Thursday, August 29, 2019

Trayecto #8 por los cauces space-rock-progresivos de QUANTUM FANTAY


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Nos complace sobremanera tener hoy la ocasión de presentar el nuevo trabajo fonográfico de QUANTUM FANTAY, el cual se titula “Yemaya Orisha” y fue publicado en el último día del pasado mes de mayo por el sello Progressive Promotion Records. Este cuarteto belga conformado por Jaro [bajo], Louis [batería], Tom Tee [guitarras] y Pete Mush [sintetizadores] vuelve a hacer gala de su manera tan cautivadora y contagiosa de crear un space-rock progresivo ágil con amplios matices y ornamentos recibidos de las áreas de la fusión contemporánea. El material que integra “Yemaya Orisha”, octavo disco del grupo, fue grabado y mezclado en el estudio de Pete Mush Mushroomland, para ser masterizado posteriormente en Re:Creation Studio, ubicado en Gran Bretaña. Para un par de temas, los QUANTUM FANTAY contaron con las colaboraciones de Maera y Rafaela en el canto; más relevante para el armazón instrumental es la participación del flautista Charles Sla. Se trata, permítasenos adelantar, de un disco embrujador donde los dinamismos sonoros que prolferan a cada rato logran siempre integrarse en un todo bien organizado: los índices melódicos, los grooves y las atmósferas fluyen en una comunidad muy compacta. El grupo sigue muy vital en lo concerniente a su manera de aportar cosas nuevas a la actual escena del space-rock progresivo europeo, el cual ya tiene desde hace un par de décadas un estándar bien definido, pero en el caso específico de los QUANTUM FANTAY, ellos todavía se dan maña para crear cosas refrescantes e interesantes en este nuevo repertorio. A propósito, el título del disco alude a la orishá del pueblo egba, divinidad de la fertilidad de la mitología yoruba, originalmente asociada a los ríos y desembocaduras dentro de la cosmovisión animista nigeriana, y que luego se hizo extensiva a los rituales tribales de los esclavos negros en la colonia brasileña bajo la corona portuguesaBueno, veamos ahora los detalles del repertorio de “Yemaya Orisha”


La primera mitad del disco está ocupada por la suite bipartita “Veautifull Mocean”, cuyas secciones reciben los títulos autónomos de ‘Yemaya Orisha’ (sí, el mismo título del álbum) y ‘Mami Wata’: la primera de ellas dura poco más de 12 ¾ minutos, mientras que la segunda casi completa el espacio de 10 minutos. ‘Yemaya Orisha’  comienza con una expansión de capas cósmicas ceremoniosas, casi sigilosas, así como sigiloso es el groove que escoge el ensamble a la hora de elaborar y asentar el primer núcleo temático. Ya las cosas cambian un poco antes de llegar a la frontera del tercer minuto y medio, que es cuando el swing se intensifica y la dupla rítmica le da un empuje jazz-rockero al dinamismo general de la pieza, y eso repercute necesariamente en la ampliación de los coloridos flotantes de los sintetizadores y en el incremento de vibraciones extrovertidas para los fraseos de la guitarra. Estamos en el terreno de los OZRIC TENTACLES de los 90s con una dosis extra de punche rockero. En algún que otro momento se arma un interludio sereno, pero el asunto es que el cauteloso amanecer quedó atrás y ahora se impone un mediodía sónico con una razonablemente variada gama de cadencias. Poco a poco, la flauta va creando espacios crecientes de expansión para hacerse notar más fehacientemente en medio del esquema global; con todo, queda claro que son la batería y el bloque de sintetizadores quienes arman las dos columnas hercúleas sobre las cuales se arma el entramado grupal. En medio de efectos sonoros acuáticos y un etéreo preludio centrado en mantos cósmico a lo JEAN-MICHEL JARRE, la segunda sección, ‘Mami Wata’, lleva a la suite a una dimensión más lisérgica, incorporando una explosividad electrizante y renovadora al vigor space-rockero en curso. Los modelos de STEVE HILLAGE y de los inmensos OZRIC TENTACLES son las cartas sobre la mesa musical que se explaya ante nuestros oídos y mentes, lo cual hace que el colectivo se aproxime a sus colegas rusos de VESPERO y, sobre todo, MAAT LANDER. La batería sabe dónde mantener y dónde variar el centro de energía rítmica mientras el jam central sigue adelante a paso firme, llegando en algún momento a utilizar una cadencia tribal. La guitarra, por su parte, va ganando crecientes espacios de protagonismo en medio del siempre compacto entramado grupal. La coda de alrededor de tres cuartos de minuto nos devuelve al aura de sigiloso misterio con el que había comenzado la suite. Tenemos aquí la cresta decisiva del álbum, pero lo que sigue también está muy bien. 

La pieza encargada de abrir la segunda mitad del álbum es ‘Riddles Of The Sphinx’, tema que ostenta un gancho atrapdor y cautivador a pesar de estar instalado sobre un juego de compases inusuales. El tempo predominante es de 7/8, los ornamentos y secuencias de los sintetizadores ostentan unas agitaciones más filudas que los que se utilizaron en la suite precedente, y la dupla rítmica se hace notar más en la mezcla: he aquí los ingredientes para garantizar que esta pieza se haga notar por sí sola. A contrapelo de la extensión y el dinamismo que se impusieron en la suite, con los méritos de contar con una sofisticación progresiva propia y un nervio contagioso. Incluso el solo de guitarra que emerge poco antes de llegar a la frontera del cuarto minuto es uno de los más intensos del disco, siendo sucedido por un estibilizado duelo entre las florituras cósmicas del sintetizador y los fraseos ágiles de la guitarra. La agilidad es persistente pero nunca abrumadora. La dupla de ‘Gemini Flower’ y ‘Serra Da Estrela’ ocupa los últimos 15 ¼ minutos del disco. El primero de estos temas sigue por la senda de ‘Riddles Of The Sphinx’ en cuanto a poner énfasis en la elaboración de climas intensos y dar una importancia central al nervio rockero, pero esta vez su swing es menos sofisticado y su groove es menos intenso. Eso sí, la guitarra comienza situándose en el centro del fulgor sonoro grupal, y eso garantiza eficientemente que la extroversión reinante hasta ahora siga preservando su corona y su cetro dentro de los enfoques temáticos creados para la ocasión. De hecho, para su segunda mitad, la pieza intensifica sus cadencias básicas y remodela su desarrollo melódico (usando a veces enclaves de inspiración arábiga); de esta manera, se acerca un poco más al modelo de la pieza precedente y, de paso, gana en fastuosidad. ‘Serra Da Estrela’ cierra el disco con una plenitud melódica muy refinada, siendo así que todos los artilugios y masas sonoras propias del space-rock moderno practicado por la banda están al servicio de una expresividad ensoñadora. La garra y el nervio de siempre están aquí, así como los pasajes con grooves rotundos armados por la siempre insaciable dupla rítmica, pero se nota que en el núcleo temático opera un lirismo más pleno, y por tanto, la garra tiene que ser empleada de manera más dosificada. Las partes habladas femeninas acentúan el aire ritualístico al que alude el mismo título del tema.

“Yemaya Orisha” es un disco muy refinado que conserva una aureola muy distinguida a través de las diversas atmósferas que se integran dentro de cada pieza de su catálogo. La gente de QUANTUM FANTAY se aferra a su paradigma y exorciza una magia perenne desde la cual su esquema musical preserva su gancho y su encanto a través de los diversos cauces sonoros plasmados en el transcurso de este disco, al cual consideramos muy recomendable. 


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