Friday, March 18, 2022

Testimonio del tercer viaje musical de los finlandeses MALADY

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da la ocasión de hablar del grupo finlandés MALADY, conformado por Taavi Heikkilä [saxofones alto y tenor, y clarinete], Babak Issabeigloo [guitarras y voz], Juuso Jylhälehto [batería y sintetizador modular], Ville Rohiola [órgano Hammond, mellotrón, pianos clásico y eléctrico Wurlitzer, sintetizador Minimoog y voz] y Jonni Tanskanen [bajo], por motivo del lanzamiento de su tercer disco “Ainavihantaa”. Más exactamente, este lanzamiento tuvo lugar por vía del sello Svart Records el 10 de diciembre del pasado año 2021, no hace mucho, en realidad. Los orígenes de MALADY se remontan al año 2010 en la capital finlandesa de Helsinki, siendo así que le tomó cinco años al grupo lograr publicar su disco debut, el cual es homónimo. Tres años después salió al mercado “Toinen Toista”, el cual tuvo una buena recepción en las redes de difusión de la música progresiva y el art-rock. “Ainavihantaa”, el disco que ahora nos ocupa, se apoya en la herencia del mencionado segundo álbum para reforzar la línea de trabajo de la banda, enfilada hacia un retro-prog meticulosamente estilizado que también se abre a la absorción de matices propios de la psicodelia de vieja escuela, el jazz-prog, las atmósferas lánguidas usualmente asociadas al post-rock, y también algo del folk. El resultado es típicamente escandinavo, aunque no nos gusta realmente cómo suena esto. Bueno, repasemos ahora los detalles de este disco de MALADY. 


Abre el álbum la pieza titulada ‘Alava Vaara’, cuyos iniciales parajes ceremoniosos redundan contundentemente en una orientación de psicodelia pesada, siendo así que la manera en que la dupla de bajo y batería que abre camino al cuerpo central asegura que se concrete una ambientación misteriosa y solemne para arropar al mismo. Lo que suena es como una cruza post-rockera de MOGWAI y DO MAKE SAY THINK con algunas confluencias con el típico paradigma del revival escandinavo de los 90s (ANEKDOTEN, LANDBERK), además de algunos matices Floydianos de la etapa 69-71. A continuación, llega el turno de ‘Vapaa Ja Autio’; el grupo se dispone a ahondar en la languidez señorial de las vibraciones introspectivas inauguradas en la pieza de entrada mientras añade retazos jazz-progresivos al bloque sonoro general, siendo así que dichos retazos proceden tanto de los colores aportados por el saxo como del groove sobriamente señorial armado por la dupla rítmica. Lo que opera ahora es una labor de remodelación de los legados de ELK y RAGNARÖK, bien afianzada en un lirismo evocador y sereno. Cuando las cosas se agilizan un poco (cerca de la frontera del quinto minuto), el grupo establece un clímax musical que ya parece festivo. He aquí un cénit decisivo del álbum. Con la dupla de ‘Sisävesien Rannat’ y ‘Dyadi’, el ensamble sigue explorando su aleta sonora. El primero de estos temas mencionados regresa al terreno del post-rock progresivamente ecléctico, esta vez enfilándose hacia una cruza con los discursos del space-rock y del sinfonismo de vieja escuela. Sin trabajar con compases frenéticos, preservando una parsimonia envolvente y lírica, el grupo se las arregla para transmitir un aura de fuerza de carácter a través de la persistente atmósfera reflexiva que se proyecta a lo largo de la canción. En cuanto a ‘Dyadi’, éste sí exhibe una espiritualidad un poco más animada, ostentando un esquema melódico muy en sintonía con el revival escandinavo, algo así como una mezcla de FRUITCAKE y LANDBERK. El desarrollo temático es, en sí mismo, sencillo, pero adquiere algunos rasgos de sofisticación merced al rol importante de las capas de mellotrón y las florituras de los vientos. Una canción muy bonita, sin notorios aspavientos y con suficientes dosis de elegancia y preciosismo al más puro estilo prog-sinfónico, los mismos que salen a relucir especialmente en el transcurso del último tercio. 

El instrumental ‘Haavana Väri’ es el ítem más breve con sus 3 minutos y tres cuartos de duración, y, de paso, también es el tema más extrovertido del disco. Con su grácil tempo de 5/4, la situación es perfecta para gestar una hibridación de jazz-prog y sinfonismo de vieja escuela (al modo de unos SARCOPHAGUS NOW). Las conexiones entre la guitarra y el saxofón dirigen firmemente el esquema melódico del cuerpo central. Para cuando llega el turno del solo de órgano, las cosas se serenan para darle un nuevo giro de tuerca a la espiritualidad reflexiva predominante en la idiosincrasia del quinteto, lo cual define el final del tema mismo. Todo culmina con la pieza homónima, la cual sintetiza varios enfoques estilísticos que fueron planteados en el repertorio precedente. En efecto, ‘Ainavihantaa’ comienza con una solemnidad lánguida y misteriosa que nos remite a una cruza entre el paradigma Floydiano pre-73 y el de post-rock, para luego explayarse en una suntuosidad prog-sinfónica que se emparenta tanto con el revival de los 90s como con la nueva generación escandinava de los 10 últimos años (AGUSA, JORDSJØ, etc.). Esta canción de cierre y el instrumental precedente tenían suficiente gancho para ser más extensos, pero así quiso el personal de MALADY que fueran... Y bueno, están bien como están, de todas maneras. Todo esto fue lo que se nos brindó en “Ainavihantaa”, un disco agradable y de refinada factura que nos permite descubrir (un poco tardíamente) a MALADY como una fuerza creativa bastante interesante dentro de la vanguardia rockera finlandesa. Vale la pena explorar su catálogo entero. 


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