Hoy se nos antoja repasar dos momentos distintos pero igualmente relevantes dentro de la larga historia de IQ, uno de los grupos más imperiales de eso que se dio por llamar rock neo-progresivo (léase, rock progresivo sinfónico con sensibilidades más frescas inspiradas por el espíritu de las nuevas movidas del rock que tenían lugar desde fines de los 70s en el underground británico). Nos referimos a los momentos de “Tales From The Lush Attic” y “Ever”, discos que en este año 2018 cumplen 35 y 25 años de edad, respectivamente. Bautizado a partir de un término psicológico (Holmes empezó a estudiar la carrera pero no duró muchos años su vida académica), el grupo IQ se formó a mediados de 1981 cuando el guitarrista Mike Holmes y el teclista Martin Orford decidieron disolver el cuarteto instrumental THE LENS para hacer un grupo progresivo que diera más espacio a temas cantados. El primero en incorporarse a este proyecto naciente fue el bajista Tim Esau, quien también era dueño de un equipo de grabación. El segundo en unirse fue el baterista Mark Ridout, pero él dejó al poco tiempo el grupo para ser reemplazado por Paul Cook. A los pocos meses, Peter Nicholls entró a IQ (procedente de la banda de rock experimental THE SAME CURTAIN). Juntando temas ya grabados por el aún cuarteto con los hechos por el quinteto definitivo (incluyendo la balada ‘For The Taking’ que trajo Nicholls de su grupo anterior), el grupo publicó de forma independiente su primera grabación oficial: la casete “Seven Stories Into Eight”, que data de la segunda mitad de 1982. Bien es verdad que Holmes y Nicholls se conocían desde antes, más exactamente, la fila para entrar a un concierto de GENESIS durante la gira promocional de su entonces nuevo disco “A Trick Of The Tail”, ese crucial primer disco sin Peter Gabriel. También formó parte de esa experiencia de camaradería un tal Niall Hayden, siendo así que Hayden y Holmes pronto formarían un grupo instrumental llamado THE GILN al inicio, rebautizado pronto como THE LENS. No entraremos en más detalles sobre la trayectoria de THE LENS pero sí diremos que el teclista original fue reemplazado por un tal Martin Orford, ese Orford que por muchos años será socio de Holmes. El hecho es que en la época de este casete de debut ya estaba completada la primera alineación clásica de IQ: Peter Nicholls al canto; Mike Holmes a las guitarras; Tim Esau al bajo, los pedales bajos y los coros; Martin Orford a los teclados y los coros; y Paul Cook a la batería.
‘Through The Corridors (Oh! Shit Me)’ suena a una canción
típica del post-punk y la new wave (como una cruza entre THE PSYCHEDELIC FURS y
THE STRANGLERS) con añadidos ornamentos y solos de sintetizador de tenor sinfónico al modo de unos GENESIS tratando de emular a THE DAMNED de la época 1980-82.
Tocando el no muy agradable tema de la pedofilia con un espíritu de cruel
sátira, esta canción que apenas sobrepasa los 2 ½ minutos de duración se
encarga de establecer una contraparte a la maratónica sofisticación de la suite
de apertura. El lado B del vinilo comienza con la estupenda y vibrante canción ‘Awake
And Nervous’, una oda a la ansiosa agitación mezclada con agotamiento que
siente el músico de rock cuando está terminando la última canción de un
concierto. La letra de Nicholls refleja genialmente ese pletórico malestar (o
incómoda bendición, si se quiere) en líneas como “With panache I keep a-crashing / Through the sky, / No compassion have
I” y “Through the pandemonium,
/ My heart is beating like a drum. / Barricaded in here, / crawling’s
getting creepier. / With my head in my hands, / all the heaven in my
heart”. Las frases finales son directas: “Get me out of here, let me get away / Let me out of here, let me go
today.” Lo paradójico es que muchas veces la banda escogía esta canción
para iniciar los conciertos y solo unas pocas veces aparecía al final. La verdad
que se trata de una canción con muchísimo gancho a despecho de su duración de 7
¾ minutos y su utilización principal del compás en 7/8. Mientras el fade-out se
encapsula bajo una capa minimalista de sintetizador se abre la puerta a una
bella sonata de piano de cola compuesta por Orford, la cual responde al
estrambótico título de ‘My Baby Treats Me Right ‘Cos I’m A Hard Lovin’ Man All
Night Long’. La razón de este título tan sexista se debe a una intención que tenía Orford al respecto: primero, quería evitar ponerle un título pretencioso con una palabra académica (sonata, claro de luna, ese tipo de cosas); segundo, quería poner un título realmente pedestre que parodiara las pretensiones donjuanescas que grupos como WHITESNAKE y DR. FEELGOOD parecían tomarse muy en serio con ridícula autocomplacencia en las letras y títulos de sus canciones. Bueno, esta pieza no tiene nada de ridículo ni burdo: los efluvios del piano fluyen cuales ondas de agua en una noche agitada que no llega a ser tormentosa.
El disco cierra a lo grande con otra suite, esta vez de
poco menos de 14 minutos de duración: ‘The Enemy Smacks’. Las escalas de órgano iniciales encajan a la perfección con la última nota de íano que suena en el breve interludio precedente. Se trata de uno de
los ítems más teatrales que haya
compuesto jamás la gente de IQ,
sirviendo como el pretexto ideal para que Nicholls interprete frente a la
galería las tres fases del drogadicto que se hunde cada vez más en su adicción
a la heroína: el periodo de los primeros experimentos, con una cuerda atada al
brazo y besándola esporádicamente; el del avanzado deterioro, con una chaqueta y
una máscara blancas, ostentando un lenguaje corporal lánguido y pasivo; el de
la fatal sobredosis que lleva a la muerte, con la misma máscara blanca y una
capa negra que llega a cubrir la cabeza. Lo mejor de la letra, según nos
parece, está en la segunda sección cantada: “Here
in my rocking-horse house, / I keep the curtains drawn. / Inside my little
head, / I hear them screaming out my name. / Here in my rocking-horse room, / I
keep my eyes shut tight. / Inside my peeping-holes, / I know that if they're
empty I can sleep.” Como es de suponer, hay varios pasajes melódicos a
cargo de los instrumentistas, jugando con diversos y complejos parámetros
rítmicos, pasando desde lo frenético hasta lo tenebroso, a veces coqueteando
con el heavy metal y en algún momento instaurando un groove blues-rockero de
talante psicodélico. La sección final que se abre con rotundo filo rockero tras
las últimas palabras que emite Nicholls (“Here comes the enemy,
the beast in me, / Alive a little more. / On my hard shoulder, The warning goes deeper than before. / I still got second sight. / I
still can see at night.”) ostentan una cadencia acalambrada y
cortante muy funcional para las emulaciones de los fatídicos
estertores agonizantes de la víctima de sobredosis que actuaba Nicholls sobre el escenario. ¡Qué tal final de disco!... Y de hecho, es nuestra canción favorita de este disco de debut. La reedición por el 30mo aniversario de “Tales
From The Lush Attic” incluye una versión nueva (del año 2012) de la balada
pastoral ‘Wintertell’, la cual había sido compuesta por Nicholls y Holmes para
ser incluida en el álbum como puente entre ‘Awake And Nervous’ y ‘The Enemy
Smacks’ pero la pieza escogida para esa función fue la sonata de piano
mencionada en el párrafo anterior. Según palabras de Orford, la balada en
cuestión todavía estaba en estado primigenio y no iba bien con el estilo
general del disco, mientras que su composición era una entidad ya finiquitada,
tenía una esencia sinfónica y acababa con el mismo acorde que daba inicio a ‘The
Enemy Smacks’. Nicholls, por su parte, defiende a la canción y rechaza el reproche de que era demasiado personal para que su presencia tuviese sentido dentro del disco, pues también un solo de piano de parte de un único integrante del grupo también es un asunto personal. Pero bueno... ¿qué tal si ponemos aquí un fragmento de su entrañable letra? – “Both out of words
and out of hope, / Another day exactly like I’ve come to know. / So nervously I
close my eyes / In hoping, when I open them, that she’ll be gone. / For well
she knows I can’t give in to sorrow, / I wait for a chance to be letting her
know, / I love her enough to be letting her go.” Todo un poeta Peter Nicholls.
Por la maqueta de ‘Wintertell’ que conocemos por el recopilatorio de rarezas “The Lost Attic”, podemos decir que esta bella y cálida canción estaba todavía en estado primitivo; podemos considerar a esta versión del 2012, que además de canto y guitarra acústica, incluye unos primaverales ornamentos de teclado y unos gráciles aportes de guitarra eléctrica, que por fin encontró su esencia definitiva. En esta reedición de 30mo aniversario que hemos mencionado, también hallamos la versión rescatada de la primera versión de la sección final de ‘The
Last Human Gateway’, una maqueta parcial de la electrizante canción ‘Just
Changing Hands’ y lo mismo para ‘Dans Le Parc Du Château Noir’. No solo eso,
también hay un DVD donde encontramos la mezcla original del LP (con fallas
incluidas como, por ejemplo, el borrado de una parte del solo de sintetizador
en la sección penúltima de ‘The Last Human Gateway’), el vídeo del concierto en
el Zoetermeer (23 de octubre de 2011) donde el grupo toca el disco íntegro (ya
con la formación que incluye a Neil Durant en la labor de teclista), la casete
original de “Seven Stories Into Eight” (sí, ese ítem de 1982), más algunos ítems registrados
durante las sesiones de grabación del primer LP. Dos de ellos son los ensayos
respectivos para la primera versión completa de ‘The Last Human Gateway’ y la
de ‘The Enemy Smacks’, así como un par de interludios instrumentales que
quedaron sin utilizarse. Y bien, lo que sigue entre 1983 y 1991 es historia
conocida: el grupo logra concretar en el año 1985 su segundo LP de estudio “The
Wake”, todo un triunfo artístico que no llega a celebrarse apropiadamente en
las Navidades de ese año pues para entonces el grupo tenía en sus filas a un
nuevo frontman llamado Paul Menel. Con
los nuevos aires que trae este señor, el mayor poder creativo que tiene Esau y
las presiones del sello fonográfico, IQ se convierte momentáneamente en un
grupo esquizoide atrapado entre un pop-rock glamoroso y ciertos resistentes rezagos del rock progresivo inicial, algo así como unos GENESIS atrapados entre el paradigma de “Abacab”
y el de “And Then There Were Three”, con algunos guiños a los RUSH de los 80s. Así las cosas, se gesta un par de álbumes que son
“Nomzamo” (1987) y “Are You Sitting Comfortably?” (1989). Con las presiones de
unos envalentonados Holmes y Orford por volver a las raíces progresivas del grupo y la aún mayor presión que el grupo padecía al no gozar del apoyo necesario de parte del sello Phonogram, Tim Esau y Menel deciden abandonar el barco tras concluir la gira de promoción del segundo disco antes mencionado. Sin mayores recursos económicos y con la sensación de no contar con más energías para seguir adelante como un grupo renacido al ideal
del rock progresivo con miras a la inminente década de los 90s, IQ, como
cuarteto y con el reclutamiento de Les “Ledge” Marshall al bajo (amigo de toda la vida y ocasional integrante de THE LENS), decide
hacer unos conciertos especiales con Orford al canto y, además, con la participación
especial de Peter Nicholls para las tres últimas canciones del último de estos conciertos. Como se puede suponer, este último evento generó una locura gozosa en el público, aunque en la mente de Nicholls, se trataba solamente de su despedida del mundo de la música (tras la disolución de NIADEM’S GHOST, el cuarteto post-punk que formó tras salir de IQ). La despedida se prolongó un poco más cuando IQ fue invitado a abrir para MAGMA en Le Cigale de París, el 22 de febrero de 1990: primer concierto de IQ con Nicholls al frente en la Europa Continental ante un público muy receptivo. ¿Qué más podía pedir Nicholls para su última jornada como rockero?... Pero, ¿realmente sería su última jornada?
Bueno, a los pocos días de que sucediera esto, empezó a surgir en las cabezas de los cuatro instrumentistas la idea de resucitar IQ como entidad progresiva y empujar el carro por esa dirección mientras empezaban a componer nuevo material y pensar en organizar audiciones para el sucesor de Paul Menel. Pero un suceso tan lamentable como la muerte de Marshall (según parece, por suicidio) no hizo sino aumentar las ganas de concretar esta resurrección progresiva; la mala onda comunal que había empujado a Nicholls a abandonar el barco a mediados de 1985 quedaba reducida a cero, por lo que había ganas para hacer todo esto y, prácticamente sin ningún debate ni ninguna negociación, quedaba claro que IQ debía seguir adelante y lo tenía que hacer con Nicholls como reemplazante de su propio reemplazante. Ya para ese tiempo, el bajista John Jowitt era un conocido de la banda en tanto que su grupo ARK había teloneado a IQ un puñado de veces: él era un ferviente fan de la banda y se había comunicado con ellos para averiguar si necesitaban un bajista, por lo que las fichas estaban completas cuando ingresó al grupo. Ni siquiera se hizo una audición propiamente dicha: simplemente acordaron todos juntarse y tocar a ver qué pasaba... y lo que pasó sonaba muy bien. Con la fundación de su propio sello Giant Electric
Pea, el quinteto publicó una recopilación de rarezas titulada en falso francés
“Jai Pollette d’Arnu” para financiar parte de los gastos de preproducción de lo
que habrá de ser un nuevo disco. Además de la muerte de Marshall, también ocurrió la de Geoff Mann, artista amigo de la banda que dividía su vida entre el sacerdocio anglicano y la música (incluso llegó a reunirse con sus compinches de TWELFTH NIGHT para grabar un par de temas para un recopilatorio). También había fallecido el padre de Nicholls en 1989 y, durante esta etapa de reencuentro, también falleció el padre de Holmes; así las cosas, las Musas de Nicholls le inspiraban a hacer varias letras sobre el rol que cumple la muerte en el significado, los desafíos y los dramas de la vida, aunque también sobre la temporalidad y los cambios. Como en los viejos tiempos, Nicholls no solo haría las letras y se encargaría del canto, sino que también se encargaría de la parte gráfica de la portada y demás páginas del librillo del CD. “Ever” es el título apropiado para el disco: una palabra que designa el
hecho de que quienes se van lo hacen para siempre, pero también que ellos dejan
huellas eternas en quienes les conocieron, y cómo no, que el círculo de la vida
y la muerte da vueltas por siempre sin parar. Los seis temas que conforman el disco fueron grabados en marzo de 1993 en los Parkland Studios de Hampshire
Jacobs (Farnham) y en The Cutting Rooms de Manchester, teniendo lugar en el
siguiente mes los procesos de mezcla (los Moles Studios de Bath) y de
masterización (en Digipro, en la localidad holandesa de Soest). “Ever” salió al mercado en el 12 de junio de ese mismo año 1993, fecha que queda como el día oficial en que IQ inició su hasta ahora vigente fase de madurez definitoria. Orford añade la flauta a su arsenal de numerosos sintetizadores mientras que Holmes añade la guitarra-sintetizador Roland a su propio destacamento de guitarra eléctricas y acústicas de 6 y 12 cuerdas, mientras que el recién llegado Jowitt trae consigo sus bajos Warwick, Rickenbacker, MusicMan y Wal Fretless junto a la pedalera Moog Taurus. El grupo está decidido a elaborar y edificar un esquema sonoro masivamente pletórico con un enfoque genuinamente prog-sinfónico, aquel enfoque con el que el grupo nació.
El
repertorio de este disco comienza con una frontal declaración de principios sobre
lo que significa volver de lleno al sendero del rock progresivo y sostenerse
sobre ese posicionamiento con orgullo y convicción: la canción de casi 11 minutos de duración ‘The Darkest
Hour’ es la perfecta encarnación musical se esa declaración de principios. Comenzando
con un prólogo signado por pura polenta rockera arropada por el preciosismo de un
esquema rítmico complejo y vibrantes ornamentos de sintetizador, la pieza va
armando sólidamente y a paso firma la ilación de los diversos motivos que se
articulan bajo una meticulosa ingeniería progresiva.
Algo nuevo se nota en la poesía de Nicholls, hay un apego a un
dramatismo más elaborado y un enfoque más descriptivo: “In spite of everything I recognise the end / And feel the scars that
never heal. / I keep the purity, buried as I am / In an effort to conceal.”
– “Nothing any good ever came from me, / Thought
I could run you in the ground. / What do I do, what kind of fool / Covers you
like an animal?” Algo nuevo se nota también en su canto, el cual es
manejado con mayor suavidad, y esto último es muy conveniente para engarzarse
con los encuadres instrumentales que desarrollan sus compañeros de viaje. Se nota
que este IQ no solo está resucitado sino también totalmente maduro, dispuesto a
volar hacia las más elevadas alturas del arte del rock, haciéndose mejor en vez
de decaer con el paso de los años. Se nota en el estilo de Jowitt que el bajo
tiene una musculatura nueva dentro del sonido grupal; incluso la sección intermedia con tempo predominante de 10/8 fue su primer aporte compositivo al canon de IQ. El epílogo, de envolvente
tenor melancólico, se sostiene sobre el canto y los teclados para redondear a
plenitud la arquitectura de claridad melódica que se ha venido desplegando: aquí se combina la imagen de un silencioso respetuoso con esa otra de una reflexión solitaria que uno hace al encarar el fin de su mundo. “Another day leads me on and I will follow. / Whatever
it takes now, I’ll do if it’s over. / And he won’t hurt me now, I know, / When
I’m losing all the power, / And he won’t hurt me now / In this darkest hour.”
La
segunda canción es ‘Fading Senses’ y cuenta con dos secciones respectivamente
tituladas ‘After All’ y ‘Fading Senses’: su temática es claramente funeraria – “After all the days of fading senses / This
has taken more than I had to give. / If we face the one we’ve been avoiding / And
I’m out of all control again, Let me go.” La primera sección es cantada y
se sustenta sobre un etéreo armazón de teclados, guitarra de 12 cuerdas y bajo
sin trastes, retratando solventemente el aire de triste expectativa que rodea a
las últimas horas de vida de un ser querido. La segunda sección es un bello
estándar instrumental sobre un medio tiempo que nos remite por igual a los modelos
del CAMEL de fines de los 70s y al PINK FLOYD de la época post-1983. ‘Out Of
Nowhere’ es la canción más marchosa del disco, de hecho, se puede decir que es
la que más muestra la dimensión pop que juega un rol secundario pero patente
dentro del ideario musical de IQ. Eso sí, los quiebres rítmicos no están
ausentes aquí con esos ornamentos ocasionales en 7/8 que tienen lugar en
algunos interludios estratégicos. La personalidad celebratoria del disco
refleja el empuje por vivir en medio de todas las pruebas y peligros que la
vida tan desafiantemente nos ofrece a cada momento. La guitarra es la dueña de
todos los solos y no son precisamente muy pirotécnicos pues la idea es mantener
de principio a fin un talante de ágil ligereza. Por el contrario, ‘Further Away’
– la canción más extensa del disco con sus 14 ½ minutos de duración – nos muestra
las aristas más graves y solemnes del disco.* Con una letra inspirada en la
clásica novela Cumbres borrascosas de
EMILY BRONTË (publicada por primera vez en 1847 bajo el seudónimo de ELLIS BELL),
el grupo comienza la obra con un prólogo ingrávido de matices otoñales (con
añadidos ornamentos de flauta), pasando luego a un ambicioso y prolongado pasaje
rockero cargado de gran fragor emocional y sostenido mayormente sobre un compás
de 12/8; luego sigue un interludio donde se vuelve a una etérea gracilidad,
esta vez combinando lo otoñal con lo luminoso, para finalmente aterrizar en un
epílogo donde el candor y la pasión se asocian en una emoción de exaltación del
amor como una fuerza revitalizada más allá de la vida terrenal. “Go wherever you can be / And live for the
day, / It’s only wear and tear. / Doesn’t matter anymore, / If I’m losing you /
You’re always everywhere […] What have they done? / Stay with me! / Can you say
where you are? / I’ll be there, I’ll do it, just tell me, / I’ll never let go.”
Una
suite tremenda tenemos en ‘Further Away’, no nos cabe duda alguna sobre ello.
Los solos de guitarra y de sintetizador ocupan sus respectivos lugares con
gracia y distinción. Por su parte, Nicholls nos regala más de su esplendorosa
poesía: “Tension seekers and public
speakers defend / These they have come to judge. / Seasoned liars and false Messiahs
descend / To lay on the feeling touch / And I’ve seen too much / Day by day and
I don’t know why. / After all, don’t we matter the same?” – “I was the first in that sinister bed, / Closing
the shutters and cutting the thread. / Shackled and fettered I know who you are,
/ Bleeding the heart and the mind as the rivers run red. / Somebody said «Here
is Hell».” La emoción desgarrada y sofisticada con que nos ha dejado
esta canción adquiere un matiz más contemplativo en la penúltima canción del
álbum, la cual se titula ‘Leap Of Faith’ y tiene una temática centrada en el ciclo de vida y muerte que marca la
vida de los seres humanos de generación en generación. Una muestra de la letra ilustran esta noción: “I can see something in that smile, / In the
way they play. / They're passing down the line, / Opening the tears and the
emptiness. / No danger signs, / Features unrecognised until now.” – “Time enough when old sensations / Won't
remind anymore. / Unaware of all the children, / Running rings without a care,
/ Joining in their games.” No ocultaremos que se
trata de nuestra canción favorita de “Ever” (y de todo el catálogo histórico de la banda) pues es aquí donde las ideas musicales llegan a la máxima expresión de belleza estilizada, la misma que es transportada hacia un peculiar culmen de especificaciones sinfónicas en el extenso epílogo instrumental: éste acoge uno de los más intensos diálogos entre guitarra y sintetizador que haya compuesto jamás la dupla de Holmes y Orford, todo ello mientras la dupla rítmica trabaja un groove fluidamente llevadero sobre una natural ilación de compases inusuales. Engarzado con el final de ‘Leap Of Faith’ está el tema que cierra el disco: la balada en clave Cameliano-Genesiana ‘Came Down’. Esta canción llanamente orientada hacia una emotividad vulnerable se maneja con bastante sobriedad en sus arreglos instrumentales, logrando que la expresividad rockera del momento se constriña a la sencillez de las cavilaciones existencialistas expuestas en la letra. Desde la guitarra se dirige la esencia melódica del cuerpo central recurrente mientras los teclados arman bases y orquestaciones comedidas. El camino hacia el fade-out logra, en simultáneo, exponer una aura de liviano distanciamiento una vez que terminan de resonar las últimas palabras de Nicholls, y un repique de tersa melancolía convertida en silenciosa contemplación. El aire de duelo que atravesó a todo el disco transita ahora, en su punto final, por el sendero de la serena resignación.
Muestras de IQ (1983).-
The Last Human Gateway: https://www.youtube.com/watch?v=PGNch4QvShU
Awake And Nervous: https://www.youtube.com/watch?v=CEi3oKJ8WZE
The Enemy Smacks [en vivo, 1993]: https://www.youtube.com/watch?v=bcg5AX2gxaw
Muestras de IQ (1993).-
The Darkest Hour: https://www.youtube.com/watch?v=ELenx5QYtY8
Further Away: https://www.youtube.com/watch?v=PpY4WLux2fM
Out Of Nowhere [en vivo, 1993]: https://www.youtube.com/watch?v=0jB4Eg2i4MQ
Leap Of Faith [en vivo, 1993]: https://www.youtube.com/watch?v=ipJwG0QdEm8
* Hay una anécdota muy curiosa sobre esta canción. Resulta que su nombre procede originalmente de un bootleg en vivo publicado a inicios de 1992 por el sello italiano Silver Shadow, el cual recogía un concierto del 30 de noviembre de 1991 en el Paradiso de Amsterdam. La canción aún no tenía título y su composición no estaba completada, pero a la hora de ponerle un título en los créditos, los del susodicho sello decidieron ponerle ‘Further Away’, una expresión que aparecía en la primera letra. Aunque luego la letra se amplió y se modificaron varias de las estrofas iniciales, el grupo se reapropió del título para la cuarta canción de “Ever”. ¡Y resulta que esas palabras ya no aparecían en la letra definitiva! Dicho sea de paso, en este mismo bootleg aparece ‘Out Of Nowhere’ bajo el título de ‘Here We Are’.
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