Sunday, August 04, 2024

La cuarta fonoesfera progresiva de ISOBAR

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión celebramos la emergencia del nuevo trabajo del grupo ISOBAR, el cual se titula precisamente “Isobar IV” y tiene programada su fecha de publicación para la primera mitad de este mes de agosto. ¡Ya mismo prácticamente! Este colectivo estadounidense-sueco conformado por Jim Anderson [bajo], Mattias Olsson [batería, percusión y efectos de sonido], Malcolm Smith [guitarras] y Marc Spooner [teclados] sigue explorando nuevos matices y recursos sónicos en medio de su bien establecida mezcla de rock progresivo clásico, jazz-prog y ornamentos psicodélicos. A la gente de ISOBAR se le sigue dando muy bien eso de crear composiciones interesantes y organizar las mismas en una arquitectura común bien definida que se mueve sobre grooves sólidos; además, notamos aquí un nervio incrementado y renovador. Y pensar que este ensamble comenzó como un trío californiano emergido de las cenizas de METAPHOR que tenía al ilustre prog-trabajólico Olsson como colaborador privilegiado, pero... a fin de cuentas, el grupo es y siempre ha funcionado como un cuarteto propiamente dicho. Como es habitual, el material está compuesto por el trípode de Smith, Spooner y Anderson. Colaboradores ocasionales del cuarteto en algunas piezas del repertorio de “Isobar IV” son Trevor Lloyd (violín), Ben Bohoquez (saxofón) y Evan Weiss (trompeta). El nuevo material fue registrado en Dolores Gulch Studios, Einsteinium Studios, The Music Shred y Roth-Händle Studios en varias instancias del año 2023. Robert Berry se encargó de la mezcla en los Soundtek Studios y la ulterior masterización estuvo en manos de Reiner Gembalcyk en Sienna Digital, todo ello en el presente año 2024.


La dupla inicial de “Isobar IV” ocupa un espacio de casi 14 ¾ minutos: ‘Rational Anthem’ y ‘CatAtomic’ plasman convincentemente un adelanto del carisma estructural que es inherente a la propuesta de ISOBAR. El primer tema del disco empieza con efectos de una multitud para que la primera sección musical se explaye en una expresividad ceremoniosa cuya sutil sofisticación demuestra una ensoñadora majestuosidad desde muy pronto, y tampoco tardan en emerger recursos de incremento de la vivacidad melódica. Desde antes de llegar a la frontera del tercer minuto, el cuarteto gesta un clímax melódico bastante coqueto antes de volver a la ceremoniosidad inicialmente predominante. En cuanto a ‘CatAtomic’, se trata de un muy inspirado ejercicio de focos melódicos y atmósferas solemnes donde los ornamentos son manejados con muy pulida delicadeza. La intervención del violín permite la concreción de efectivos coloridos extara para el asentamiento del desarrollo temático. La sofisticada ingeniería rítmica es manejada con un groove sobrio bajo el palaciego entramado de guitarra, teclados y violín. ‘That I Know Of’ recibe cierto impacto de las vibraciones solemnes y el refinamiento melódico de la pieza precedente y le añade una dosis incrementada de musculatura rockera. De esta manera, la grandilocuencia lírica se resalta hasta el punto de crear un punto de encuentro entre los paradigmas clásicos de YES y GENTLE GIANT mientras se establece confluencias con la banda compatriota OVRFWRD. Cuando llega el turno de ‘Startling Over’, la banda se pone a experimentar con esquemas rítmicos propios del jazz-rock experimental. periplos disonantes y extravagantes ilaciones de diversos motivos que, en conjunto, resuenan como una inaudita confluencia entre lo Genesiano y lo Zappiano. Los parajes más ágiles ostentan un dinamismo muy llamativo. ‘Master Moots Meets The Unwashed Cousin’ reitera algunos de los densos traqueteos de la primera pieza del álbum mientras los remodela con un groove más arquitectónico. Los excelsos juegos de síncopas planteados por la dupla rítmica hacen que las bases armónicas y solos de los teclados y la guitarra acojan una jovialidad peculiar a través del extrañamente encantador desarrollo temático. La sección epilogar exhibe atmósferas exóticas con un talante cósmico. 

El sexto tema del disco ostenta el peculiar título de ‘Strangling Dandelions’ y su función principal consiste en abrir espacios de exploración de la faceta jazz-rockera de la banda. Reciclando vínculos con los legados de HAPPY THE MAN y HOLDING PATTERN, el cuarteto elabora un despliegue de fulgurosa opulencia que fluye naturalmente a través del cauce vivaz de la ingeniería diseñada para la ocasión. En algunos momentos, la estructura temática se deja invadir por unos recursos de gracilidad prog-sinfónica, lo cual añade una dinámica diversidad al asunto. Los matices de Latin-jazz del epílogo conforman un subterfugio bastante ingenioso. ‘Partial Zero’ comienza con una obertura grisácea de base marcial que parece aludir al paradigma académico de STRAVINSKY con algunos tenues matices Crimsonianos. A partir de allí, la banda vuelve a explorar motivos y grooves progresivamente densos con la elegante vivacidad de siempre. ‘Throne Rubber’ comienza con una secuencia rítmica bastante agitada, un breve preludio a lo que será un sofisticado ejercicio de puntuaciones ágiles que se sitúa en un área ecléctica bastante dúctil donde se hermanan GENTLE GIANT y NATIONAL HEALTH. Lo más extrovertido de la secuencia de los temas #4 y #6 es retomado aquí con una dosis extra de prestancia. ‘Phonosphere’ tiene un comienzo signado por un clima de pesadez psicodélica, tras el cual, el grupo acomete un nuevo trayecto por la senda de alternancias entre estándares progresivos y grooves jazz-rockeros. El vitalismo celebratorio de la sección epilogar tiene un inconfundible cariz Yessiano. El final del disco llega de la mano de ‘Telephone Game’, que es el tema más extenso del mismo con su espacio de más de 7 ¾ minutos. Su función primordial es la de rizar el rizo del eclecticismo sistemático que antes ha marcado a las composiciones más tortuosas del repertorio precedente, controlando muy bien lo que se desarrolla en el entramado colectivo. Lo más orientado hacia el discurso jazz-progresivo está en las labores del piano eléctrico y de la dupla rítmica, mientras que los demás teclados y la guitarra se mueven copiosamente por el área del preciosismo melódico propio del patrón prog-sinfónico. Tras un ceremonioso clímax grupal, unos nuevos ruidos de multitudes abren paso a una fuga de teclado y violín que, hasta cierto punto, retoma y amplifica el espíritu de las instancias iniciales del primer tema del álbum.  


Todo esto es lo que se nos brinda en “Isobar IV”, una muy lograda labor de versatilidad que deberá confirmar nuevamente a ISOBAR como un colectivo importante para la preservación del ideal progresivo en la escena actual del rock artístico. Repetimos algo que se dijo en el primer párrafo de la presente reseña: este nuevo disco ostenta un nervio renovador que juega a favor de las ambiciones artísticas de este grupo. Muy recomendable el disco.

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