Monday, May 13, 2019

MYTHOPOEIC MIND: el rock sinfónico como poesía musical del nuevo milenio



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión presentamos a “Mythopoetry”, el disco de debut de la banda noruega MYTHOPOEIC MIND, el mismo que fue grabado durante en varias locaciones de Oslo entre enero y octubre del año 2018 y que acaba de ser publicado en el primer día del pasado mes de febrero. El nutrido ensamble de MYTHOPOEIC MIND consta de Pål Selsjord Bjørseth [trompeta y teclados], Ola Mile Bruland [bajo], Arild Brøter [batería], Steinar Børve [saxofones soprano y alto, voz, Akai EWI, teclados y programaciones], Trond Gjellum [percusión], Kjetil Laumann [voz] y Jarle G. Storløkken [guitarras eléctricas y acústicas]. También aportan algo ocasionalmente Anders K. Krabberød (Chapman stick en el tercer tema del álbum) y Torgeir Wergeland Sørbye (sintetizadores en la última). Los nombres de Steinar Børve y Jarle G. Storløkken nos suenan porque ellos son miembros de PANZERPAPPA, un referente de la vertiente más experimental del prog escandinavo: un ensamble caracterizado por su avidez para articular confluencias entre el rock-in-opposition, el Canterbury, el sinfonismo y la psicodelia Crimsoniana. Pues bien, ahora Børve y sus talentosos compinches se dedican a cultivar un sinfonismo retro bastante evocador y consistentemente ensoñador, no exento de retazos pastorales y atmósferas bucólicas, así como tampoco reacio a incorporar ocasionales elementos cósmicos de base electrónica dentro de su esquema sonoro integral. Por supuesto,conocemos también a Pål Selsjord Bjørseth por su membrecía en el colectivo de GENTLE KNIFE. 


Oportunamente titulado ‘Prologue Song’, el tema que da inicio al disco proyecta vibraciones intensamente etéreas logran instalar una ambientación pacífica y onírica, haciendo un buen uso de desarrollos armónicos muy sutiles en medio del minimalismo reinante. Cuando llega el turno de ‘Prey’, las cosas se trasladan hacia una dimensión mucho más extrovertida, usando un groove bastante ágil que se abre fluidamente a la organización de ingenierías rítmicas inusuales – principalmente, en 7/8 – mientras el relativamente sencillo motif se ornamenta ingeniosamente con complejas líneas de bajo y estrategias hermanadas de la guitarra y los metales. El asunto suena como un híbrido entre el paradigma de YES (71-72) y KAIPA (los tres primeros álbumes), con algunos recursos de hermanamiento respecto a las bandas coetáneas WOBBLER y GENTLE KNIFE. Hemos tenido con esta canción un atractivo retrato musical de una espléndida mañana soleada tras el sobrio (y sutilmente alegre) aire ceremonioso del primer tema. Así las cosas, llega el turno del poderoso instrumental ‘Mount Doom’, pieza de casi 10 ¼ minutos de duración cuyas coordenadas iniciales se sitúan en una cruza entre el Crimsonismo de los 80s y el modelo de los primeros discos de WHITE WILLOW. Lo que en principio parece que será un proceso de explayamientos en una espiritualidad densa pronto abre vía a una expresión de candor vivaz que debe mucho a las tradiciones prog-sinfónicas británica y escandinava de primera generación (YES, CAMEL, ELK, KAIPA). Los dos primeros motivos se van sucediendo en una ilación marcada por el sistemático aumento de gallardía y garbo. Alrededor de la frontera del séptimo minuto y medio, el asunto vira hacia un talante más ceremonioso, lo cual es aprovechado por el ensamble para volver a la faceta densa con la cual se había iniciado la pieza; más aún, esta densidad se acrecienta con el propósito de garantizar una majestuosidad robusta para los pasajes finales. ¡El cénit decisivo del álbum! 

En el ecuador del repertorio de “Mythopoetry” se sitúa ‘Train Of Mind’, una bella canción que tiende a lo taciturno a pesar de que el swing armado por la dupla rítmica, desplegando una simetría con los sobrios coloridos armónicos del teclado, refleja una moderada y genuina gracilidad. Se nota el nervio jazzero en el entramado rítmico y también algunos recursos propio del sinfonismo fusionesco (ATLAS, los CAMEL de la etapa 77-78) en los arreglos de vientos que entran a tallar a mitad de camino. También hay un momento donde un austero solo de guitarra acústica detalla algunas alusiones al lenguaje folk-rockero en una modalidad que no es muy lejana del ideario de unos WHITE WILLOW. Lozana elegancia y cristalina exquisitez conjugándose con perfecta naturalidad en el realce del desarrollo temático. El penúltimo tema del disco es el más extenso del mismo: se titula ‘Sailor’s Disgrace’ y dura más de 13 ¾ minutos. La pieza comienza con un breve prefacio de talante cósmico cuya función consiste en abrir la puerta al primer motif central, el cual se centra en una languidez contemplativa que nos recuerda un poco al paradigma de los primeros discos de ELOY y de NOVALIS, así como a entidades escandinavas de los viejos tiempos como FINNFOREST y OCTOPUS (el grupo noruego). El compás principal es de 3/4 en clave lenta, lo cual permite a los instrumentistas explorar la atmósfera melancólica del momento. Cuando llega el turno del solo de saxofón soprano, el colorido aumenta, y de paso, se crea un recto augurio de la próxima irrupción de un pasaje más ágil sobre un compás de 11/8: he aquí el segundo motif central. El nuevo esquema melódico se centra en la incursión de notables elementos folklóricos dentro de este momento de bravo dinamismo que el ensamble ha construido con convincente elocuencia: ahora, el grupo ha vuelto al territorio de KAIPA con ribetes Yessianos. Aunque la letra refleja una vivencia dramática, el fulgor musical impone su danzarina luminosidad. A poco de pasada la frontera del décimo minuto, se da un nuevo viraje hacia lo melancólico y lo reflexivo, esta vez con un matiz pastoral que parece diseñado para reflejar una espiritualidad elegíaca. De todas maneras, no es tanto tristeza como una inquietud reflexiva lo que se despliega en esta sección final de la canción. Si ‘Mount Doom’ fue el punto culminante del disco y ‘Train Of Mind’ expuso el trance de mayor candor melódico, podemos decir que ‘Sailor’s Disgrace’ es la composición épica que se sitúa en un punto intermedio entre los dos temas mencionados. 

‘Epilogue Song’ cierra el álbum con un ambiente más lleno que su contraparte inicial (‘Prologue Song’): ahora ya no es hora de hacer relucir la esperanza, ahora es el tiempo de decir adiós al día vivido y empezar a mirar al misterio de la noche sin saber qué hay en el horizonte cercano. Las capas de los teclados exhiben una elegancia solemne muy al estilo de THE ENID, añadiéndose esa nebulosidad grisácea que habitualmente asociamos a la esencia del prog escandinavo. “Mythopoetry” es ,ante todo, un disco bello y melancólico, un muestrario de bien orquestados esquemas sonoros que se alimentan de las bien delineadas expansiones melódicas creadas para la ocasión. Nos ha causado muy buena impresión este primer disco de MYTHOPOEIC MIND y esperamos que nos brinden más cosas en el futuro próximo. 

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