Friday, July 13, 2018

Tercera estancia en la ruta space-rock-progresiva de los HUMAN FACTOR



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos centramos en el fabuloso cuarteto ruso HUMAN FACTOR y su nuevo trabajo fonográfico, el cual se titula “Let Nature Take Its Course” y es una realidad desde el primer día del presente mes de junio. Este ensamble space-rock-progresivo conformado por Pavel Vorobyov [guitarras y teclados], Sergey Volkov [teclados], Alexander Meshcheryakov [bajo] y Konstantin Shtirlitz [batería]. Se trata ya de su tercer disco – tras “4.Hm.f” (2014) y “Homo Universum” (2016) – y podemos afirmar, de entrada, que los HUMAN FACTOR siguen con muy buena salud en la creatividad musical que brota de las mentes de sus integrantes tanto como en el vigor patente en las interacciones sonoras que operan en conjunto. También se trata del primer disco que el grupo acomete con el nuevo guitarrista Vorobyov... y no sabemos si eso tendrá algo que ver con el tipo incremento sistemático que se ha dado en la energía expresiva que el grupo ha manifestado en el repertorio de este nuevo disco en comparación con los también excelentes discos que le han precedido, pero el hecho es que “Let Nature Take Its Course”, esta tercera instancia de HUMAN FACTOR dentro de su curso space-rockero, se nos muestra a una banda más robusta en su ingeniería rockera. Vamos los detalles de este nuevo disco más de cerca, ¿vale?


Ocupando los primeros 7 ½ minutos del disco, ‘Longyear’ impone desde el punto de partida una espiritualidad robusta y contundente sobre un constante groove de 6/8. La dupla rítmica hace sentir su magnífica mezcla de precisión y exuberancia a la hora de instalar la ingeniería básica de la pieza mientras los guitarreos y las capas de sintetizadores ostentan una vibrante confluencia de lirismo y densidad. El vehemente señorío que se proyecta a lo largo del último minuto y medio da buena muestra de cómo el grupo es capaz de darle mil y una vueltas a un motif sencillo y ayudarle a mantener su frescura a través de una extensión relativamente generosa de tiempo. Luego sigue ‘A.L.F.’, pieza que ostenta una ambientación general muy semejante a la de la pieza de apertura pero con un desarrollo melódico un poco más elaborado: de hecho, varios de los fraseos sobregrabados de guitarra y el bloque general de los solos de sintetizador le dan a la ingeniería sonora en curso una prestancia totalmente empadada de cautivadora energía expresiva. Los discursos del space-rock, el prog-metal y el post-rock melódico van reforzando su exaltada convivencia con un impolutamente calculado crescendo. Esta pieza encarna muy bien el modo en que un impacto ejecuta su potencia sin quedarse en el mero instante del golpe, sino por el contrario, dejando que la huella se asiente mientras el impacto se regodea en su propia magia recia. Los factores jazz-rockeros que usa el baterista en varios momentos conforman un elementos clave para el asentamiento de toda esta majestuosidad. Un cénit decisivo del disco como también lo es la pieza que sigue a continuación, titulada ‘1816’. No sabemos si tiene que ver con el título pero el hecho es que en el primer día de ese año, el entonces zar Alejandro I decretó la expulsión de los sacerdotes jesuitas de Rusia. Bueno, el hecho es que este tema le da una nueva vuelta de tuerca a los recursos de lirismo que ya se estaban anunciando fuertemente en las dos piezas precedentes mientras aumenta un poco más el punche rockero por vía de la imponente labor de la guitarra y los incesantes ornamentos que gesta la batería. Además, tenemos aquí el que posiblemente sea el mejor solo de sintetizador del disco. 

 

Cuando llega el turno de ‘Lake Of Solitude’, el grupo empieza a darle un matiz más reflexivo y contenido a la esencia grandilocuente y densa de su propuesta space-rock-progresiva. Así, dándole un interesante viraje relativamente etéreo a la permanente exuberancia grupal, el desarrollo instrumental establece conexiones con la lógica de las estilizaciones melódicas que es tan propia del inmortal paradigma prog-sinfónico. ‘Touch Of Chixculub’ se encarga de seguir las rúbricas de los temas #2 y #3 mientras hace una interesante revisión de la plantilla de expresividad sobiramente melancólica que hizo su primera entrada en la instalación de Lake Of Solitude’. Vuelven a salir al primer plano varios recursos de inspiración jazz-rockera de parte del baterista en algunos pasajes, pero dada la musculatura predominante que se da aquí, el encuadre sonoro integral exige de él que dé prioridad al nervio y a la contundencia. ‘Alarm #1202’ también se enfila por el camino de la síntesis de ideas y vías ya recorridas, pero esta vez es entre el señorío frontal de la pieza de entrada y la arrolladora exuberancia de la segunda; hay un cierto predominio de esto último, lo cual redunda en otro nuevo síntoma de atractiva y efectiva fastuosidad progresiva. Los últimos 12 minutos del repertorio están ocupados por la dupla de ‘Red Shift’ y ‘Nubo Vetera Promesas Pluvon’: para este último tema, el cuarteto tuvo la colaboración de David Paulley al canto. En ‘Red Shift’ disponemos de una reconstrucción de las atmósferas y grooves primordiales de Lake Of Solitude’ dentro de un encuadre sonoro donde lo etéreo y lo macizo se conjugan de una manera bastante fluida. Los teclados filtran sólidamente sus policromías espaciales a través de las paredes de rotundos guitarreos. ‘Nubo Vetera Promesas Pluvon’, por su parte, brinda una nueva dimensionalidad a la faceta contemplativa de la banda así como a sus inclinaciones más sinfónicas: los sintetizadores vuelven a asumir cierto protagonismo importante aunque esta vez no es para la pirotecnia sino para el realce del núcleo melódico en curso, un poco en semejanza con sus colegas espaciales de QUANTUM FANTAY. 



Todo esto fue “Let Nature Take Its Course”, un disco agudo, corpulento y melódicamente consistente en el que los HUMAN FACTOR. La verdad que nos ha parecido una experiencia inmensamente grata el notar cómo este grupo logra mantener e incluso aumentar su fuerza expresiva y su frescura creativa dentro de la provincia progresiva donde ha decidido situarse desde sus tiempos iniciales. La verdad que este disco es bastante recomendable. 


Muestras de “Let Nature Take Its Course”.-

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