HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy no solo anunciamos sino que celebramos el hecho de
que RICHARD PINHAS aporte un nuevo trabajo musical para el presente año 2013:
“Desolation Row”. Este músico francés ha sabido mantenerse ocupado desde su
carrera estrictamente solista y también colaborando en proyectos (como por
ejemplo, un trío con dos integrantes de DJAM KARET en UKAB MAERD). Es un hecho
que su labor más reconocida habitualmente es la de fundador y líder de HELDON,
ensamble pionero de la música progresiva electrónica con una actitud anarquista
y postmoderna, desde 1974 hasta 1979, generando obras magnas como “Agneta
Nilsson”, “Un Rêve Sans Conséquence Spéciale” y “Stand By”. Pero también es un
hecho es que PINHAS ha sobrevivido ampliamente a la estructura estética de
HELDON hasta el día de hoy: no olvidemos, además, que mientras el ideal de
HELDON se mantenía vivo con sus incesantes cambios de formación, PINHAS también
iniciaba su trayectoria solista con discos como “Rizòsphere” y “Chronolyse”. Se
puede decir que el primer disco solista de PINHAS post-HELDON, “L’ethique” del
año 1982, el paradigma musical de este genio francés reforzaba las columnas y
tuercas definitivas de su feroz arquitectura creativa. Más de 30 años después,
y con una carrera razonablemente bien sostenida, “Desolation Row” nos demuestra
que la brillantez de RICHARD PINHAS sigue siendo magistralmente auténtica y
vorazmente osada, y de hecho, muchas de sus sonoridades más tremendistas y angustiadas nos recuerdan a los clímax feroces de los clásicos de HELDON “Un Rêve Sans Conséquence Spéciale” y “Stand By”. Para esta ocasión, el maestro francés, quien ya peina algunas
canas de un hombre de 62 años, se hace acompañar de una nutrida serie de
colaboradores tremendamente eficientes: Oren Ambarchi [batería, guitarra y
recursos electrónicos], Lasse Marhaug [recursos electrónicos y efectos],
Etienne Jaumet [sintetizadores análogos y saxofón], Noel Akchote [guitarras en
estéreo], Eric Borelva [batería] y Duncan Nilsson [recursos electrónicos y
efectos].
Durando casi 16 ½ minutos, ‘North’ abre el disco en
una suerte de perpetuo punto álgido donde las pérfidamente pulsaciones
mecánicas de los sintetizadores y las ominosamente compulsivas texturas de los
guitarreos se imponen en un ejercicio incesante de luminosidad tanática. La
batería instaura desarrollos de un swing ingenioso que permiten añadir un ágil
dinamismo sobre el cual pueda instalarse el foco de este torbellino de fuego.
Con una cadencia menos intensa y una aureola más ceremoniosa, ‘Square’ elabora
una fluida combinación de esquematismo rítmico en la batería y tonalidades
jazzeras en los guitarreos bajo el ropaje de capas de teclado o soundscapes de
guitarra. La bien resuelta tensión entre la visceralidad de la psicodelia, la
espontaneidad inteligente del jazz y la dinámica imponente de la
experimentación electrónica hacen que el jam central de ‘Square’ mantenga su
magnetismo a lo largo de sus casi 9 minutos de extensión. También dura cerca de
9 minutos el siguiente tema, titulado ‘South’, el cual cumple con la misión de
explayarse en atmósferas inquietantes y crepusculares, llevando el legado de
psicodelia y jazz-rock recibido de la pieza anterior hacia dimensiones más
oníricas. Definitivamente, la espiritualidad retratada en esta pieza está
reposada una suerte de solaz, pero el aura de inquietud se revela
misteriosamente arrolladora a través de la fachada externa de serenidad
contemplativa que se muestra al frente de una estructura musical genuinamente
tensa.
El cuarto tema porta el emblemático título ‘Moog’: sí,
‘Moog’, en doble homenaje al sintetizador más famoso de los 70s y el personaje
que lo inventó, Robert Albert Moog. PINHAS y sus colaboradores de turno se
engarzan en una esforzada labor de hilar y conjugar copiosas atmósferas y
ambientaciones electrónicas sobre un ritmo sintético ágil durante los primeros
12 minutos. Es obvio que la idea guía de esta pieza es celebrar el Moog como
mecanismo de arte moderno, celebrando sus potenciales de fuerza expresiva; esto
se refleja cabalmente en la manera en que los músicos se orientan hacia un
talante ensoñador que sabe cómo ajustarse propiamente al esquema rítmico en
curso. La segunda sección de la pieza se centra en un ejercicio de denso
lirismo que tiende puentes hacia el estándar del TANGERINE DREAM 75-78 y el
CLUSTER 74-76: ahora, la idea guía de celebración se focaliza en el jolgorio
emocional que supone el acto de crear. Los últimos 25 minutos del álbum están
ocupados por la dupla de ‘Circle’ y ‘Drone 1’. ‘Circle’ retoma la espiritualidad
de ‘North’ pero le otorga un esquema sonoro más cercano al de ‘Square’.
Específicamente cabe destacar el modo en que se resaltan varias capas
cibernéticas con el propósito de opacar alevosamente el planteamiento dibujado
por la dupla de guitarra y batería; esta “agresión” desde dentro funciona como
agente motivador de una neurosis musical muy bien lograda. Por su parte, ‘Drone
1’ es una celebración exhaustiva de la ansiedad desquebrajada del ruidismo:
PINHAS crea texturas arrojadas al aire cuales piedras de la honda de David para
convertirlas en texturas angustiadas con las cuales se pretende crear un nuevo
cobijo para la mente, ciertamente electrizada por el ímpetu enajenante de la
pieza en cuestión.
Todo esto fue “Desolation Row”, un nuevo muestrario desafiante
de la vitalidad postmoderna que RICHARD PINHAS nos ha enrostrado como su raison
d’être
desde aquellos viejos tiempos de los primeros álbumes de HELDON. “Desolation
Row” es, para decirlo de la forma más sencilla posible, un disco fastuoso y
magnífico, un manifiesto claro y directo de lo apocalíptico del mundo que habitamos tanto como de la psique que se alberga en nuestro interior.
Muestras de “Desolation Row”.-
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