HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy presentamos al trío noruego KROKOFANT, integrado
por Tom Hasslan [guitarras], Axel Skalstad [batería] y Jørgen Mathisen
[saxofón]. Este ensamble de jazz-rock experimental patentemente filudo –
algunos le llaman jazz noise – comenzó como un dúo conformado por los dos
primeros músicos mencionados más arriba, pero con el ingreso del saxofonista
pudo concretizar la forma más acabada de su propuesta sonora. Su disco debut,
titulado con el mismo nombre del grupo, fue editado por el sello Rune Grammofon
en febrero pasado, y conociendo el pedigrí que esta compañía fonográfica tiene,
pues es de esperar que el repertorio de “Krokofant” contenga un talante
aventurero y radiantemente vigoroso. Como siempre, la edición de este disco viene tanto en formato digital como de vinilo. Confirmemos las mejores expectativas con el siguiente repaso
del repertorio pieza por pieza.
‘Polyfant’ abre el disco con una demostración de
arrolladora vitalidad que se anuncia desde el minimalista loop cósmico de
inicio: en una inspirada combinación de vieja escuela Crimsoniana y dinamismo
osado a lo JOHN ZORN, el trío se embarca en el armado y consistencia de una robusta
arquitectura rabiosamente alimentada de riffs y síncopas. El solo de saxo es
puro fuego hecho sonido. Luego sigue la dupla de ‘Supermann’ y ‘Bodega’, una
sucesión de piezas que ahonda en la manifestación sónica que el trío genera
desde sus propias inquietudes estéticas confluyentes. Ambos exhiben
electrizantes dosis de sofisticación progresiva y vigor rockero con
incandescentes riffs, grooves salvajemente extrovertidos y complejas
ingenierías rítmicas: el caso de ‘Bodega’ es especialmente paradigmático del
tipo de brillo que puede alcanzar la estelar sonoridad de KROKOFANT, mientras
que ‘Supermann’ elabora un esquema un poco más ambicioso en cuanto a las
variaciones de ambiente que tienen lugar, incluso coqueteando a ratos con el
math-rock. Otro detalle que hay que destacar de ‘Bodega’ es el solo de guitarra
que tiene lugar, generoso en su extensión y humanamente imposible en su
ejecución. Después de esta ilación de tres aventuras sónicas tan rotundas,
emerge ‘Thispair’ para poner un poco de calma, o en todo caso, explorar la
espiritualidad filuda de la banda desde su dimensión más reflexiva. El esquema
rítmico es reposado, pero eso no impide a Skalstad usar ornamentos interesantes
al compás básico: el saxo es el principal dibujante de líneas y atmósferas
mientras que la guitarra establece bases etéreas que no se alejan mucho del
paradigma de Fred Frith. De hecho, hay algunos ribetes de HENRY COW en este
tema en particular.
‘EJS’ emerge para volver a la exhibición de fuego y
acero, y lo hace con un aspaviento imposible de controlar. La pulsátil neurosis
de la batería coquetea con el espíritu del free-jazz en un insano coqueteo con
el thrash-metal mientras que el guitarreo crea vendavales de extravagancia
jazz-rockera en una increíble consonancia con las exigencias rítmicas impuestas
por Skalstad; por ahora, Mathisen se toma un descanso. En fin, ‘Castaway’
cierra el álbum ocupando los últimos 12 ¾ minutos del mismo. Su estrategia
consiste en volver a la faceta más reposada del grupo, pero no para mostrar un talante
reflexivo sino para explorar recursos sonoros inspirados en la psicodelia de
vieja escuela y el aspecto abstracto del KING CRIMSON de la era Wetton. Después
de haber dado una prioridad prácticamente absolutista a lo extrovertido y lo
incendiario, ahora Hasslan, Skalstad y Mathisen deciden pintar un espectro
sonoro de brumas parsimoniosas y nieblas otoñales. El vigor no ha desaparecido
ni se ha trocado por otra cosa, sino que ahora se ha transformado en una fuerza
adormecida que controla su expresividad en base a una actitud de misteriosa
sutileza. Así concluye el disco homónimo de KROKOFANT, una entidad que permite
a Noruega mantenerse en un lugar de privilegio dentro de la avanzada
jazz-progresiva internacional.
Muestra de “Krokofant”.-
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