Sunday, February 17, 2019

El segundo golpe de parte de THE TRONOSONIC EXPERIENCE viene con todo


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos complace enormemente tener la ocasión de presentar el nuevo disco del genial ensamble punk-jazz-progresivo noruego THE TRONOSONIC EXPERIENCE, el mismo que se titula “The Big Blow”: se trata del segundo álbum que sucede a su fabuloso disco homónimo de hace un par de años. Con la alineación de Ole Jørgen Bardal [saxofón tenor], Jango Nilsen [batería],  Øyvind Nypan [guitarra, guitarra barítono y efectos electrónicos] y Per Harald Ottesen [bajo, guitarra lap steel y efectos electrónicos], el esquema de trabajo de THE TRONOSONIC EXPERIENCE se enfila hacia un nuevo viaje por el mar de las confluyentes aguas del jazz-prog y el punk-jazz con una vitalidad ya cabalmente demostrada en su homónimo disco debut de hace un par de años, una vitalidad que aún da mucho de sí. “The Big Blow” salió al mercado en el 15 de febrero pasado por vía del sello Apollon Records tanto en formato de CD como de vinilo azul transparente, habiendo sido grabado en el estudio Ocean Sound Recordings, situado en la isla de Giske (en la costa occidental de Noruega). Siendo casi todo el material compuesto por Ottesen, el cuarteto utilizó la dinámica de grabar el repertorio de este disco en vivo en medio de la logística tecnológica del estudio. Veamos ahora los detalles de “The Big Blow”, ¿vale?


‘The Big Blow’ abre el repertorio del disco al que da título, ocupando un espacio de poco más de 5 ¼ minutos. Todo comienza con la guitarra emitiendo riffs cortantes que, tras pasar por unos primeros instantes de tentativa, pronto inicia el groove general a ser resuelto, desarrollado y reforzado por el cuarteto en pleno. El sobrio swing principal en 7/8 armado por la dupla rítmica adquiere todo su punche por medio de las cálidas y enérgicas interacciones entre el saxofón y la guitarra: ambos ítems alternan turnos a la hora de hacer gala de sus capacidades para gestar recursos de vitalismo neurótico. Los efectos en reversa para las instancias finales sirven para crear una aureola de magia surrealista y, de paso, para engarzarse con el segundo tema del álbum, el cual se titula ‘Coup De Grace’. Aquí hay un tempo un poco más calmado así como un motif más sutil, siendo así que la ambientación que arropa al arreglo instrumental se siente otoñal y reflexivo. Eso sí, las pulsaciones constantes del bajo ayudan a impedir que la pieza caiga en la mera languidez: no hay nada de malo en ello per se, pero la función de esta pieza es la de exhibir una inquietud introspectiva sobre un trasfondo de firme virilidad sonora, y es por ello que los continuos latidos del bajo llenan los espacios adecuados en medio de los cuales flotan las intervenciones del saxofón y la guitarra. Esta última se luce de forma excelente. La dupla de ‘Voyager Pt. 1’ y ‘Voyager Pt. 2’ hace que el repertorio se enriquezca con expresividades interesantes y cautivadoras que permiten al grupo focalizar óptimamente su estética ecléctica. La primera parte comienza con un sombrío y tenue cuadro minimalista donde la espiritualidad reinante es de inmersión en una oscuridad inescrutable, pero cuando entra a tallar el cuerpo central, las cosas viran drásticamente hacia una extroversión señorial y luminosa. La garra rockera en curso está entre lo pesado y lo psicodélico durante el armado del exaltado fondo para el fabuloso solo de saxofón – uno de los más destacados del álbum – mientras que a la guitarra se le reserva los momentos más líricos. En cuanto a la segunda parte, en realidad es un epílogo de casi un minuto y tres cuartos en el que se retoma el minimalismo solipsista que había signado al pasaje inicial de la primera. Aquí hemos encontrado un cálido encuentro entre los paradigmas de ORNETTE COLEMAN y TERJE RYPDAL dentro del patentemente contemporáneo encuadre sonoro de THE TRONOSONIX EXPERIENCE.

‘Rasputin’ se sitúa en el ecuador del disco con un cuerpo central donde se exhibe una muy muscular parsimonia progresiva: ella tiene algo de Crimsoniano que se explaya cómodamente sobre un swing de blues-rock con sus correspondientes variantes sofisticadas. En la sección intermedio, las cosas se agilizan en clave de rock duro clásico con comedidas afinidades stoner. Los aires de familia con LED BIB y MARBIN son fáciles de ver: grupos de esta línea jazz-progresiva con equitativos intereses en la exquisitez y el punche comparten intereses similares en sus orientaciones específicas para la dinamización del actual escenario jazz-rockero. La miniatura ‘Maelstrom (Slight Return)’ se caracteriza por ostentar un minimalismo inquietante que coquetea abiertamente con lo siniestro, aunque se queda en lo netamente misterioso: de hecho, su título delata una continuación del segundo tema del álbum homónimo de hace dos años. Al llegar el turno de ‘Iron Camel’, el cuarteto se dispone a revisar y agitar una especie de híbrido entre ‘The Big Blow’ y ‘Rasputin’. Tenemos un esquema rítmico razonablemente complejo, un swing sobrio, un dinamismo patente en la dupla rítmica que sabe mostrar sus garras a través de su groove señorial, grandes dosis de energía expresiva de parte del saxofón y la guitarra. El vitalismo exhibido por los músicos es bastante compacto, lo cual hace que el gancho inherente a esta pieza de 3 ¾ minutos de duración esté perfectamente aprovechado. De hecho, da pena que acabe pero es que hay que abrir espacio a la penúltima pieza del álbum, la cual se titula ‘50 Let Pobedy’ y resulta ser la pieza más extensa del disco con sus casi 6 ¼ minutos de duración. La combinación de fulgor y parsimonia que se da en la arquitectura rítmica y el ambiente central de esta pieza la sitúan en un terreno híbrido de LED ZEPPELIN, JOHN ZORN y el paradigma Crimsoniano. Aquí hallamos uno de los solos más punzantes de guitarra de todo el repertorio mientras que la labor virtuosa de la batería ejemplifica cómo se puede remozar una pauta mecanicista con una musculatura genuina y electrizante. El último tema del disco se titula ‘Lost Highway’ y sus coordenadas sonoras trazan un encuadre de introversión y serenidad bajo una atmósfera relajada que algo tiene de sombrío. A través de esta envolvente exploración que hace el cuarteto de su propia faceta introspectiva, late un punche escondido: es un recoveco exigido por las características esenciales de la composición para que el lirismo reposado reine a sus anchas sin caer fehacientemente en lo lánguido. Eso sí, la sonoridad creada para los últimos segundos se disuelve en una dimensión etérea al modo de un ensueño invernal: un hermoso punto final para un repertorio realmente impresionante.


Todo esto fue lo que se nos brindó con este segundo golpe fonográfico organizado por el cuarteto THE TRONOSONIC EXPERIENCE, un golpe magnífico que nos impacta con todo en las entrañas más profundas de nuestras inquietudes melómanas. “The Big Blow” es una obra enérgica, electrizante y exquisita que amenaza seriamente con erigirse como uno de los ítems jazz-progresivos más notables y deliciosos del presente y recién iniciado año 2019. ¡Muchas gracias a los Sres. Ottesen, Bardal, Nilsen y Nypan por este disco recomendable al 200%! Ottesen



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