Wednesday, April 06, 2016

HENRY KAISER y RAY RUSSELL: genios gestores de una música perturbadora y celestial


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

El estadounidense HENRY KAISER y el inglés RAY RUSSELL, dos genios veteranos y consumados de la improvisación y la experimentación dentro de los varios discursos del jazz-rock contemporáneo, se unen en el año 2014 para gestar un disco desafiante e incendiario, “The Celestial Squid”, el cual es publicado por el sello Cuneiform Records en febrero del 2015. La trayectoria de HENRY KAISER (nacido en California en setiembre de 1952) incluye una vasta discografía tanto solista como en asociaciones con otros grandes de las vanguardias jazzera y rockera (dúos sucesivos con FRED FRITH, DEREK BALEY, DAVID LINDLEY y JIM O’ROURKE, el cuarteto FRENCH FRITH KEISER THOMPSON, tríos con SANG-WON PARK y CHARLES K. NOYES y con JIM O’ROURKE y JOHN OSWALD, etc.). Por su parte, RAY RUSSELL (nacido en Londres en abril de 1947) comenzó su carrera a lo grande erigiéndose como niño prodigio de la vanguardia jazzera británica a fines de los 60s, para convertirse en una de las referencias más notables del movimiento jazz-progresivo y el jazz experimental que busca formas nuevas de improvisación y regenerar el músculo del discurso rockero. Definitivamente, un disco concebido por este par tiene que ser todo un evento. Acompaña a este dúo de maestros un ensamble de lujo: el bajista Michael Manring, el contrabajista Damon Smith, el cuarteto de saxofonistas Steve Adams, Joshua Allen, Phillip Greenliar y Aram Shelton, y los dos bateristas Weasel Walter y William Wuinant. Las piezas que integran este disco fueron grabadas en vivo en sesiones de grabación que tuvieron lugar en los Fantasy Studios de Berkeley (California), en abril del 2014. Veamos ahora los detalles de su repertorio, ¿vale?


El repertorio del disco comienza con ‘GuKTen LIMPo’, pieza vigorosa cuya prestancia extrovertida se hace sentir abiertamente bajo vibraciones neuróticas, pero dichas vibraciones son manejadas con una estilización meticulosamente exquisita. Con esa manera Crimsoniana de filtrar el legado de la faceta rockera del jazz vanguardista de DAVID TORN, la dupla de KEISER y RUSSELL halla la manera perfecta de empezar a interactuar dentro de un entramado en el cual sus compañeros de viaje pueden revelar sus propios recursos individuales: de hecho, uno de los saxofonistas es el autor de esta pieza de entrada. La segunda pieza, que se titula ‘In Another Life’, vira totalmente de registro para llevarnos a un viaje sonoro a través de climas etéreos signados por una densidad nebulosa que parece anunciar una especie de peligro latente, aunque tal vez se trate más de un retrato de ansiedades autoexploratorias del lado más oscuro del alma que de un peligro en sí mismo. Lo que queda claro es que esta pieza compuesta por RUSSELL desarrolla un ambiente netamente introspectivo en el cual las guitarras, el bajo y las baterías se integran dentro de la elaboración de texturas libres siendo así que los ornamentos de los vientos sirven para aportar algo de luminosidad redentora al asunto: algo, no mucho, lo nebuloso se tiene que imponer, incluso tornándose más robusta a lo largo del último minuto y medio. Tras este genial ejercicio de abstracción musical emerge la composición de KAISER titulada ‘That Darn Squid’ (originalmente titulada como el álbum mismo) para volver a mostrarnos un giro dramático de los eventos: la situación actual está marcada por un talante dadaísta bastante afilado, una mezcla incandescente e insolente de psicodelia y vanguardia jazzera con enormes toques inspirados en la tradición del free-jazz. El pasaje introductorio que anuncia la ulterior instalación del cuerpo central habla por sí mismo. Si alguna vez uno se preguntó a qué sonaría un híbrido de KING CRIMSON, HENRY COW, SUN RA y DAVID TORN, pues aquí tenemos en buena parte la respuesta idónea. Tras un breve solo de batería, el pasaje final se resuelve en un jam de alegres tonalidades desde las cuales los músicos redondean la tensión emocional reinante y que no parece dispuesta a irse en una actitud aminorada.


Durando 13 ½ minutos, ‘The Enumeration’ es una nueva idea compositiva de Adams que entra a tallar con la misión de generar nuevos recursos de eclecticismo y esquemas libres en el repertorio. Para buena parte de su esquema de trabajo, el ensamble vuelve al terreno introspectivo pero esta vez no atravesamos parajes densos e inquietantes sino que nos dejamos llevar por imágenes sonoras aleatorias: el rol protagónico de la guitarra acústica se erige como centro neurálgico de la autoconstricción predominante. Entrando a fondo en la dinámica del free-jazz, tenemos aquí un despliegue de matices serenos que van generando sus propios encuadres a lo largo del camino desde las intimistas vibraciones que van emanando de los diversos instrumentos; de hecho, cada uno de éstos afianza su individualidad dentro de la colectiva creatividad deconstructiva, pero poco antes de llegar a la frontera del décimo minuto, el ensamble se conecta en un clímax desenfadadamente neurótico. ‘Victims’ sigue a continuación, siendo la pieza menos extensa del álbum con sus poco más de 9 ¾ minutos de duración. Su estrategia se hace abierto eco de lo realizado en la pieza anterior y se impulsa hacia una retoma de lo que se hizo en ‘In Another Life’. ‘Disinterested Bystander’ ostenta una estructura ciertamente definida. El esquema rítmico se orienta al típico swing del cool jazz, pero sin duda la vitalidad exhibida por las dos guitarras porta un nervio típicamente rockero, lo cual repercute necesariamente en los ocasionales ornamentos de la batería así como en la actitud bizarramente robusta del cuarteto de saxos cuando entra en acción durante un momentum estratégico. De todas maneras, también hay espacio para pasajes calmados, estando uno de ellos marcado por un sobriamente intenso solo de saxo tenor.


‘Construction #14’ es la pieza más larga del álbum – dura 15 ½ minutos – y también es la que lo cierra. El factor de experimentación libre jazzera vuelve a instalarse y lo hace con una intensidad nueva, una ferocidad que sabe extraer de las osadas ideas musicales en función sus destellos más electrizantes. Dado que se basa en una composición del baterista Allen, no nos ha de sorprender el que los entramados percusivos se hagan notar tan notoriamente en el fragor integral perpetrado por el ensamble. Hay un pasaje que se inicia instantes previos a la frontera del décimo minuto en el que las guitarras establecen su diálogo más enloquecido de todo el álbum, algo que vino oportunamente precedido por una sección marcada por un frenético solo de saxo. Claro está, con el arribo del clímax final, la amalgama de tambores y platillos ejerce casi un rol líder a la hora de delinear la explosión concluyente. Así fue este viaje musical con el que la dupla de HENRY KAISER y RAY RUSSELL, junto a sus aventureros compañeros de trayecto, nos brinda un frontal desafío melómano. “The Celestial Squid” es algo más que un disco o un disco extravagante, raro, peculiar… es una declaración de principios sobre el rol transgresor que nunca debe abandonar al arte contemporáneo: es un disco genialmente perturbador y celestial.


Muestras de “The Celestial Squid”.-
That Darn Squid [video-clip]: https://www.youtube.com/watch?v=J9Nm66DdxNc


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