Thursday, July 13, 2023

El espectacular carnaval progresivo de ALAKAZAM

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA. 

Hoy se da el turno del ensamble estadounidense ALAKAZAM y su disco publicado a fines del pasado mes de abril, el mismo que se titula “Carnival Dawn” y fue publicado el pasado 28 de abril de forma independiente. La premisa temática de este álbum es que, en algún momento de inicios del siglo XX, en una pequeña localidad del Medio Oeste, un circo apareció de forma misteriosa y repentina, y hasta el día de hoy, se dice que en algunos atardeceres de los cálidos días de agosto se puede escuchar tímidamente el ruido de niños danzando con la música de violines. Este colectivo asentado en Baltimore, Maryland, está conformado por Mike Potter [saxos, flauta, teclados y coros], Tony del Giudice [guitarras y voz], Patrick McLaughlin [guitarras y coros], Todd Bonner [bajo, violín y coros] y Jim Harold Hammen [batería, percusión y coros]. Formado en el año 2006, la banda de la que ahora hablamos debutó con un disco homónimo al año siguiente; el disco que ahora reseñamos es el cuarto dentro de su discografía. El material contenido en “Carnival Dawn” fue mezclado por Joe Tracey.  
 

La miniatura ‘Dark Calling’ abre el álbum como una expresión de ceremonioso misterio que no oculta sus resabios siniestros, tras lo cual llega el turno de ‘Big Shot’, una pieza ostensiblemente signada por una atmósfera solemne, la misma que se proyecta a través de ambientes serenamente líricos y otros más densamente melancólicos. Es en estos últimos donde el ensamble elabora algunas vibraciones rockeras cuya aparente parsimonia se alimenta de la extraña agilidad pertrechada por la comedidamente sofisticada ingeniería rítmica. El canto teatral y los movilizadores solos de guitarra hacen que esta apertura del telón resulte bastante efectiva. ‘Elephant Dance’ acoge liberalmente las vibraciones densamente expresionistas de la pieza precedente y le añade una mayor dosis de tensión rockera que no es ajena al paradigma Crimsoniano ni tampoco al avant-prog de unos DAI KAHT o unos HÖYRY-KONE. Esta pieza en cuestión sabe mostrar su genuino vitalismo a través de las máscaras grisáceas y oscurantistas que se agolpan tanto en su constreñido groove como en los arreglos de ventos y teclado que ornamentan varios parajes del núcleo temático. Cuando llega el turno de ‘Happy Clown’, las cosas se agitan un poco más para que se pongan al servicio de una farsa surrealista salpicada de inquietudes claroscuras. Es como si se hubiese perpetrado una cruza entre los paradigmas de los SLEEPYTIME GORILLA MUSEUM del primer álbum y el FRANK ZAPPA de fines de los 70s bajo la vigilancia de SAMLA MAMMAS MANNA. La sección final opera con un clima de vals arropado por un swing blues-rockero, siendo así que su atmósfera crepuscular parece anunciar algo oscuro que sucede tras la parafernalia jovial del protagonista del título. ‘Opera Singer’ refleja un momento de particular exaltación progresiva que se inicia con un despliegue de flotantes matices fusionescos y pronto pasa a centrarse en masivas tonalidades de talante pesado. Así las cosas, el cuerpo central se dispone a coquetear abiertamente con el patrón histórico del stoner mientras los arreglos de guitarra van transitando entre conexiones con KING CRIMSON y otras con los primeros álbumes del maestro STEVE HILLAGE. Los colores aportados ocasionalmente por el sintetizador le da un cariz señorial al asunto, logrando que todo este vigor haga sentir su majestuoso fulgor.  

Ahora estamos con la secuencia de las dos piezas más extensas del álbum: ‘Something Wicked’, que dura poco más de 8 minutos, y ‘Bearded Fat Lady’, que dura poco más de 7 ¼ minutos. El primero de estos temas mencionados se inicia con cadencias de vals circense que se explayan por bastante tiempo mientras asumen agitaciones rockeras de forma creciente. Poco a poco, se arma un clímax aparentemente caótico donde, en realidad, funciona una lógica surrealista que delimita los contornos de su propio desborde. La banda juega muy inteligentemente con la frontera entre lo arquitectónico y lo vertiginoso mientras dura este afilado intermedio, el mismo que termina aterrizando en un regreso al clima inicial. Los ecos distantes con los que termina la canción aportan un nuevo recurso de oscuridad fantasmal. En cuanto a ‘Bearded Fat Lady’, tenemos aquí un refrescante ejercicio de vivacidad que va oscilando entre lo lúdico y lo apasionado. En varios sentidos, funciona aquí una síntesis entre los espíritus predominantes de ‘Happy Clown’ y ‘Elephant Dance’, siendo así que el grupo aprovecha oportunamente el espacio con el que cuenta para darle al esquema sónico en curso una magnificencia especial. La teatralidad es manejada con soltura, pero sin dilataciones delirantes. Hay un fabuloso solo a lo JEFF BECK que emerge durante las últimas instancias de la canción, que en ese momento se apoya sobre un swing blues-rockero. En general, hay vasos comunicantes con la banda connacional INNER EAR BRIGADE. Cuando llega el turno de ‘The Ringmaster’, el ensamble se dispone a capitalizar sus fantasmas Zappianos a través de un exorcismo musical que, a pesar de comenzar jugando con algunos aires alegres, termina arrojándose a una penumbra nocturna donde el comando está en manos de una parsimonia perturbadora. Así las cosas, las alusiones tétricas emanadas de las bases de teclado y varios fraseos de guitarra amplifican su potestas evocadora. Cierra el álbum ‘3-Eyed Barker’, una canción que se refugia en un clima más afable que el que signó a la canción precedente. El soliloquio asume un aura más narrativa, no tanto exorcista. Poco antes de llegar a la frontera del segundo minuto y medio, el bloque instrumental empieza a tornarse más ácido para armar un momentum tenso antes de volver a las cadencias iniciales. Nos damos cuenta ahora de que el bloque sonoro no está situado en un ámbito terrenal sino en el otro lado de la puerta del transmundo... ¿Es un espectro quien nos habla? ¿O lo es el oyente a quien él se dirige? Con esta pregunta abierta termina el disco. 

Todo esto fue “Carnival Dawn”, un disco tan desafiante como cautivador, una obra que sabe manejar diversos matices de lo siniestro y lo inquietante hasta el punto de resultar genuinamente fulguroso en varias instancias. El colectivo de ALAKAZAM se ha lucido a lo grande con este trabajo y sólo nos queda recomendarlo totalmente para cualquier buena colección de vanguardia progresiva y otras líneas musicales afines. De lo más aguerrido que se ha publicado en los EE.UU. en lo que va del año 2023. 
 
 
Muestras de “Carnival Dawn”.-
Happy Clown: 
https://alakazam1.bandcamp.com/track/happy-clown

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