Wednesday, May 01, 2013

STEVEN WILSON, el hombre que nunca se rehúsa a hacer música


 

HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da el momento adecuado para hablar de STEVEN WILSON, uno de los más notables y notorios íconos de la música progresiva actual, pues se nos ha ocurrido prestar atención a su más reciente álbum solista “The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)”, el tercero de su carrera. Expandiendo su arsenal instrumental con guitarras, teclados y mellotrón (además de alguna intervención al bajo), el buen WILSON se ha hecho acompañar de una buena pléyade de músicos, casi todos ellos viejos colegas suyos de actuaciones que tuvieron lugar para su gira del álbum anterior “Grace For Drowning”: Nick Beggs [bajo, Chapman Stick y coros], Marco Minnemann [batería y percusión], Adam Holzman [órgano Hammond, piano eléctrico y sintetizadores], Guthrie Govan [primera guitarra] y Theo Travis [saxofones, flauta y clarinete]. No solo eso, también cuenta con la leyenda viviente ALAN PARSONS como orquestador de la ingeniería de sonido del álbum. La luz musical de este disco brilla en un contexto en el que WILSON ha decidió dar una temporada de “paro indefinido” a PORCUPINE TREE, mientras crea discos solistas a un ritmo trepidante en paralelo con sus labores de integrante de otros proyectos de larga data (como NO-MAN, BLACKFIELD y STORM CORROSSION) o colaborador en bandas amigas (como OPETH, etc.). ¡Y cómo no mencionar su imparable labor como ingeniero de sonidos en re-ediciones de material de KING CRIMSON, JETHRO TULL, EMERSON, LAKE & PALMER, y más recientemente HAWKWIND!... además del discos solista de IAN ANDERSON “Thick As A Brick 2”. Hay tantas anécdotas que contar respecto a lo que WILSON decide hacer o no hacer, pero en esta ocasión, concentrémonos en “The Raven That Refused To Sing And Other Stories”, ¿vale? Lo primero que diremos es que se trata de un disco conceptual en torno a varios escenarios que involucran fantasmas, varios de ellos con homicidios de por medio: no es la primera vez que WILSON se aplica a crear historias espectrales para su creatividad musical, pero sí la primera vez que dedica todo un disco a ello.


‘Luminol’ abre el álbum ocupando un espacio de poco más de 12 minutos. Desde el primer instante muestra un tremendo ímpetu, particularmente en el entramado rítmico que sostiene el dinamismo interno creado por los instrumentistas en bloque: el esquema sonoro de las secciones más enervadas suenan a una cruza de YES y COLOSSEUM II, mientras que las secciones más relajadas nos transportan al KING CRIMSON primigenio, así como a elementos de GOBLIN. Menciones especiales van a los solos de órgano y guitarra, los cuales aportan una imponente estatura sónica al desarrollo de los jams extrovertidos; otra mención especial va para Jakko Jakszyk, quien en esta canción y otra posterior titulada “The Watchmaker” apoya en los arreglos corales. Luego sigue ‘Drive Home’, una semi-balada que nos remite a la dimensión Floydiana del PORCUPINE TREE pre-“Fear Of A Blank Planet”: la espiritualidad etérea que envuelve al desarrollo melódico de la canción se remodela con tintes épicos cuando entran a tallar los arreglos de cuerdas y el fantástico solo de guitarra que sustenta el inapelable clímax conclusivo. Tras estos casi 20 minutos arrolladores emerge ‘The Holy Drinker’, otra canción de largo aliento: durando 10 ¼ minutos; además, ‘The Holy Drinker’ tiene la peculiaridad de tener al mismísimo ALAN PARSONS aportando uno de los solos de guitarra. La estructura de esta ambiciosa canción comienza con un groove jazz-rockero que suena a un VDGG cuasi-metalizado, lo cual crea una malla para las expansiones de la guitarra, el saxo y el sintetizador en sucesivos solos. Una vez que se articula la parte cantada, el factor rockero se impone de forma decisiva. No es de extrañar que nos recuerde al OPETH reciente así como al PORCUPINE TREE 2005-09, pero también es notable la refrescante novedad que implican las inserciones de dinámicas jazzeras antes mencionadas, así como la vitalidad con la que ciertos pasajes de órgano y guitarra incorporan aires retro-progresivos tan sólidos como convincentes. Poco antes de llegar a la frontera del séptimo minuto, la canción incorpora una atmósfera grisácea y sigilosa, como anunciando la inminencia de un terrible hado. Intuimos que se cocina un momento de exquisita explosividad rockera, y claro, se cumple el augurio a plenitud.


‘The Pin Drop’ es la pieza más breve del disco, durando poco más de 5 minutos: el gancho grácil de su estructura compositiva es manejado con una inteligente alternancia de momentos reposados y explosivos, ostentando siempre un aire de exquisitez en la equilibrada demostración de sonoridades robustas en sus momentos estratégicos. ‘The Watchmaker’ vuelve a la senda de las ambiciones progresivas más explícitas a través de sus más de 11 ½ minutos de duración, y empieza a hacerlo con un extenso esquema introspectivo que tiene mucho del GENESIS y el YES de vieja escuela – sobre todo, el primero). Cuando las cosas empiezan a agilizarse para un interludio relativamente breve, el factor YES se hace predominante y empieza contagiarse de la sinergia recibida de otras ofertas retro-progresivas que pululan desde los 90s. Un pasaje de piano inaugura la tercera sección de la canción, la cual ofrece una cruza de GENESIS, PFM y THE ALAN PARSONS PROJECT (plenitud melódica y sobriedad estilizada), junto a arreglos corales al estilo de THE BEACH BOYS. La coda vira hacia matices Crimsoniano-escandinavos, un recurso idóneo para darle un cierre siniestro al asunto sin romper con la magia melódica previa. ‘The Raven That Refused To Sing’ es la canción que justamente cierra el disco: la tristeza es el color emocional exclusivo en la sencilla paleta melódica con la que se articula esta canción. Hay ciertas señales a lo MARILLION (etapa del “Brave”) y TALK TALK en la atmósfera general, además de aires heredados de la faceta contemplativa y minimalista de PORCUPINE TREE (ese paradigma que WILSON mismo creó y no parece desvanecerse a despecho de la inactividad actual de la banda en sí). Nótese también el poder tan efectivo que tienen los matices post-rockeros provistos por la aureola flotante de la guitarra de Govan, un complemento integral de los crucialmente protagónicos teclados.

  

Todo esto fue “The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)”, un disco que desde el primer momento ha satisfecho los rendidos paladares de los fans de STEVEN WILSON en todo lo que hace, pero cuyo encanto también ha cautivado las mentes de quienes por lo general han mantenido una actitud más sobria (o incluso distante) ante la obra de este trabajólico del art-rock contemporáneo. Desde este blog progresivo celebramos la magia particular de este disco, que ya es calificado en muchos sitios internautas como el más redondo hasta la fecha de la trayectoria solista de su autor. ¡Recomendable!


Muestras de “The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)”.-
Luminol: http://www.youtube.com/watch?v=_w8SY_9yO8k
The Holy Drinker: https://www.youtube.com/watch?v=_XGb5gCxSjw
The Raven That Refused To Sing: http://www.youtube.com/watch?v=n8sLcvWG1M4

2 comments:

Unknown said...

Como siempre César, tu profundo análisis es una guía precisa para ir leyendo mientras escuchamos este nuevo álbum de S.W. y coincido contigo en orden a que es: a) el mejor de los tres editados a la fecha y b) recomendable.
S.W. me llamó mucho la atención en el 2012 (cuando vino a Argentina) pues aquí hubo mucho revuelo y apoyo radial, cierta parte de los fans locales lo consideraban DIOS. ¿era para tanto? Me dispuse a hacer lo que hay que hacer: comprar su álbum "Grace for Drawning" (esto es, apoyar al músico) y sacar mis propias conclusiones. El doble CD fue muy bueno pero lamento decir que nada revolucionario. Otros ya lo hicieron antes que él. Sigo sin entender por qué lo endiosan tanto. Y ahora llega "The Raven..." y mi apreciación cambió: me gusta mucho más, las influencias siguen estando y me resulta mucho más progresivo. Hay una fluidez y soltura que da el conocimiento y constante girar pues estos músicos del Tour 2012 tocan en este álbum. Se nota. No dudo de su talento y quizás es 1 referente, además de contar con la bendición de los próceres prog que bien citas. Seguiré adquiriendo sus CDs pero no esperemos el mesías. Ya vino a fines de los sesentas...

César Inca Mendoza Loyola said...

Gracias por tu comentario, amigo Hugo. Un agradecimiento especial por eso de "profundo análisis": tus opiniones también me parecen valiosas por la profundidad perceptiva que reflejan, así como por la claridad de expresión que tienen.