Wednesday, June 10, 2020

ZEBULON: una breve travesía por el prog alemán de fines de los 70s


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.


Hoy traemos a colación al grupo alemán ZEBULON, el cual se formó a fines de la década de los 70s para cultivar una propuesta prog-sinfónica vivaz, entrañable y preciosista. El único testimonio de su obra es el disco homónimo publicado en el año 1980, un disco bastante estilizado que demuestra que todavía había buen rumbo creativo para el género en esos años postreros de la primera generación del rock progresivo, en este caso, de la escena germana. Los integrantes de ZEBULON fueron Ollie Ernst [teclados], Michael Krenke [bajo y siefkophone], Thomas Krenz [guitarras y percusión] y Micky Schmidt [batería y percusión]. Es muy poco lo que se sabe de este grupo: que se formó a inicios de 1979 en la localidad de Bremen, que logró un contrato de grabación con el sello Pollux Records para grabar y sacar al mercado su único álbum en las últimas instancias del año siguiente, y que se desintegró poco después de la susodicha publicación. El estudio de grabación para “Zebulon” fue el Mobile Sounds Tonstudio de la localidad de Delmenhorst. Condenado a ser una pieza de colección para afanosos coleccionistas del género progresivo y afines tras haber pasado inadvertido y sin aprecio de parte de la prensa musical de aquel entonces, “Zebulon” se revela como un catálogo de siete bellas piezas instrumentales encuadradas bajo coordenadas sinfónicas, incorporando elementos y dinámicas rítmicas de corte jazz-rockero; éstos no son utilizados tanto para extender las estructuras melódicas de turno o explayarse en largas improvisaciones, sino más bien para envigorizar el colorido inherente a las composiciones. A la hora de asentar los matices melódicos de cada tema y brindarles una exquisita agilidad la mayor parte del tiempo, el cuarteto asume influencias de CAMEL (período 76-78), FOCUS, los GENESIS de la fase de cuarteto, sus compatriotas de ODYSSEE y ROUSSEAU, y de rebote, asume algunas afinidades estilísticas con los suecos de ATLAS y sus también compatriotas de PASSPORT en lo referente a los elementos fusionescos de su propuesta musical. Bueno, pasemos ahora a los detalles del repertorio de “Zebulon”.


‘Opium Haut Opi Um’ abre el disco con un aire de alegría y extroversión, al modo de una confluencia entre ATLAS y CAMEL (etapa 75-77), añadiéndose algunos elementos de BRAND X en lo referente al armazón del groove general. Como esta pieza de apertura cuenta con un lirismo persistente que se desarrolla cuidadosamente en su cuerpo melódico, opera muy bien para abrir el disco con un conveniente gancho. El interludio calmado sirve para dar un breve recurso de variedad al desarrollo temático. A través de las cohesivas variantes de ambiente y el pulcrísimo empleo de complejas estructuras rítmicas que tienen lugar, hay un cierto predominio de los teclados dentro del esquema global, mientras que en ‘Crazy Marck’, el siguiente tema, es la guitarra el ítem prevalente. Posiblemente sea ésta la razón por la que suene con un garbo más filudo que la anterior. Simultáneamente, la labor de la dupla rítmica resulta vital en los diseños meticulosos de la dinámica rítmica de cada una de estas dos piezas, lo cual se traduce en una consistente expresividad. Ellas, en efecto, perpetúan el posicionamiento de un espiritualidad colorida y grácil que por ahora ha sido la pauta general de los encuadres sonoros del grupo. Pero cuando llega el tercer ítem del disco, ‘Pudding Explosion’ (que con sus poco más de 9 minutos de duración se erige en el más extenso del álbum), el enfoque melódico creado para la ocasión se arropa bajo un ambiente más orientado hacia lo introvertido. La mezcla del flujo melódico y la arquitectura rítmica diseñadas para este tema se orientan hacia una prevalencia del sinfonismo con sobrios acentos cósmicos (un poco a lo NOVALIS), lo cual se traduce en un esquema de trabajo pulcro y señorial. La segunda mitad del álbum comienza con ‘Walpurgisnacht’, pieza de poco más de 6 minutos cuya misión principal es la de recuperar los ambientes y grooves coloridos de los dos primeros temas tras un aparentemente engañador preludio en clave ceremoniosa. Con una sintonía muy abierta con las ambientaciones y grooves predominantes en las tres piezas precedentes, se nota la equitativa alternancia entre pasajes extrovertidos e introvertidos, y a través de todo eso, la dupla ritmica se prodiga en la realización de una robustez especial. Aquí hay un equilibrio entre lo jazz-rockero y lo sinfónico (algo así como una cruza entre los universos de ROUSSEAU y FINNFOREST), sin perder de vista siquiera por un segundo a la modalidad sinfónica que asienta la estilización melódica que llena al cuerpo central y al solemne interludio. Dentro del cuadro grupal, la guitarra vuelve a ser el ítem protagónico que aporta los colores más saltantes. 



La tríada final de ‘Galappagos’, ‘Schwanenflug’ y ‘Zombie D’Amour’ completa el repertorio de “Zebulon”, siendo su misión común la de redondear la faena con un aire de continuidad. Así, ‘Galappagos’ va por la misma senda de ‘Crazy Marck’ en lo referente a la elaboración de vibraciones enérgicas dentro de la refinada esencia estilística de la banda, mientras que ‘Walpurgisnacht’ vuelve a la calidez espiritual antes expuesta en el tercer tema del álbum. En lo referente al primero de estos temas mencionados, el espíritu de jovialidad signa los aportes de cada instrumento y la amalgama resultante de ellos. En cuanto al segundo, al refugiarse en la languidez contemplativa para asentar la ambientación melancólica desde la que se impulsa el desarrollo melódico, el grupo gesta una magia flotante al modo de una buen tema lento de FINCH o de FOCUS. De este modo, nos topamos con lo más otoñal de este álbum que, en su mayor parte, ha resonado ampliamente con un espíritu primaveral a través de diversas gamas. La presencia de la guitarra acústica en algunos lugares estratégicos añade un interesante factor bucólico al asunto. Con su belleza entrañable, nos hubiese complacido mucho que esta sexta pieza del álbum durara un poco más, pero es que llega el turno de ‘Zombie D’Amour’ para poner el broche final al álbum. La misión central de esta pieza que dura poco menos de 5 ¼ minutos es la de rizar el rizo de la gracilidad extrovertida de los dos primeros temas; a pesar de su bizarro título, se trata de una pieza muy amable que ostenta una jovialidad fulgurosa y pícara. Hasta aquí llega nuestro repaso de esta joya perdida de fines de la primera generación del prog alemán. Vale la pena anotar los nombres de ZEBULON y de “Zebulon” en nuestras agendas de futuras pesquisas melómanas, la verdad que sí. 


Muestras de “Zebulon”.-
Galappagos: https://www.youtube.com/watch?v=L3AxZ3aSQRg


[Esta retrospectiva está inspirada en la reseña originalmente publicada en La Caja De Música: https://www.dlsi.ua.es/~inesta/Prog/LCDM/Discos/zebulon_zebulon.html]

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