Hoy presentamos al ensamble suizo AKKU QUINTET, ensamble que cultiva una de las modalidades de música progresiva más ricas y sugerentes hoy en día. Tal como indica el nombre, se trata de un quinteto integrado por Manuel Pasquinelli [batería], Michael Gilsenan [saxofón], Maja Nydegger [teclados], Markus Ischer [guitarra] y Andi Schnellmann [bajo]. El nombre del baterista, quien es también el compositor de todo el material de la banda, nos suena del cuarteto SONAR (una de las entidades más notables de la avanzada progresiva suiza de los últimos años). “Depart” es el título del álbum que este quinteto publicó el pasado 17 de mayo. De hecho, el nacimiento de AKKU QUINTET, que tuvo lugar en el año 2010, fue una iniciativa de Pasquinelli; el primer disco que publicó fue “Stages Of Sleep”, en el año 2013 y “Depart” es el cuarto ítem de su discografía. La verdad que este disco nos ha agradado una barbaridad con su sólida y meticulosamente estructurada confluencia de math-rock, vibraciones propias del paradigma Crimsoniano de los 80s, post-rock, RIO de tradición francófona y psicodelia dentro de una valiente amalgama jazz-progresiva. Tanto en la tarea de la inspiración compositiva como en la labor de los arreglos musicales que han de perfilar a aquélla, los cinco músicos se dedican primordialmente a crear estructuras sonoras vitalistas que transitan a través de multiformes y polivalentes parajes de densidad, tensión y misterio haciendo gala de diversos grooves, los cuales van desde lo aguerrido a lo juguetón, pasando por lo ansioso, lo relajado y lo amenazante. Hay ciertos aires de familia con la esencia musical de SONAR en el esquema de trabajo de los AKKU QUINTET, y también notamos cercanías relativamente habituales con los paradigmas de JOHN ZORN, TORTOISE, KING CRIMSON y las facetas más vaporosas del estándar jazz-progresivo. Bueno, veamos ahora los detalles del repertorio de “Depart”.
El primer tema del disco se titular ‘Largo’ y dura poco más de 14 ½ minutos. Bajo el engañosamente lánguido comando del piano eléctrico, se inicia un primer motif en 5/4 manejado sólidamente por el ensamble en blqoue en base a la ingeniosa confluencia de arquitectónicas armonías de guitarra y bajo con el sobrio groove jazz-rockero de la batería. Poco antes de pasar por la frontera del tercer minuto y medio se da un quiebre desde el que arma un breve interludio signado por una bruma un tanto sombría pero que, en el fondo, es fundamentalmente reflexiva: así las cosas, el motif inicial vuelve a apoderarse de los espacios pero esta vez con una presencia más absorbente de la guitarra, ensimismada como está con sus flotantes retazos. El saxo, por su parte, alterna momentos en los que acompaña a la dupla rítmica con otros en los que llena ciertos parajes del esquema armónico en curso. Alrededor del séptimo minuto y medio surge un inesperado momento oscurantista, no muy largo, pero sí lo suficientemente impactante como para guiarnos por una magnética aura de inquietud: sobre capas minimalistas de sintetizador y bajo, el caso elabora un solo evocador con un fuerte talante misterioso. Como dijimos, se trata de una instancia muy breve pues no tarda mucho en emerger un motif nuevo y más extenso donde reina algo muy distinto: la calidez. Bajo la pauta de los fraseos elípticos del piano, prestos a ser potenciados por la guitarra, el grupo crea una sección más luminosa que cualquiera de las anteriores. La batería se mantiene en una posición de relativo sigilo en su armazón rítmico mientras el saxo crea un hermoso solo que se regodea en su entrañable sencillez estructural. Ya en los tres últimos minutos que le quedan a esta pieza inaugural, el grupo elabora un crescendo donde lo luminoso adquiere elementos de tensión a través de una estrategia de fastuosa repetición. La coda juega con el silencio que rodea y termina absorbiendo a los moribundos ecos del último golpe, emergendo en los últimos instantes unos surrealistas golpes agudos de guitarra: secos como son, establecen efímeros recordatorios de los recursos de tensión que habían alumbrado y esquematizado el crescendo precedente. Luego sigue ‘Made In China’, pieza diseñada para explorar aires extrovertidos en base a compases inusuales y grooves dinámicos que comienzan en clave fusionesca con tintes psicodélicos (un poco a lo TORTOISE) y terminan derivándose hacia una expresividad robusta, algo muy apropiado para el momento en que la guitarra hace notar su faceta más nerviosa. Al comienzo era el sintetizador que emulaba escalas con percusiones orientales quien guiaba la estructuración del bloque sonoro global, pero una vez que la guitarra asume una actitud de despotismo rockero, las cosas no pueden ser las mismas: tienen que tornarse intensas y neuróticas a despecho de que el ensamble se encargue de mantener el aire de orgulloso garbo. Los últimos dos minutos están asentados en un enclave Crimsoniano mientras algo del talante fusionesco experimental vuelve a entrar a tallar como parte del paisaje sonoro.
‘Breeze’ se caracteriza por exploraciones y explayamientos de ambientes oníricos, dándose un especial énfasis al rol del bajo dentro de la ingeniería instrumental general. De hecho, los aportes precisos y notablemente medidos de los demás instrumentos permiten que se reitere la gestión de breves espacios vacíos dondelos cuales los relajados delineamientos del bajo pueden explayarse sin aspavientos en su capacidad de estimular un viaje introspectivo en la mente del pyente empático. Tratándose de la pieza más breve del álbum con sus casi 3 ¾ minutos de
duración, su ambientación al estilo del nu-jazz le permite exponer un remanso
de serena introspección que viene muy bien después de los diversos ejercicios
de mágica y enérgica sofisticación musical que se encarnaron en los dos
primeros temas del álbum. Ocupando un espacio de casi 11 minutos, ‘Depart’ está diseñado para crear una suerte de regreso a la ecléctica lógica de densidad, sutileza y garra con la que se gestó la ingeniería sonora de la primera pieza: si ésta fue un cénit, pues ‘Depart’ no quiere quedarse atrás. Volvemos a un vitalismo misterioso, volvemos a una campiña musical de inteligentes alternancias entre pasajes extrovertidos y constreñidos, todo ello enmarcado en un groove acorazado y circunspecto de parte de la dupla rítmica. Cuando llega el momento del solo de sintetizador, éste sustenta y desarrolla un andamiaje de disonancias que se suceden delicadamente a través de senderos y vericuetos donde los silencios juegan un rol crucial; de este modo, su desarrollo adquiere una prestancia saltarina que comulga perfectamente con el aire de refinada neurosis que marca a la arquitectura sonora. Cuando llega el momento en que los colores serenos y alegres del saxofón entren a tallar, llega el momento para que la tensión se libere un poco y la dupla rítmica cierre sus operaciones: el fade-out instaura un cierre flemático con el cual no se resuelve pero sí se atenúa el imperante empuje nervioso con el que se había cimentado el cuerpo central de la pieza. El cierre del álbum
llega con ‘Cyan’, tema que se estructura con una matemática vitalista sin llegar a niveles estruendosos. En su pasaje inicial, la banda elabora un bien perfilado expresionismo con la estrategia de perfilar roles mutuamente complementarios mientras se sopesa un sutil aumento de la energía sonora mientras el motif sigue adelante. Pero poco antes de cruzar la frontera del tercer minuto, el grupo vira drásticamente hacia un recurso de otoñal parsimonia en base a una inspirada confluencia de punzantes retazos de los teclados y aguzados jalones de la guitarra y el saxo. Así estarán las cosas, aportando variantes en ciertos detalles creados sobre el camino, hasta el momento final.
Muestras de “Depart”.-
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