Wednesday, June 03, 2020

Exquisitas gravitaciones progresivas de THE DEVIL’S STAIRCASE



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el enorme placer de presentar al colectivo multinacional THE DEVIL’S STAIRCASE y su homónimo disco debut, el mismo que fue publicado en el primer día del pasado mes de mayo. El ensamble en cuestión está conformado por Aaron Geller [guitarra eléctrica], Ramsés Luna [saxofón, Wind Midi y electrónica], Tim McCaskey [guitarra acústica], Luis Nasser [bajo y efectos holofónicos], Mattias Olsson [batería, percusión y mellotrón] y Édgar Arrelín Rojas [diseño sonoro]. Este ensamble multinacional que agrupa a músicos de los Estados Unidos, México y Suecia (nos suenan algunos nombres de sus integrantes por LUZ DE RIADA, CABEZAS DE CERA, SONUS UMBRA, PASCAL GUTMAN TRIO, ÄNGLAGÅRD, NECROMONKEY, KAUKASUS y SONUS UMBRA) se armó con la finalidad de concretar un enfoque creativo donde se utiliza la geometría fractal, la física y las matématicas para intentar explorar de qué manera esas ideas se pueden reflejar en el arte de la música. En palabras del propio Luna: “Que las matemáticas y la música estén relacionadas es bien conocido. Sin embargo, la base de las matemáticas está en la geometría de Euclides: los puntos, las líneas rectas, las curvas suaves. En la naturaleza, las formas no son así, son figuras escabrosas, de alta complejidad que, sin embargo, existen en toda la naturaleza y que se pueden obtener mediante simples reglas matemáticas repetidas un gran número de veces, y errores estocásticos.” Este concepto científico se apoya en una auténtica labor de estricta erudición: de hecho, los integrantes Geller, Nasser y McCaskey son profesores e investigadores de ciencias (el primero es experto en química de la Virginia Polytechnic Institute and State University, los otros dos, en física de la Columbia College Chicago). Esta combinación de enfoques estructurales con sensibilidad a la amplitud de formas solamente podía traducirse, en lo musical, a un alfabeto progresivo: en el caso del universo progresivo de THE DEVIL’S STAIRCASE, su alfabeto se nutre de la psicodelia arquitectónica (al estilo de los KING CRIMSON de los 80s y los STICK MEN), el jazz-rock de tintes fusionescos, el space-rock y una modalidad aguerrida de sinfonismo. Las grafías eclécticas con las que se anotaban las piezas incluídas en este álbum concretaron unos diagramas sonoros rebosantes de animación y dinamismo. THE DEVIL’S STAIRCASE llegó a dar conciertos en algunos locales de los EE.UU. antes de la actual temporada de pandemia. Para la grabación propia del disco, cada instrumentista se hizo cargo de la ingeniería de sonido de sus aportes en sus propios estudios de grabación. Bueno, veamos ahora los detalles estrictamente musicales de “The Devil’s Staircase”.


Durando casi 11 ¼ minutos, ‘Gravitation (Parts 1 & 2)’ abre el repertorio con un macizo despliegue de densa energía musical. Tras un prólogo marcado por minimalistas capas sintetizadas que transpiran un aire de misterio, el cuerpo central emerge en una inicial alternancia de pasajes serenos e intensos sobre una ingeniería rítmica parsimoniosa; ésta es bastante funcional para los pasajes intensos, pues les brinda unas vibraciones tensas que nos remiten al paradigma Crimsoniano de los 70s (y de rebote, al prog escandinavo del revival de los 90s). En la segunda sección, el bloque instrumental vira dramáticamente hacia un groove marcado por una tenaz furia rockera y un inmenso garbo prog-psicodélico. La riqueza sonora y la exuberancia de su atmósfera general recibe un excelente beneplácito de un interludio de talante marcial (semejante a las muchas versiones rockeras que tuvo la sección de “Marte” de la magna obra de GUSTAV HOLST Los Planetas). El epílogo es un reprise de la primera sección, completando el círculo que delineaba el desarrollo de la pieza. Tras esta estupenda pieza de inicio que está claramente diseñada para impactarnos con su fastuosidad, llega la secuencia de ‘Rule 34’ y ‘Room 101’, dos temas que tienen en común el durar poco más de 4 minutos. ‘Rule 34’ está armada sobre una sofisticada ilación de motivos elaborados sobre esquemas rítmicos inusuales. Tenemos aquí una ágil combinación de prog psicodélico, jazz fusión y heavy prog que se trasluce a través de una arquitectura musical que exuda iguales dosis de elegancia y extravagancia. Por su parte, ‘Room 101’ se instala cómodamente sobre el sendero del space-rock mientras se deja empapar por factores fusionescos semejantes a los que ya habían aparecido en el ítem precedente. La guitarra acústica y el viento sintetizado ganan sus propios territorios sucesivos para lucirse en medio del esquema grupal mientras el cuerpo central se va asentando a paso firme. El solo de guitarra que surge a poco de pasada la frontera del segundo minuto es uno de los más bellos de todo el disco; con todo, reconocemos que ‘Rule 34’ es nuestra pieza favorita de estas dos. 

‘Morse ..--..’ dura exactamente 11 ¾ minutos y su misión central es la de seguir la huella space-rockera del tema precedente, incorporando más variantes temáticas con el interés de sacar provecho de su potencial de amplias expansiones.* A contrapelo de la calculada rudeza que generalmente exhibe la dupla rítmica, las atmósferas sintetizadas y los aportes de las guitarras y los vientos se conjugan dentro de una actitud cálida con la que abordan las sucesivas atmósferas. Hay una vitalidad permanente en la infatigable secuencia de diversos motivos, pero ésta es manejada con diferentes matices y grooves en favor del adecuado realce de cada atmósfera específica. La cosa suena como un híbrido de VESPERO, HIDRIA SPACEFOLK y NECROMONKEY, además de tener ciertas afinidades con el paradigma 80ero de KING CRIMSON y con GEPH. Las últimas escalas enmarañadas de guitarra y bajo proporcionan el cierre perfecto para este tema. En fin, ‘Cantor’s Dust’ es la última pieza del álbum y también cuenta con una generosa duración, esta vez de poco más de 10 ¼ minutos. Su modus operandi es, en en el sentido del armazón sonoro, muy semejante al de ‘Morse ..--..’, pero esta vez hay dos diferencias fundamentales: la primera es que el ensamble ahora no está interesado en hacer gala de una rimbombante diversidad de motivos; la segunda es que el factor fusionesco resulta más relevante dentro de la amalgama sonora. Aunque todavía se hacen notar claramente los recursos de vigor y tensión que han sido notoriamente predominantes a lo largo y ancho del repertorio del álbum, esta vez el bloque instrumental desarrolla una estrategia creativa más concentrada en lo contemplativo. El fulgor sonoro ya no es el de una primavera en su momento pletórico sino el de un otoño recién nacido que todavía recibe ciertos ecos de la adustez veraniega. Los pasajes donde la guitarra acústica sale al primer plano son hermosos, y el sonido de sitar sintetizado aporta un aire exótico al asunto. Una mención especial va para el último solo de guitarra, que también se destaca por su apasionado virtuosismo. El epílogo consiste en efectos de reverso del sitar, dando así la sensación de un sortilegio que nunca cesa.

“The Devil’s Staircase” y THE DEVIL’S STAIRCASE son dos nombres a ser anotados en nuestras listas de investigaciones nelómanas del presente año 2020: este disco nos ha impactado sobremanera y lo recomendamos al 200%. Ni siquiera dura 42 minutos enteros (y ojalá durara un poco más) pero es verdad , al fin y al cabo, que este colectivo multinacional no ha requerido de más tiempo para demostrar la brillantez inherente a las exquisitas gravitaciones progresivas que enmarcan a su propuesta musical.


Muestras de “The Devil’s Staircase”.-
Cantor’s Dust: https://thedevilsstaircase.bandcamp.com/track/cantors-dust



* Según nos informa Ramsés Luna, la composición de esta pieza está basada en la secuencia Thue-Morse, y abrió las puertas para que se diera una publicación en la revista virtual especializada Journal of Mathematics and Music en este año, y puede motivar otras más.

2 comments:

AOA said...

Sin duda: “The Devil’s Staircase” es un respiro de prodigiosa música, dentro de estos tiempos caóticos.
Gran reseña!

César Inca Mendoza Loyola said...

Gracias por tu comentario; la verdad que tenemos aquí uno de los discos más destacados del prog experimental de este año 2020.

César Inca