Tuesday, May 29, 2018

Una excursión a los grandes nevados del rock progresivo con NOT A GOOD SIGN



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos toca presentar (y lo hacemos con mucho gusto) el nuevo trabajo del grupo italiano NOT A GOOD SIGN, el cual se titula “Icebound” y fue publicado de forma independiente por la propia banda en el 5 de mayo del presente año 2018. La alineación que estuvo a cargo de crear y grabar el nuevo material contenido en este disco consiste en Paolo “Ske” Botta [teclados y glockenspiel], Alessio Calandriello [voz], Alessandro Cassani [bajo y voz], Martino Malacrida [batería y trompeta] y Gian Marco Trevisan [guitarras y voz]. Ya no está aquí el guitarrista Francesco Zago ni tampoco el vocalista Alessio Cassandriello pero el ensamble está dispuesto con todas las energías en su poder para dignificar el estupendo legado que se ha plasmado en la secuencia de los dos discos precedentes “Not A Good Sign” y “From A Distance” (del 2013 y del 2015, respectivamente). El quinteto ha contado con invitados especiales a lo largo del disco, quienes han ayudado mucho a completar el bloque sonoro que se tenía en mente para cada ocasión. El nombre más notable en la lista de invitados es el de David Jackson, el legendario exintegrante de VAN DER GRAAF GENERATOR, quien tocó saxofones y flauta en la penúltima canción del álbum; pero también cabe mencionar a Eloisa Manera (violinista en nada menos que seis temas del álbum), Margherita Botta (glockenspiel de juguete y voz en las dos primeras canciones), Marcello Marinone (tímpanos en el tema #7) y Fabio “Ciro “ Ceriani (percusiones y efectos de sonido en cuatro temas). “Icebound” no es exactamente conceptual en torno a una narrativa pero sí está temáticamente centrado en la imagen metafórica del hielo como símbolo de soledad, aislamiento, incomunicabilidad o apatía, dependiendo de la canción. Todas las piezas contenidas en este álbum han sido compuestas por Botta excepto una, que fue concebida por Trevisan; veamos ahora los detalles del repertorio.


La dupla de ‘Second Thought’ y ‘Frozen Words’ da inicio al disco instaurando una energía expresiva inapelable y muy reveladora. El área sonora de ‘Second Thought’ se instala sobre recursos diversos anudados por una delirante garra común tras unos segundos iniciales marcados por un dadaísmo etéreo: una vez que estalla todo, los fuegos artificiales sónicos se apoderan de la atmósfera expansiva a través de los sofisticados vericuetos rítmicos que salen al paso. Una electrizante obertura que prepara cabalmente el terreno para el arribo de 
‘Frozen Words’, una canción patentemente orientada hacia lo ceremonioso dentro de un encuadre signado por un elegante dramatismo, especialmente en lo referente al preciosista manejo de las capas y ornamentos de los teclados así como en los solos de guitarra ubicados estratégicamente en varios lugares. Los cambios de ritmo y ambiente que tienen lugar (incluyendo un pasaje de corte funky-jazz) se van sucediendo en una cohesionada ingeniería típicamente progresiva: los aires de familia con LA COSCIENZA DI ZENO, UNREAL CITY y LA MASCHERA DI CERA están a la orden del día. El primer momento decisivamente épico del disco llega de la mano de ‘Hidden Smile’, canción que dura poco más de 9 minutos y cuya estructura general consiste en una ágil sucesión de momentos serenos y otros opulentos. La primera sección melódica es sobria y romántica bajo la guía de la guitarra, derivando todo hacia otra sección más tensa donde el viraje sincopado de la dupla rítmica y los sombríos arreglos de los teclados obligan a la guitarra a incrementar su punche; en este momento, la cosa se sitúa a medio terreno entre ARENA y THRESHOLD, pocas veces se ha puesto la gente de NOT A GOOD SIGN en una actitud tan amigable con los estándares del prog-metal melódico. Poco antes de llegar a la frontera del cuarto minuto y medio, el bloque instrumental capitaliza el vigor reinante y dispone de un groove más trepidante para la dupla rítmica: los fraseos del violín sirven para pintar colores intermedios entre los aportes sonoros de la guitarra y de los teclados. Ya para el último tercio de la presente pieza, el desarrollo temático oscila entre lo sombrío y lo evocativo, siendo así que este segundo factor guarda un cariz patentemente romántico, muy en línea con el estándar Genesiano y el paradigma Cameliano. Como dijimos antes, tenemos aquí un despliegue de maniobras musicales signadas por un imponente talante épico. 

Los 58 segundos que ocupa la miniatura ‘As If’ están penetrados por una etéreo fulgor mágico bajo la guía del piano, lo cual abre la puerta a la emergencia de ‘Down Below’, canción que expone varios pasajes desbordantes de pathos que vibra entre la sombra y la luz. El desarrollo temático coge la posta de etérea serenidad recibida del breve instrumental precedente pero luego se desvía hacia un cuerpo central rebosante de punche rockero, un punche que se deja empapar por los señoriales aires sofisticados que emanan de la razonablemente compleja estructura melódica que se dirige desde el encuadre de los teclados y la batería para dar forma a los riffs de guitarra y las intensas líneas del violín. La extravagante coda tiene en sus arreglos de sintetizador un inconfundible aire Floydiano (etapa 73-75). ‘Truth’ cumple con la misión de retomar el legado Genesiano en confluencia con la médula aggiornada que se inspira tanto en la escena retro-progresiva italiana que late y vive desde los 90s como en el paradigma neo-progresivo del nuevo milenio. Incluso en los momentos más aguerridos, se nota que reina ahora la claridad melódica y no tanto la densidad emocional como había sucedido en ‘Down Below’. Tal vez se podría describir a 
‘Truth’ como el microcosmos de ‘Hidden Smile’. Con la dupla del breve ítem ‘Not Yet’ y la ambiciosa canción ‘Trapped In’ – ocupando un espacio de casi 9 ¾ minutos, es la más larga del repertorio –, el grupo se compromete a plantear el último momento de magnificencia épica del disco. ‘Not Yet’ es un prólogo típicamente prog-sinfónico que sigue en buena medida el estándar de CAMEL con algunos rezagos de los PFM mientras que ‘Trapped In’ le da un nuevo giro de tuerca al juego de modalidades diversificadas de la esencial musicalidad del rock progresivo. La ilación de diversos motivos y las variaciones de ambiente están a la orden del día en una suerte de síntesis entre el apasionamiento denso de ‘Down Below’ y la majestuosidad frontal de ‘Hidden Smile’. Hay ciertos pasajes que suena bastante Crimsonianos y allí están los saxos de Jackson para potenciar debidamente la aureola de tortuosa oscuridad que se explaya en momentos así. La última sección es más animada y luminosa, siendo así que los pasajes de teclado se tornan Emersonianos y los guitarreos van por la línea de Steve Howe: así las cosas, el ilustre invitado Vandergraffiano se sitúa en un posicionamiento lírico desde el cual llena espacios aludidos por las capas de teclado rumbo al drástico golpe final. Chocante pero efectivo esta final de canción. 

El epílogo del álbum está encarnado en la pieza de 2 ½ minutos ‘Uomo Neve’, la cual comienza con espartanos fraseos de piano y termina con lánguidas capas de sintetizador que apuntan hacia una nocturnidad mustia y lánguida, tal vez el inicio de una nueva calma... o tal vez un momento final tras el cual el mundo no tiene más remedio que desaparecer. Como sea, se trata de un final interesante tras los variados despliegues de intensidad caleidoscópica que se nos ha ido mostrando en ‘Down Below’, ‘Truth’ y ‘Trapped In’. Como un todo, más allá de los momentos individuales favoritos que cada oyente pueda escoger,
“Icebound” funciona con total efectividad: el renovado personal de NOT A GOOD SIGN ha sabido dignificar al 100% la vitalidad de su obra integral mientras añade nuevos bríos y renovado vigor a los esquemas sonoros planteados y registrados en este nuevo disco. De lo mejor que se nos está dando en el área sinfónica del rock progresivo del año 2018. 


Muestras de “Icebound”.-

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