Monday, June 10, 2019

El mundo de las fobias través del lente prog experimental de NI



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.


Hoy nos complace enormemente presentar el nuevo trabajo fonográfico del genial grupo avant-progresivo francés NI, el cual se titula “Pantophobie”, un disco conceptual sobre diversas fobias (psicopatológicas, emocionales, filosóficas).  El colectivo compuesto por los guitarristas Anthony Béard y François Mignot, el baterista Nicolas Bernollin y el bajista Benuit Lecomte acomete un nuevo muestrario de su peculiar garra hípercompleja donde convergen los submundos del math-rock, el avant-metal, el Zeuhl, el jazzcore y la psicodelia Crimsoniana, muestrario publicado en el primer día de marzo de este año 2019. Toda esta laberíntica y oscurantista arquitectura se traduce en la praxis en una ingeniería ágil y desafiante desde la cual se crea un referente muy señorial dentro de la senda más experimental del rock progresivo. Nunca nos ha fallado este cuarteto francés formado a fines de la primera década del nuevo milenio por la alineación que hasta ahora sigue vigente. Éste es el segundo trabajo de larga duración perpetrado por el grupo (el disco predecesor fue “Les Insurgés De Romilly”, datando de cuatro años atrás), siendo así que sus dos primeras producciones fueron solamente EPs. Además, este grupo tuvo un fructífero periodo de asociación con la banda compatriota POIL, juntándose todos para crear la entidad PINIOL y publicar uno de los discos más excitantes del año 2018: nos estamos refiriendo a “Bran Coucou”, el cual ya fue reseñado en este blog en su momento. Pues bueno, llegó la hora de retomar sus propias actividades como cuarteto y llegar hasta este disco “Pantophobie”, concretado como una expresión totalitariamente furiosa y rabiosamente neurótica de la modalidad perturbadora de rock progresivo que este grupo siempre tuvo como norte estético. Veamos ahora los detalles de su repertorio, ¿vale?


Los primeros 5 ¾ minutos del disco están ocupados por ‘Héliophobie’, pieza cuyo preludio se basa en una serie de golpes espasmódicos sobre una capa tenue que casi se hunde en el vacío: el asunto aquí es gestar y gestionar la instauración de un swing complejo y vivaz desde el cual se pueda desarrollar atmósferas y cadencias majestuosamente neuróticas. Recién pasada la frontera de los dos minutos y medio se puede decir que se ha concretado el encuadre íntegro del cuerpo central, el cual se maneja bajo las exigentes coordenadas de PRESENT, los KING CRIMSON de inicios del milenio y el jazz-metal. El momento en que las dos guitarras elaboran solos duales sirven como recursos de descarga imprescindibles para que fluya la predominante lógica de la metralla sincopada (muy a lo math-rock). Tras este impactante inicio del disco sigue la dupla de ‘Alektorophobie’ y ‘Lachanophobie’, planteada para que el grupo explore matices más frescos dentro de su bien afiatado ideario sonoro. Así, en el caso de ‘Alektorophobie’ tenemos la inserción de elementos dadaístas al estilo Zeuhl en ciertos ornamentos vocales mientras el entramado instrumental se dedica a rebuscar en diversos niveles de desatado frenesí y salvaje oscurantismo el explayamiento necesario de sofisticada fiereza que exige la composición. Una virulenta tormenta de menos de 2 ¾ minutos de duración. En el caso de ‘Leachanophobie’, el ensamble de NI se dedica a concentrar y alternar recursos de jazz-rock y avant-metal en una exploración particularmente aristocrática de sus propias inquietudes vesánicas dentro del arte del sonido. El sigiloso prólogo, con su aura flotante y durmiente, fue un total engaño, y de hecho, la pieza, una vez instaurado su cuerpo central, se enfila convincentemente hacia su minuto final, situado en el inquieto punto medio entre lo tanático y lo desesperado. Tras un prólogo reposado cargado de vibraciones otoñales, ‘Leucosélophobie’, la cuarta pieza del disco, está a cargo de elaborar un encuadre un poco más estilizado de la garra esencial del grupo. Esto significa que su arquitectura sónica es un poco más reconocible que en otras composiciones de la banda, aunque, claro está, la lógica de la perversa y perturbadora sistematización furiosa sigue operando a gran escala. Engarzado con los golpes conclusivos de ‘Leucosélophobie’, emerge ‘Catagelophobie’ con una aureola satírica que frontalmente exhibe sus traviesas cadencias dadaístas tanto en los juguetones juegos disonantes de las guitarras como en los cánticos farsescos que entran a tallar. Esto parece un híbrido de FRANK ZAPPA y BEHOLD... THE ARCTOPUS. A mitad de camino, un interludio parsimonioso impulsa una explosión de atmósferas terroríficas; la misión de este interludio es la de abrir el camino hacia una segunda mitad de claro talante Crimsoniano.

Cuando llega el turno de ‘Athazagoraphobie’ – el tema más extenso del repertorio con sus 7 minutos de duración –, el grupo se dispone seriamente a ahondar en enfoques más sutiles dentro de su estructura esencial. Por lo pronto, los diversos tempos que se van sucediendo y los ornamentos ambientales que los llenan se centran en swings ceremoniosos en la mayor parte del tiempo; además, las atmósferas que se arman y asientan durante la primera mitad exorcizan imágenes de una niebla que inundan un paisaje marino donde la calma esconde secretos enterrados para siempre, pues realmente el grupo se focaliza en explorar su usualmente escondida faceta sutil, dejando que los riffs y bases armónicas de las guitarras centren el ambiente general en un manejo razonablemente constreñido de la furia rockera. Solo en la segunda mitad, tras un interludio de golpes siniestramente orquestados, explota un volcán de fiereza sonora frontalmente apabullante que nos remite a aires de familia con los temas #2 y #3. Eso resulta determinante para la instauración de un nuevo momentum de oscurantista gloria rockera, un momentum manifestado como una metralla mecanicista alimentada por un fuego implacable. ‘Kakorraphiophobie’ sigue en buena medida por la línea de la segunda mitad de esta pieza inmediatamente anterior mientras construye su propia sofisticación particular mediante la exploración de los aires majestuosos desde los que se dirigió a los esquemas musicales que anteriormente vimos desarrollados tanto en ‘Catagelophobie’ como en en  ‘Athazagoraphobie’. Por ejemplo, también hay un lugar para un interludio parsimonioso y opresivo al estilo de PRESENT, el cual establece la base y el recuadro para que el nervio arquitectónico a ser exhibido en la última sección se exalte apropiadamente. ‘Lalophobie’ es el tema más espaciado del repertorio, definido por la grácil confluencia de math-rock y prog-metal y asentado sobre el realce primordial de las series de riffs y bases armónicas de las guitarras. En última instancia, la compacta ingeniería de la dupla rítmica es la que impulsa el espíritu general de la pieza en cuestión. Los últimos 6 ½ minutos del disco están ocupados por ‘Stasophobie’, pieza diseñada para diseñada para sintetizar muchos de los elementos pesadamente aguerridos y ágilmente jazz-rockeros que ya se han hecho presentes en numerosas instancias del álbum. A mitad de camino hay pasaje solipsista centrado en algunas escalas repetitivas de una de las guitarras, lo cual cumple con la función de preparar el terreno para el arribo de una culminación salvajemente volcánica que aterriza en un corte abrupto. Un muy incendiario broche para el álbum.


Todo esto es lo que se nos brindó en “Pantophobie”, una nueva muestra del contundente y tortuoso genio musical progresivo que encarna a una de las visiones estéticas más bizarras y poderosas de la actual escena art-rockera de Francia y del mundo entero: la de NI. Recomendamos este disco al 200% a todos los amantes de la música progresiva encuadrada bajo las coordenadas de musculatura, oscuridad y complejidad... sobre todo si su inspiración se centra en las desarticulaciones emocionales que laten en la base de nuestras fobias.


Muestras de “Pantophobie”.-

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