ZWOYLD: una nueva voz para el ideal avant-progresivo de Francia
HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy es el turno de presentar al grupo francés ZWOYLD, un ensamble fundado por Gilbert Brown en la localidad de Clermont-Ferrand en el año 2013. Brown no es instrumentista dentro del grupo en cuestión pero sí funge de guía permanente en los procesos de grabación y coescribe el material aparecido en los dos discos que los ZWOYLD tienen hasta ahora en su haber. Los traemos a colación hoy so pretexto de su segundo disco “Zdong”, el cual fue publicado a inicios del pasado mes de julio. El ensamble que se hizo cargo de este disco está conformado por el baterista Théo Karcher, el bajista Gaétan Riou y el guitarrista Etienne Mazoyer, además del teclista Mathieu Lévigne (quien alterna el rol con el antes mencionado Mazoyer), y otro guitarrista llamado Théo Pachèvre, quien aparece en un par de temas. Hay un invitado, el saxofonista Loïc Mounier, que aparece en el tercer tema del álbum. El grupo en cuestión publica su material en su blog de Bandcamp, pero también ha decidido hacer una limitada edición en CD de doble digipack donde se recoge tanto a este nuevo disco como al anterior, “200 000”, el cual data de marzo del año 2014. Aunque nuestro interés actual se centra en “Zdong”, nos parece justo echar antes un vistazo a “200 000” ahora que el mismo personal de ZWOYLD lo está actualizando con una edición remasterizada. La primera alineación del grupo constaba del quinteto permanente de Karcher [batería y percusiones], Riou [bajo, botella y canto], Lévigne [órgano, piano eléctrico Fender Rhodes, mellotrón y sintetizador], Pachèvre [guitarra, flauta, kalimba, sintetizador y canto] y Goulwen Brager [guitarra, percusiones y canto]. Aunque Brager no toca en el nuevo disco, se hace cargo del arte gráfica en ambos discos... Y, cómo no, Gilbert Brown estaba siempre allí provocando la inspiración musical y brindando la logística para los músicos.
El primer disco comienza con ‘Sŷs’, tema de casi 10 minutos de duración. Sus dos primeros motivos se centran en el discurso del jazz-rock, primero en clave de vibraciones optimistas y extrovertidas bajo una inspiración aflamencada, luego con un talante más introvertido donde predomina una aureola reflexiva y serena. El tercer motivo ya transita decididamente por el sendero avant-progresivo con muy atenuadas connotaciones sombrías: ya estamos en el terreno del rock-in-opposition sobre un esquema rítmico parsimonioso que primero se muestra árido y luego más suntuoso. De todas maneras, esta penetración en lo sombrío nunca se hace aterrador ni oscurantista de manera frontal; todo fluye de manera envolvente para asegurar una transición natural hacia una retoma del segundo motivo. En lo que queda de este trayecto musical, que incluye burlescos arreglos corales, el grupo se proyecta hacia una tensión estilizada donde se genera un espacio intermedio entre HONEYELK, KING CRIMSON y WEIDORJE. ‘Saink’ sigue a continuación para elaborar una bizarra celebración saltarina y traviesa donde la luminosidad explícita en los guitarreos y el enardecimiento motivado por la labor de la batería se conjugan en una excelsa fogosidad muy propia de lo que podríamos describir como una cruza entre MASSACRE, DON CABALLERO y PRESENT. La ilación de diversos motivos y el empleo de grooves y tempos complejos dan un aire de distinción a esta atmósfera de extravagante carnaval progresivo. Es casi como una versión bailable del avant-progresivo alimentado por el RIO y el chamber-rock. ‘Chaä’ es la pieza más extensa del disco (dura 14 minutos), estando a todas luces concebida para encarnar algunas de las pautas más pomposas y efusivas de las dimensiones más estrafalarias del ideario estético de ZWOYLD. La primera sección trama y enarbola una simpática remodelación del ideario dadaísta de los GONG de los tres primeros álbumes para enmarcarlo dentro de una ágilmente tensa encrucijada de math-rock y PRIMUS. La segunda sección, si dejar atrás lo travieso, se focaliza en atmósferas tenebrosas que hacen que ahora el persistente dadaísmo musical deje de ser juguetón para ser inapelablemente denso. Para lo que queda de la pieza, su desarrollo temático se transporta desde el vitalismo luminoso del inicio hasta una ceremoniosidad moderadamente densa. En la sección final, el ensamble elabora una majestuosa parsimonia que nos remite en cierto modo a los PINK FLOYD de la fase 69-73. Un gran tema, sin duda, un oportuno continuador del esplendor de ‘Saink’ para llevarlo hasta otro nivel de entusiasta eclecticismo.
En abierto contraste con la pieza precedente, ‘Melkü’ se caracteriza por exhibir mayormente recursos de espiritualidad celebratoria, añadiendo grooves en clave de Latin-jazz y ritmos circenses en su arquitectura básica a fin de que las interacciones entre la guitarra y los dos teclados (incluso en los pasajes más grisáceos) puedan dar rienda suelta a sus fluidas ligerezas. En este sentido, los aspectos arabescos que signan a varios de los fraseos de guitarra de la sección intermedia reciben añadidos toques de vivacidad expresiva en un momento en que el talante celebratorio predominante de la pieza había bajado algunos decibelios. Una vez que todo vuelve a acomodarse y desarrollarse bajo las coordenadas predominantes, la espiritualidad de la instrumentación global se torna solemne con un cariz surrealista, algo así como la faceta más extrovertida de los HONEYELK reacomodada por el paradigma del STEVE HILLAGE de la fase 76-78. Tenemos aquí un cénit absoluto y decisivo del álbum, no nos cabe ninguna duda al respecto. ‘Trwä’ capitaliza las agitaciones señoriales del ítem precedente mientras revitaliza los elementos dadaístas que con tanta albarabía habían florecido en el tercer tema del disco. El inicio es oscuro y expectante, tomándose su tiempo para instaurar e impulsar un cuerpo central que conforma el intermedio exacto entre los KING CRIMSON de la fase 72-74 y PRESENT, con algunas modulaciones a lo DON CABALLERO y otras al estilo del ZAPPA de la fase 74-78. La pieza que cierra “200 000” se titula ‘Psøn’, encargándose de volver de lleno a la suntuosidad neuróticamente celebratoria de ‘Saink’, comenzando con un motif en clave de retorcimiento post-rockero del estándar de PRESENT. Luego, las cosas se orientan en un esquemático fragor confluyente de Zeuhl y jazz-rock, siendo así que la astuta arquitetura rítmica en curso llena de vitalista gracilidad a un motif que se caracteriza por ser oscuramente obtuso. Un segundo cuerpo central nos devuelve el fulgor carnavalesco que ya conocemos de otros pasajes dadaístas insertos en el repertorio previo, con lo que el factor jazz-rockero debe adquirir más empuje en medio de la tortuosa neurosis que dirige al desarrollo temático. ¡Qué gran manera de concluir el disco!
Pasamos ahora al nuevo disco “Zdong”. Los primeros 8 3/4 minutos del álbum están ocupados por ‘Zundia’. El prólogo de esta pieza está signado por un aura de sigilosa serenidad que incluso se siente cándidamente vulnerable en su armazón armónico a dos guitarras, siendo así que el primer motif pasa a una ambientación cálida de la mano de un groove fusionesco mayormente instalado sobre un compás de 6/8. El clima de extroversión alegre ya está solventemente instalado cuando llega el momento en que esa alegría se desvíe hacia un sendero de sistemática neurosis donde se alternen momentos densos con otros gráciles. Ahora estamos en un terreno dual de inquietud y liviandad en el que la dupla rítmica maneja la arquitectura más rigurosa de toda la pieza mientras las guitarras escogen en qué pasajes alternan momentos de lucimiento individual y en cuáles otros se complementan. Justamente es un momento de complementación el que cimienta la vía hacia el clímax final. Muy impactante inicio de disco. El segundo tema del repertorio (el más largo con sus casi 9 minutos de duración) se titula ‘StarShoo’, siendo su función principal la de capitalizar el legado de la pieza inicial con un realce un poco más meticuloso de la potencial aridez sónica de la que es capaz el ensamble. De esta forma, la neurosis progresiva se convierte en la regla fundamental de juego para la instauración del jam central, el mismo que acusa por igual las influencias del paradigma space-rockero como de los MAGMA de la época 76-78, con alguno retoques adicionales de corte stoner. Poco antes de llegar a la frontera del sexto minuto, las cosas se calman un poco con un ceremonioso interludio guiado por capas de órgano, un interludio que en realidad es un puente hacia la última sección en 7/8. Esta sección final está marcada por una sólida actitud jazz-rockera donde se luce un punche bastante aristocrático bajo el signo de un fabuloso solo de guitarra.
‘Jolitude’ es una canción jovial cuya primera sección está asentada sobre un compás de 5/4: el enfoque burlón del canto ayuda bastante a reforzar la sensación de jolgorio. El bloque compositivo diseñado para esta pieza se centra en una festiva espiritualidad dadaísta, una jovialidad que ostenta el orgullo de ser tan extravagante como es. Eso sí, no faltan esas irrupciones filudas y tensas que nos remiten a una especie de fusión entre MAGMA y los KING CRIMSON de los 90s a través del filtro hibridizado entre unos DON CABALLERO y unos HYPNOS 69. Las florituras del saxofón ayudan bastante a realzar los aires de tirantez y las brumas de presión que se adueñan como si nada del paisaje sonoro que se va dibujando a lo largo del camino. El canto vuelve para la última instancia de la canción así como el aura de jovialidad. ‘Riravaler’ está más ciertamente enfilado por la vía del jazz-rock progresivo, siendo así que la vitalidad inherente a todos los motifs interconectados se benefician de la prestancia señorial que se produce con la interacción entre el vitalismo aristocrático del teclado y el vigor incandescente de la guitarra. Como siempre, la dupla rítmica cumple a la perfección con su labor de asentar la ingeniería apropiada con una chispa consistente e inagotable. Hacía falta esta coyuntura de luminoso alborozo tras el gozo dadaísta exhibido en ‘Jolitude’. Todo culmina con el arribo de ‘Tutti Quanti’, pieza diseñada para seguir ahondando en las exploraciones jazz-progresivas que signaron al esquema de trabajo de la pieza precedente, pero esta vez con un talante más reservado y una espiritualidad más otoñal. La función de esta pieza de cierre está claramente orientada hacia la plasmación de un temple reflexivo donde la fuerza de carácter, sin ser vaciada, se desdobla y contiene dentro de sí misma para dejar que los pensamientos y emociones fluyan solos sin derrochar una energía controladora y fiscalizadora de los mismos. Este momento de contemplación resulta bastante oportuno tras la expansión y el desenvolvimiento de cerebrales aventuras extrovertidas en la mayor parte de los organismos sonoros desplegados en el repertorio precedente: el cierre idóneo para “Zdong”.
Un poco tarde hemos descubierto a los ZWOYLD pero nos alegra mucho haberlo hecho ahora del mismo modo que nos hubiera alegrado también mucho el haberlo hecho antes: estos dos discos que hemos repasado hoy son gozadas totales que imponen una propuesta muy interesante en lo que compete a un enfoque ecléctico de musicalidades avant-progresivas. Vale totalmente la pena hacer el esfuerzo de descubrir y apreciar lo que esta banda ofrece al actual escenario variopinto del rock progresivo.
Muestras de ZWOYLD.-
Saink: https://zwoyld.bandcamp.com/track/saink
Melkü: https://zwoyld.bandcamp.com/track/melk
Trwä: https://zwoyld.bandcamp.com/track/trw
StarShoo: https://zwoyld.bandcamp.com/track/starshoo
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