HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy tenemos la muy grata ocasión de presentar, aunque sea con algo de tardanza, el primer disco solista de NICHOLAS WHITTAKER, a la sazón, vientista de la banda británica DIAGONAL, el cual se titula “Umbra”. La gestación de este disco tuvo lugar después de que terminaran las sesiones de grabación de “Arc”, el disco de retorno de DIAGONAL que les valió varios comentarios positivos a lo largo de los años 2019 y 2020. En lo concerniente a este disco que ahora reseñamos, WHITTAKER asume muchas responsabilidades performativas dentro de la logística sónica del álbum. Además de hacerse cargo de los saxofones alto y soprano, el clarinete, la flauta y el canto, tal como suele hacerlo en DIAGONAL, también toca vientos exóticos como el duduk y el hulusi, además de los flautines celtas, la flauta dulce, algo de guitarra eléctrica, la kalimba, algunas percusiones y el sintetizador. Dejamos al
propio WHITTAKER que nos explique el concepto del álbum: “Luz y sombra. Desde
tiempos inmemoriales, la humanidad ha meditado sobre estos dos estados, ya sea
como representaciones de la lucha entre el bien y el mal, o simplemente desde
un enfoque más científico y fundamental. La región de sombra que es arrojada
desde la Luna hacia la Tierra durante un eclipse se conoce como Umbra.” Los colaboradores de WHITTAKER fueron su compañero de DIAGONAL Luje Foster a la batería y las percusiones; James Howarth, al bajo, y; Lisa Watt al canto. Bien es verdad que hay otros proyectos vinculados con diagonal, como el grupo BARON fundado por los integrantes Alex Crispin and Luke Foster, así como el disco solista de folk-rock del guitarrista David Wileman. WHITTAKER colaboró en ellos. En lo concerniente al disco que hoy reseñamos, éste fue publicado a mediados de setiembre del pasado año 2020, y hace gala de una ágil combinación de recursos del prog psicodélico, el krautrock, el acid-folk, el avant-jazz y la fusión experimental de línea atmosféricamente académica. Veamos ahora los detalles del repertorio contenido en “Umbra”.
‘Lofoten Dance’ abre el repertorio con un carácter solemne que ostenta un tenor ritualístico, algo así como una evocación a las fuerzas de la naturaleza desde un faro solitario. Las tonalidades mágicas y flotantes del saxo parecen anunciar el pronto arribo de algo más gradilocuente... y esa intuición efectivamente se concreta con el arribo de ‘Caraval’. En esta pieza, el talante solemne propuesto por la pieza de entrada adopta ropajes señoriales dentro de un esquema sonoro que resulta, a la vez, denso y envolvente. Las sobrias líneas del saxo flotan con cristalina limpieza sobre las atmosféricas capas de sintetizador y los exuberantes ornamentos percusivos, resultando todo en una cruza entre los TANGERINE DREAM de la fase 73-75 y los POPOL VUH de la etapa 72-75, más algunos elementos del segundo álbum de ANNEXUS QUAM. Sí, tal como suena, esta pieza es un ejercicio de krautrock cósmico con raigambre avant-jazzera y fusionesca, totalmente absorta en climas cinematográficos que se explayan con cristalina exquisitez. Un cénit decisivo del álbum, y cuando llega el turno de la dupla de ‘Folded Sun: Prelude’ y ‘Folded Sun’, nos preparamos para disfrutar de otro. El asunto empieza con un exorcismo de texturas sedosas de vientos que se van interponiendo como nubes que se funden mientras el viento de otoño las transporta etéreamente. A partir de allí, se asienta el terreno para un jam a medio tiempo que resuena como un intermedio entre las resonancias lisérgicas de los PINK FLOYD de la etapa 69-71 y el vitalismo reluciente del aspecto acid-folk de unos GILA o unos AMON DUÜL II. Los cánticos que entran a tallar se entrecruzan con el bloque instrumental con total naturalidad, logrando realzar oportunamente el carácter evocativo del groove y del minimalista desarrollo temático. ‘Sacral’ regresa de lleno a las atmosferas místicas que ya se habían hecho presentes en la pieza de apertura; en poco menos de 5 minutos, exhibe un sortilegio nebuloso y envolvente, alimentado por un bien perfilado esquema minimalista que se aplica no solo a las líneas de viento, sino también a las espartanas escalas de guitarra.
‘Qamar’ se hace cargo de retomar la exuberante densidad que marcó al segundo tema del álbum, aunque esta vez, la expresividad es menos ostentosa. De este modo, WHITTAKER y su acompañante de turno (Foster) se embarcan en la exploración de matices un poco más abstractos mientras preservan recursos de estremecimiento telúrico en base a la presencia de las percusiones. Lo que en el caso de ‘Caraval’ era predominantemente ensoñador, en ‘Qamar’ se remodela como un ejercicio de pulsaciones místicas con un vibrante trasfondo arcano. ‘Lofoten Dance II’ cierra el álbum con una retoma de la solemnidad ritualística del primer tema, a la cual se suma una serie de capas sombrías de sintetizador que apuntan a la inserción de una aureola de misteriosa nocturnidad para la arquitectura sonora en curso. Las flotantes líneas de saxofón son hermosas y embrujadoras, crean un pequeño halo de inmaculada luz en medio del solipsismo integral que se arma con los otros instrumentos actuantes. “Umbra” es, ante todo, un testimonio cabal y concreto del genio musical de NICHOLAS WHITTAKER, una mente que es capaz de alzar un muy alto vuelo con sus propias alas sin desmedro para cualesquiera proyectos grupales de los cuales forma parte. Ahora que la gente de DIAGONAL está a punto de publicar su nuevo álbum en lo que parece ser un periodo bastante prolífico en esta actual etapa de reformación, es un buen momento para apreciar lo que WHITTAKER tiene que ofrecer a la escena vanguardista como compositor y músico de manera individual.
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