Hoy
tenemos la ocasión de presentar al grupo estadounidense CAPTURE THE SUN, un
cuarteto instrumental procedente de y afincado en el estado de Maine, dedicado
a cultivar el género metalero experimental con un enclave centrado en la cruza
de prog-metal y metal experimental, el cual también se abre a la incorporación
de elementos stoner, post-metaleros y math-rockeros dentro de su esquema de
trabajo. Algo bien centrado y, a la vez, ladinamente ecléctico. El disco
particular en el que hoy centramos nuestra atención se titula “Terra Ignota”,
el mismo que fue publicado a inicios del mes de agosto del pasado año 2017 y
que supone su segundo trabajo de estudio de larga duración tras su álbum
homónimo del año 2012: la alineación de CAPTURE THE SUN está conformada por los
guitarristas Kyle Hussey y James
Hadley, el baterista Justin Hadley y el bajista Sean Edwards. Hay
algunos instrumentistas invitados que aportan cosas importantes a la paleta
sonora diseñada para “Terra Ignota”: el solo de sintetizador que aparece
en el segundo tema del álbum estuvo a cargo del invitado Z2K (del grupo SUPERORDER), mientras que el saxofonista Andrew
Sullivan hizo lo propio en el tercer tema. Por otro lado, Tony Babb se hizo
cargo del bajo en el tema #4, siendo su última intervención en el grupo antes
de ser reemplazado por el antes mencionado Edwards. También hay intervenciones vocales a cargo, respectivamente, de Ashley Peyton Abbott (growling en el primer tema) y Justin Curtsinger (relato en el tercero). “Terra Ignota” es un disco conceptual sobre el origen del mundo y la ulterior instalación de las sociedades humanas en él con todo lo que implica ello respecto a la transformación
‘Orogenesis’ recibe en buena medida las herencias respectivas de ‘Carving The Atmosphere’ y ‘Helios’ en tanto que regresa de lleno a la aparatosa e imponente majestuosidad del discurso del prog-metal, haciéndose sentir brioso, distinguido y furioso a la vez. La compleja ingeniería rítmica y la agilidad impoluta con la que dialogan los tres instrumentos de cuerdas a través de las tortuosas variantes multitemáticas dan buena cuenta del inagotable virtuosismo técnico y la bien cuidada inteligencia arquitectónica que se han invertido aquí. Otro cénit grandilocuente del disco. El sexto tema se titula ‘Artificial Landscapes’ y su misión consiste en expandir las huellas y señales grabadas por la pieza precedente, dándole por lo general una polenta más neurótica a las secciones aguerridas mientras explora una sutileza más pronunciada en los (pocos y medidos) pasajes delicados. También hay unos claros coqueteos con estándares del jazz-metal en un generoso pasaje del último tercio de esta pieza en cuestión. Durando poco más de 9 minutos, ‘Tides’ se erige como el ítem más extenso del álbum. El generoso tiempo que el grupo se otorga para expandir su inspiración musical en esta ocasión hace que se concrete aquí un dinamismo tan elegante como poderoso cuya meta es la de ofrecer una síntesis de los regímenes estéticos más complejos y diversificados que se han venido proyectando desde el segundo tema del álbum. Podemos muy bien pensar en la secuencia que va desde ‘Orogenesis’ a ‘Tides’ como una toma de posición clara sobre cuáles son los intereses y utilidades que la banda tiene en mente respecto a su posicionamiento en el gran escenario de la experimentación metalera del nuevo milenio. ‘The Methuselah Tree’, que es casi un interludio, se mete en terreno space-rockero con sobrios matices electrónicos, lo cual genera eficazmente un aura flotante para el asunto presente. Los últimos 5 ¼ minutos del disco están ocupados por la pieza homónima, la cual recrea en una escala un poco menor la magnificencia fastuosa y esotérica que ha marcado al aparato sónico principal del disco: la vitalidad está allí, así como la garra nerviosa, pero se nota también que hay una patente actitud de sistemática sobriedad a la hora de trabajar y modelar el dinamismo propio del motif central.
Muestras de “Terra Ignota”.-
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