girl Loves Me’ se
refocila en ambientes futuristas y un inteligente manejo de atmósferas
electrónicas para estas aventuras jazz-rockeras que BOWIE y sus compañeros de
viaje continúan explorando entusiastamente. En estas dos canciones aparece
James Murphy como percusionista adicional. Nos vamos acercando al final del
álbum cuando emerge ‘Dollar Days’, diseñada para erigirse en la canción más
relajante del álbum. Es como si el espíritu contemplativo de los días del
“Hunky Dory” hubiese renacido momentáneamente para ser replanteado bajo estas nuevas
pautas: posiblemente sea justo evocar, en parte, a las huellas de los más
recientes “Heathen” y “Reality”. La complicidad entre la guitarra acústica de
BOWIE y las capas de sintetizador a la hora de desarrollar las bases armónicas
de esta canción asienta sólidamente dicha espiritualidad contemplativa,
mientras que los exuberantes solos de saxofón y guitarra se encargan de
capitalizar la energía inherente al ensamble.
El crescendo con el que se arma el cierre de
‘Dollar Days’ sirve para abrir la puerta a la última canción del disco, ‘I
Can’t Give Everything Away’, la misma que porta una base melódica y un esquema
rítmico muy alegres. Con una armónica que nos recuerda a ese bello instrumental que cerraba el lado A de “Low” (‘A New Career In A New Town’) y un saxofón
juguetón que emite vibraciones exultantes, el desarrollo temático adquiere una
luminosidad primaveral, casi como evocando a un futuro florecimiento del alma
tras el breve tránsito a través del valle de la muerte. Si aquella pieza
instrumental del glorioso álbum “Low” reflejaba la sensación de aventura al
abandonar su cuartel neoyorquino con miras a rehacer su vida y su trayectoria
musical en Berlín, una de las sedes de la vanguardia artística europea, ahora
en ‘I Can’t Give Everything Away’ tenemos el relato de una transición
definitiva, la transición al más allá, y por eso no puede tratarse de una pieza
instrumental; hay algo que decir antes de partir. “Seeing more and feeling
less. Saying no but meaning yes. This is all I ever meant. That’s the message that I sent.” – la poesía de BOWIE resulta idóneamente inspirada para reflejar esa
sensación de mirar hacia atrás sin una molécula de rabia. Mientras esa última
nota de sintetizador de ‘I Can’t Give Everything Away’ se desvanece, solo
podemos sentirnos agradecidos por que exista un álbum como “Blackstar”, un
disco de grandes méritos artísticos más allá de las tristes circunstancias que
le rodearon. Si este disco es la carta de despedida de una estrella fugaz que
cae en busca de la eternidad transmundana, la marca de BOWIE como un
personaje visionario y creativo a lo largo de varias décadas dedicadas al rock
queda perenne, siempre brillando en las alturas del cielo. Esta estrella
proclama tener un nombre negro pero su brillo refleja la blancura más pura que
es capaz de surgir del arte del sonido. Mientras miramos al Starman volar hacia
el más allá como un héroe inmortal cuyas cenizas arrojamos a los cuatro
vientos, gritamos desde nuestros escondites subterráneos: “¡DAVID BOWIE VIVE
PARA SIEMPRE!”
Muestras de “Blackstar”.-
Blackstar [vídeo-clip]: https://www.youtube.com/watch?v=kszLwBaC4Sw
Lazarus [vídeo-clip]: https://www.youtube.com/watch?v=y-JqH1M4Ya8
Sue (Or In A Season Of
Crime): https://www.youtube.com/watch?v=MOGPDAFTLQY
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