Hoy se da el turno de presentar una de las obras progresivas más arriesgadas y turbulentas del año 2018, una obra hecha al alimón entre el cuarteto suizo SONAR y el sexagenario genio guitarrista estadounidense DAVID TORN: una obra titulada “Vortex”, la misma que ha sido publicada por el sello RareNoise Records a fines del pasado mes de marzo tanto en CD como en doble vinilo. SONAR es un cuarteto conformado por Stephan Thelen [guitarra tritonal], Bernhard Wagner [guitarra tritonal], Christian Kuntner [bajo] y Manuel Pasquinelli [batería y percusión], un ensamble cultor de una vigorosa modalidad progresiva que combina las herencias del math-rock, la conmoción ingenieril de los KING CRIMSON de los últimos 30 años y la psicodelia pesada dentro de una maquinaria muy amiga de los enfoques constructivistas de la labor compositiva. Con tres discos de estudio anteriores y uno en vivo, el cuarteto suizo ha dejado amplia constancia de las metas artísticas que se propone: de hecho, su disco de fines del 2015 “Black Light” es un síntoma inapelable de su convincente madurez estilística. Pues bien, ubicándonos ahora en el presente, para este ensamble ha sido un privilegio contar con un socio de lujo en el momentum creativo del cual surgió este nuevo disco, así como TORN ha podido gozar de una oportunidad especial para explorar nuevas ideas dentro de su inquieta mente vanguardista al trabajar con un grupo tan sistemáticamente arquitectónico. El disco se grabó entre los días 15 y 17 de febrero del 2017 en el Powerplay Studio A, en Maur (un pueblo cerca de Zurich). Antes de publicar “Vortex”, la gente de SONAR y el Sr. TORN han realizado varias actuaciones en vivo, incluyendo el ProgDay 2017. Ya conocemos a este maestro por su nutrida obra solista (p.e., obras como “Cloud Mercury”, “Door X” y “What Means Solid, Traveller?” son clásicas dentro de la vanguardia jazz-rockera de las cuatro últimas décadas) así como por su especial asociación con otros maestros como Terry Bozzio y Mick Karn en POLYTOWN y por su participación como parte del apoyo para Bill Bruford y Tony Levin en el proyecto UPPER EXTREMITIES. Con esta dialéctica de férrea ingeniería y fuego deconstructivo seguramente se ha forjado uno de los discos más excitantes que disfrutaremos en el presente año. ¿Es que hay algo que puede salir mal cuando se asocian cuatro jóvenes ya curtidos y un veterano de lujo? No, pero hasta ahora solo afirmamos cosas sin más ni más... ya es hora de repasar los detalles del disco que tenemos en nuestras manos.
‘Part 44’ da inicio al repertorio del álbum con una vivacidad que poco a poco va transitando desde una grisácea sobriedad hasta una rotunda vivacidad, casi como ocultando la intención de llegar a esto último al oyente. La calculada fluidez de esta sofisticada transición al modo de un grácil crescendo psicodélico que va completando todos los matices y tonalidades sónicas mientras va desarrollando su motif y cadencia dentro de una instalación pulsátil y arquitectónica. Para los dos últimos minutos, la primera guitarra se revuelve en sus propias agitaciones con una fiereza majestuosa. ¡Qué estupendo inicio del álbum! Llevando el despliegue de vigor indicado en el primer tema para darle mayores niveles de suntuosidad y remodelarlo con una aureola de misterio que parece esconder electrizantes inquietudes bajo su engañoso manto, ‘Red Shift’ inspecciona cadencias un poco más comedidos mientras las ariscas amalgamas de las armonías guitarreras se adentran una y otra vez en oscuras cavernas delineadas con metódica aridez. Se trata, añádase de paso, del segundo tema más largo del disco con sus
poco más de 10 ½ minutos de duración. El tercer tema del álbum se titula ‘Waves And Particles’ y dura alrededor
de 7 ¾ minutos. Su estrategia se activa con una secuencia meticulosamente amalgamada de dos guitarras sobre la base de un meticulosamente flemático groove creado por la dupla rítmica a fin de organizar una especie de tensión sutil. La vivacidad está allí a flor de piel, siempre aludida por lo fraseos solistas que calculan sus momentos para emerger con neurótica elegancia, pero dicha prestancia solo se suelta bajo la lógica de las espartanas pulsaciones impuestas por el swing. Tras los recursos de tensión y tracción que se hicieron tan explícitos en los dos primeros temas viene muy bien ahora un momento para focalizar la energía rockera en un arbitrio más constreñido. Si ‘Part 44’ instauró un culmen de fuego renovador, ‘Waves And Particles’ hizo lo propio con un culmen de aire oscilante, claro está, sin renunciar siquiera en un ápice a la ideología ingenieril de la visión progresiva de SONAR.
El cuarto tema de este disco es ‘Monolith’, portador de una densidad sublime cuya aureola oscurantista paradójicamente se siente liberadora para el oyente empático. Ocupando un espacio de 10 ¾ minutos, se trata del ítem más largo de
este disco., siendo su función central la de tender un puente entre el misticismo inescrutable del tercer tema del álbum y la musculatura áridamente aguerrida del segundo. A partir de la estructuración de esta síntesis sónica se llega necesariamente a un índice musical que combina lo majestuoso con lo adusto, todo ello dentro de un perfecto equilibrio que impida a la majestuosidad desviarse hacia lo pomposidad y a la adustez caer en un mero ejercicio de monotonías insustanciales. Ninguna de las dos cosas, solo gracia gloriosa bajo las constantes pautas estilísticas marcadas por este fabuloso ensamble pentagonal. La quinta pieza del disco es la que justamente le da título: no siendo su groove mucho más intrépido que el de ‘Monolith’, sin embargo se nota que se abre un camino hacia una especie de soltura relajante dentro de los cánones impávidamente arquitectónicos de SONAR. Su generoso espacio de más de 9 minutos y medio está prioritariamente signado por una sabiamente armonizada alternancia de pasajes arrolladoramente mecanicistas con otros donde la fiereza rockera se explaya en una visceralidad que unifica misterio y vehemencia. En fin, el broche del repertorio llega de la mano de ‘Lookface!’, un ítem en cuya primera instancia los insumos sonoros están arreglados de tal manera que puedan explorar recursos de neurosis extrovertida y de luminosidad torturada: en efecto, la primera sección, que dura casi 4 minutos, es el paisaje sonoro de un tormenta motivada por fuerzas sobrehumanas que se complace en agitar su propio colorido exhaustivo. La segunda sección deriva drásticamente hacia una vía de sistemáticos ocultamientos, como entrando en una caverna donde el nuevo esquema sonoro juega a las escondidas consigo mismo con la intención de explorar todo el potencial del vacío dentro del arte del ruido. Sigilo máximo, secretismo sistemático, prolongada deconstrucción de una llama resignada a hundirse en su fatal agotamiento definitivo: estas tres imágenes conceptuales designan el tipo de estrategia que el grupo elabora para los últimos minutos de este disco. La edición de vinilo completa el lado D con versiones en vivo de los temas
‘Monolith’ y ‘Part 44’, fabulosas versiones, como es de esperar.
En conclusión, este aquelarre pentagonal de SONAR y DAVID TORN ha gestado un monstruo exquisito y contundente dentro de la vanguardia rockera del momento: “Vortex” es un trabajo monumental, tan vibrante como arquitectónico, turbulento a su propia manera. Como entrañable anécdota, en los créditos de este disco se menciona a la figura del jazz-rock experimental Henry Kaiser para agradecerle el haber instigado el encuentro entre el cuarteto suizo y el maestro TORN. Recomendado el 200% para todos los melómanos que entienden y sienten el amor a la música progresiva como aventura.
‘Monolith’ y ‘Part 44’, fabulosas versiones, como es de esperar.
Muestra de “Vortex”.-
Waves And Particles: https://www.youtube.com/watch?v=2w4Iw7RCKUI
Waves And Particles: https://www.youtube.com/watch?v=2w4Iw7RCKUI
Monolith [en vivo, febrero del 2017]: https://www.youtube.com/watch?v=8fq8g_0Dqpw
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