Tuesday, February 05, 2019

ÉLÉPHANT TÔK y sus nuevas aventuras


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy presentamos aquí al segundo disco de ÉLÉPHANT TÔK, el ensamble francés de música avant-progresiva liderado por quien fue el baterista-percusionista de ONE SHOT Daniel Jeand’heur: el disco en cuestión se titula “Sitting With Bull” y fue publicado a fines de octubre del año pasado por vía del sello D3P Productions. Lo peculiar de este disco es que aparece firmado por 
ÉLÉPHANT TÔK PROJECT. Acompañan a Jeand’heur en el personal de ÉLÉPHANT TÔK Philippe Meunier a la guitarra, Basile Mouton al bajo, Romain Nassini al piano eléctrico Fender Rhodes y los teclados, y Sebastien Rocquefelti al canto y los efectos de sonido. El propio Jeand’heir también toca algunas partes de teclado en el disco, además de aportar intervenciones vocales extra. El material de “Sitting With Bull” tuvo dos fases de grabación: una, en los días 24 y 25 de octubre del 2017, la otra, entre los días 16 y 18, y el 25 de enero del año siguiente. El repertorio de “Sitting With Bull’ consta de 12 temas, agrupados en 3 bloques de 4 cada uno; veamos ahora los detalles del repertorio en cuestión.





La miniatura ‘Mirage’ (dura poco más de minuto y medio) abre el álbum y el concepto de ‘Sands’ con un despliegue vocal que está en medio de lo exótico y lo fantasmal; así, se abren las puertas para el arribo de la dupla de ‘Sables Et Dunes’ y ‘Sables Et Vents’. En el caso de ‘Sables Et Dunes’, disponemos de un grácil y moderadamente denso ejercicio de vibraciones Zeuhl con profundos ribetes jazz-rockeros, algo así como un híbrido de los clásicos paradigmas de HONEYELK y POTEMKINE con alguno retazos adicionales de WEIDORJE. Hay una aridez muy presente en el ensamblaje sonoro pero ésta nunca llega a niveles de tosquedad: se trata de una demostración de elegancia musical que arropa a una idea signada por la inquietud y la solidez. Por su parte, ‘Sables Et Vents’ le da un instantáneo giro fusionesco con el empleo de vigorosas cadencias Latin-jazzeras en el swing general. Siendo así que la batería pasa a un primerísimo plano en el arreglo instrumental, el grupo explota a las mil maravillas el aire de neurótica algarabía que ahora se ha creado. ‘Memoire Du Vent’ lleva a esta algarabía un clímax sórdido y calcinante: el canto es delirante y asume un protagonismo aterrador mientras el piano eléctrico y el bajo sostienen con relativa sutileza el esplendor percusivo que se establece hasta el último instante. ¡Qué estupendo primer tercio del disco! Los cuatro temas siguientes del repertorio conforman el concepto integral de ‘Sitting With Bull’: son ‘La Grande Prairie’, ‘Let Me Leave’, ‘Resilience’ y ‘I’m Not There’. El primero de ellos es una suerte de letanía espectral arropada bajo un aura otoñalmente expectante, mientras que ‘Let Me Leave’ – la pieza más extensa del disco con sus 7 ¾ minutos de duración – despliega una jovialidad descarada y vitalista. Ahora las partes cantadas se sienten menos neuróticas y más farsescas: eso y la inclusión de narraciones nos remiten un poco a la faceta más propiamente burlona de un FRANK ZAPPA, y también hay algo de Zappiano en el patrón musical elaborado por los instrumentistas (estamos pensando en su etapa 77-81). El discurso jazzero predomina a sus anchas con un énfasis claro en la exuberancia y el vitalismo, lo cual da una dimensión refrescante al modelo nervioso y turbado que la banda gusta de ostentar.



‘Resilience’ se instala sobre un suelo donde regresa la aridez previa y así el groove general de la pieza anterior vira hacia una cadencia más tensa mientras los cantos y declamaciones asumen un talante amenazante, al modo de una combinación de vibraciones perturbadoras y desvaríos surrealistas. Esto se prolonga en el tema que cierra este segundo tercio del repertorio, ‘I’m Not There’, con el añadido de que aquí se da una mayor sofisticación en el esquema rítmico así como una ampliación psicodélica en los aportes de los teclados y la guitarra. La coda retoma una breve instancia de la aureola expectante en torno a la cual se había centrado ‘La Grande Prairie’. Los últimos cuatro temas  del álbum se integran bajo el concepto integral de ‘Ding Ding’, y responden a los títulos sucesivos de ‘Berceuse’, ‘What I Saw’, ‘Twinkling’ y ‘Anything What I Saw’. ‘Berceuse’ es un muy inspirado ejercicio de gráciles musicalidades jazz-progresivas donde la sutileza de la atmósfera y la delicadeza del groove se conjugan en una vitalidad etérea. Las incesantes florituras del bajo son simplemente magníficas mientras que las bases armónicas del piano eléctrico son manejadas con grácil soltura. Para los momentos finales emerge el canto, lo cual anuncia el arribo de la siguiente sección: así, ‘What I Saw’ toma lo heredado de la sección precedente y le añade su propia cuota de aridez aunque sin llegar a crear un contraste, pues más bien se trata de una mostración de la tensión que, según parece, estaba antes muy latente. Ahora el teclado ocupa un rol prioritario mientras el canto exhibe su habitual furia surrealista. Con el arribo de ‘Twinkling’, el ensamble recrea su faceta más sigilosa a fin de que lo que unos instantes antes era furia se convierta en una amarga niebla de lánguido desasosiego. Aquí hay una inquieta mezcla de los paradigmas de ZAO y UNIVERS ZÉRO mientras el talante deconstructivo ahora vigente sostiene sus mayores recursos de energía expresiva en la labor sesuda que realiza el baterista Jeand’heir. Los efluvios aleatorios del piano eléctrico y los alucinados cánticos crean la base para un crescendo inescrutable que, a poco de pasada la frontera del tercer minuto, se traduce en un jam tenebrista cuya agilidad esencial le impide ser siniestro. Una mención especial va para el solo de guitarra. ‘Anything What I Saw’ se encarga de coquetear más de cerca con lo siniestro y lo hace por vía de una remodelación de los grooves y atmósferas que antes habíamos apreciado en ‘What I Saw’: como la guitarra preserva su protagonismo adquirido en la última mitad de la sección precedente, el ensamble asegura firmemente su vigor estructural. 

La gente de ÉLÉPHANT TÔK se ha lucido a lo grande con este nuevo trabajo fonográfico, el cual aporta algo más que un simple grano de arena a la escena avant-progresiva que aún se mantiene viva y efervescente con la nueva generación de Zeuhl y RIO en la escena francesa: NEOM, SETNA, UNIT WAIL, RHÙN, VAK, XING SA, SCHERZOO, ZWOYLD, STABAT AKISH, POIL, LA STPO, YOLK, los mismos ONE SHOT, etc. aportaron y siguen mucho al resurgimiento de este ideal de música progresiva postmoderna y oscurantista. Lo que hemos apreciado y analizado en “Sitting With Bull” nos hace recomendarlo como una obra muy bien lograda dentro de la provincia más aguerrida dentro de esta vertiente progresiva experimental: muy recomendable. 

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