Sunday, July 16, 2023

El ensamble británico DAS RAD ahora transita en un 4X4

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos un disco muy especial que presentar: el cuarto trabajo del ensamble avant-jazz-progresivo británico DAS RAD, el primero como cuarteto. El disco en cuestión se titula “Veer” y fue publicado – como es habitual – por el sello Discus Music el pasado 26 de mayo. Los integrantes de la aumentada alineación de DAS RAD son Nick Robinson [guitarras y teclados], Martin Archer [vientos, armónica y teclados], Jon Short [bajo] y Steve Dinsdale [batería y teclados]. Tras dos discos producidos durante la época de pandemia (
“Adios Al Futuro” y “Laik Tors”, de los años 2020 y 2021, respectivamente) en los que los músicos trabajaron en sus propios estudios individuales, el grupo volvió a trabajar como en su álbum homónimo de debut del año 2018: trabajando con una buena cantidad de pistas tocadas en vivo en el estudio y creando piezas adicionales a lo largo del camino. El ingreso de Short ayudó al grupo a remodelar su musculatura expresiva, lo cual dio buenos resultados para la refrescante interacción que tenía planificada para este nuevo álbum. Peter Rophone aporta voces ocasionalmente.
 
De los cuatro primeros temas del álbum, tres de ellos duran poco menos o poco más de 8 ¾ minutos: ‘Lutraphobia’, ‘Confiture’ y ‘We Too Shall Rule’. El primero de estos temas mencionados abre el repertorio con un groove vivaz y un swing frontalmente arquitectónico que sirve para focalizar los aportes de vientos y guitarra llamados a ornamentar el esquema musical en curso. Es como si se hubiese recuperado un jam perdido de NEU! (etapa de los dos primeros álbumes) y se le hubiese hecho una cirugía radical con artilugios procedentes del paradigma Gongiano y otros procedentes del taller sónico de HENRY COW. Algunos breves interludios ralentizados se insertan para azuzar las chiribitas deconstructivas latentes en el tema. En cuanto a ‘Confiture’, el ensamble se dispone a explorar atmósferas deconstructivas en medio de una atmósfera situada entre lo noctámbulo y lo taciturno, coqueteando con lo lóbrego, pero, a fin de cuentas, asentándose en lo arcano. Alrededor de la frontera del quinto minuto, las cosas se iluminan un poco, pero con el fulgor también aumenta la densidad expresiva. ‘We Too Shall Rule’ entabla un cuadro sonoro de señorial parsimonia donde el discurso del jazz-rock recibe algunas dosis de oscurantismo propios de la tradición del RIO francófono. En medio de ellos se sitúa ‘Bergen Cross’ (más específicamente, se trata del segundo tema del repertorio). Su enfoque avant-progresivo es manejado con la incorporación de generosas dosis de magia psicodélica al estilo de una cruza entre KING CRIMSON y SOFT WORKS, añadiéndose matices propios de la vanguardia psicodélica de vieja usanza (un poco de AGITATION FREE, otro poco de ASH RA TEMPEL). Hay un solo de teclado realmente fabuloso cerca del final, el cual estimula la gestación del clímax final; también cabe destacar el consistentemente sofisticado swing armado por la batería, un ancla esencial para el efectivo llenado de espacios que concreta el esquema compositivo. ‘Farfalla’ es una pieza afable a la vez de bizarra, teniendo como foco central una calidez lírica que no hubiese estado fuera de lugar en un álbum de HAPPY THE MAN o HOWEVER. A su vez, hay ornamentos surrealistas persistentes que, en última instancia, terminan disolviendo todo en una bruma onírica que donde confluyen lo místico y lo inquietante. Un remanso etéreo con aristas pasmosamente nerviosas. 

La sexta pieza se llama justamente ‘Veer’ y se caracteriza por retomar parcialmente la jovialidad del tema que abrió el álbum y permutarla en algo más tenso por vía de dos estrategias sucesivas: una aspereza más pronunciada en los riffs de guitarra y la inserción de arreglos majestuosos de teclados. También hay un electrizante solo de saxofón que ayuda crucialmente a la concreción de este vigor renovador. ‘Kingdom Fall’ es como un reggae psicodélico filtrado a través de aires krautrockeros bajo un ropaje elaborado en el telar del nu-jazz. Las líneas de los vientos flotan por ahí mientras los gentiles fraseos de la guitarra acústica brindan recursos de contemplativa sobriedad. ‘Expergefactor’ es el título de la suite de poco más de 25 ¼ minutos de duración que cierra el disco, siendo sus seis partes respectivamente tituladas ‘Meadow Hell’, ‘The Void Above’, ‘Brabble’, ‘Evian’, ‘Island Of Stability’ y ‘Expergefactor’. Todo comienza con un caos entusiastamente neurótico que, de alguna manera, se da maña para mostrar más alegría que angustia, pero que se complace en regodearse en sus propias vibraciones chocantes. Lo siguiente que emerge es un ejercicio de matices impresionistas revestidos de chamber-rock bajo la dirección de una estrategia avant-jazzera que se focaliza en tonalidades expandidas de forma libre, con total serenidad, como una luz mesuradamente encendida que se interna en un bosque otoñal para encontrar algo valioso que no quiere seguir escondido. En las últimas instancias, se nota un comedido aumento de exuberancia en las intervenciones de los vientos y la batería, lo cual anuncia el arribo de una tercera sección tremendamente ceremoniosa. Ésta juega con un tempo lento para sustentar una musculatura contenida donde reina el jazz-rock con orientación progresivamente psicodélica. La soltura descontrolada de la primera sección es ya una memoria distante; ahora opera aquí una maraña ceremoniosamente ingenieril absorta en sus propias agitaciones brotadas bajo una vigilancia marcial. Una nueva sección centrada en un minimalismo sereno nos trae de vuelta lo ensoñador, esta vez, bajo un atavío bucólico. El sosiego evocador es un oasis anticipatorio de la vitalista gentileza transmitida por buena parte de la siguiente sección: su augusto preludio al estilo de una cruza entre los KING CRIMSON de la fase 1969-70 y los TANGERINE DREAM de la fase 1973-75 no permite adivinar el despliegue de jovial agilidad que se instaura como núcleo central de la nueva sección. Eso sí, hay un extenso intermedio marcado por una enigmática nebulosidad que marca un amplio contraste frente al cuerpo central. La sección final homónima se centra en una capitalización sintetizada de los aspectos más misteriosos de la suite, la cual se activa con una arquitectura señorial que hace que la densidad patente no se desborde mientras impone la pauta sónica. Una mención especial va para el magnífico (aunque breve) solo de guitarra del final.

Todo esto fue “Veer”, uno de los aportes más notables para la producción avant-progresiva del año 2023 desde Gran Bretaña. La gente de DAS RAD se ha lucido una barbaridad con esta nueva configuración de su logística instrumental: ha hecho muy bien en continuar con su trayecto de peculiar creatividad en un vehículo 4X4. ¡¡Recomendado al 400%!!

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