HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
OBO es el nombre de un ensamble
hispano-ruso conformado por Alexey Kruglov [saxos soprano y alto, corno di
bassetto, flauta dulce, flautín ruso, saxo alto y corno di bassetto
preparados], Anastasiya Masloboeva [canto, dulcémele, salterio y loops], Ángel
Ontalva [guitarra, bajo y efectos] y Vasco Trilla [batería, percusión y
juguetes]. La propuesta de este cuarteto se instala en una tremendamente osada
encrucijada de avant-jazz, rock-in-opposition y estrategias de improvisación
enraizadas en la tradición de la musique concrète. Ontalva y Trillo
son viejos conocidos nuestros en referencia a OCTOBER EQUUS y otras iniciativas
de música experimental española pero ahora conocemos a este grupo por el disco
“Palace Of Waiting”, el mismo que fue publicado por el sello OctoberXart a
inicios de noviembre del año pasado. El material de este disco fue recogido a
partir de diversas sesiones que tuvieron lugar en Fuensalida, Barcelona, Moscú
y Siberia. La compenetración que existe entre estos cuatro músicos es tan
grande que la logística tan dispersa de estas grabaciones no altera en nada a
la alucinada armonía de las estrategias abstractas que sustentan a la ilación
de creaciones musicales que llenan el repertorio de este disco. Vale hacer una
mención especial al impresionante arte gráfica, la cual se basa en fotografías
realizadas por Nina Ai-Artyan y cuyo diseño estuvo a cargo del mismo Sr.
Ontalva: evoca de manera hermosa una atmósfera de contemplación absorbida por
la soledad y el ensueño, el reflejo visual perfecto de la música contenida en
el disco. Veamos ahora los detalles del repertorio en sí.
El repertorio de este disco consiste en
8 partes del concepto de “Palace Of Waiting”. La primera parte ocupa un total
de casi 10 minutos de duración, y en ella el ensamble empieza creando una
atmósfera de señorial expectativa donde los aleatorios recursos percusivos y de
vientos se compenetran a la perfección con el ensoñador canto femenino y los
minimalistas retazos de guitarra. En una segunda instancia, la ambientación se
torna un poco más sombría en base al asentamiento de una densidad flotante
apoyada en el protagonismo compartido del saxo y la guitarra: ahora nos
enfrentamos a un sortilegio deconstructivo. La segunda parte dura poco menos de
9 ¼ minutos y su misión consiste en seguir ahondando en el factor flotante que
se impone inapelablemente. De hecho, late un permanente estado de misteriosa
inquietud en la amalgama posmoderna que se va construyendo a lo largo del
camino; el factor folklórico se hace notar de una manera sabiamente retorcida.
Hay un momento de relativa placidez cerca del final cuando el salterio elabora
un motif de tenor místico. Para la tercera parte, el grupo se centra en un
diálogo libre donde cada input se
regocija en su propia energía particular mientras refuerza su convivencia con
los demás: se respira, sin duda, un aire de exaltación contemplativa en medio
de la abstracción reinante. La soltura se repite e incluso se incrementa en la
cuarta parte, lo cual hace que no sea tanto el diálogo sino el desafío abierto
la norma bajo la cual las bizarras interacciones entre los instrumentos
partícipes se estructuran. En el caso de la batería de Trilla notamos un
refrescante despliegue de revitalizante vigor. Las cosas parecen volver al
limbo de tensiones grisáceas que había signado a las dos primeras partes en la
quinta, pero éste es tan solo un diagnóstico parcial de los hechos: más bien
late aquí un nuevo impulso para las inquietudes etéreas del inicio bajo lo que
parece ser el impacto de musculatura abstracta creado por las partes tercera y
cuarta.
Donde sí se da una abierta
recapitulación de las atmósferas predominantes de la segunda partes es en la
sexta, la cual también goza de un generoso espacio de más de 9 minutos. La
continua labor de reconstrucción y deconstrucción de atmósferas folklóricas
apelan a un clima de nostálgico exorcismo por vía de las cuerdas y el canto,
siendo así que los vientos aportan un avasallador recurso de neurosis. El
bloque sonoro de la séptima parte se inicia con unos elegantes fraseos de la
guitarra de Ontalva, y de hecho, este instrumento se erige en núcleo gravitante
para la elaboración de los aportes gráciles del salterio. El aura reflexiva de
este pasaje del disco es una idónea preparación para el arribo de la octava y
última parte, la cual básicamente se centra en replantear las dimensiones más
musculares de las osadas excursiones precedentes para llevar a la lógica de la
deconstrucción a su dimensión más majestuosa. En un perfecto híbrido de
free-jazz y rock-in-opposition traducido al dialecto aleatorio de la cámara de
vanguardia, el ensamble crea un nuevo ejercicio de desencuentros y reencuentros
a través de una dinámica que ostenta vivazmente la fragilidad de cada instante
sonoro. La guitarra está especialmente lucida mientras que el saxo despliega
sus intervenciones más agresivas del disco. De una manera tan ágil como sutil,
la banda logra llevarnos hacia su faceta más misteriosa en las instancias
finales de esta última parte. Todo esto fue “Palace Of Waiting”, un disco
desafiante hasta lo abstruso, tan complejo como osado, pero ante todo, señorial
en su propuesta, basada en las concepciones más heroicas y perspectivas más bizarras de la vanguardia
musical dentro de un lúcido encuadre avant-progresivo. OBO es un colectivo muy
talentoso del cual esperamos más cosas en el futuro próximo.
Muestras de
“Palace Of Waiting”.-
Palace Of
Waiting III: https://octoberxart.bandcamp.com/track/palace-of-waiting-iii
Palace Of
Waiting VIII: https://octoberxart.bandcamp.com/track/palace-of-waiting-viii
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