Friday, January 10, 2020

Un nuevo paseo en la lujosa y excelsa caravana de MINIMUM VITAL



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el deleite de presentar una de las más entrañables sorpresas del último mes del recién fenecido año 2019: “Air Caravan’”, el nuevo disco del grupo francés MINIMUM VITAL. Para ser más exactos, este disco fue publicado por el sello Musea el 17 de diciembre pasado, tomando por sorpresa a muchos de sus seguidores que esperaban que este trabajo se publicara recién en estos inicios del año 2020. Otra sorpresa es que el grupo opera como cuarteto pues, a la tríada habitual conformada por Jean Luc Payssan [guitarras, percusión y voz], Eric Rebeyrol [bajos y corno] y Thierry Payssan [teclados, percusión y voz], se une el baterista Charly Berna. Este aumento en términos aritméticos también repercute en un aumento cualitativo respecto a la expansión de la garra expresiva que la banda gesta y elabora a lo largo y ancho del repertorio contenido en “Air Caravan’”: la batería refuerza las cadencias de algunas partes de los teclados, además de los aportes propios de las percusiones menores, pero además, articula aquel encanto añejo que ya existía en los primeros discos de MINIMUM VITAL (nos referimos especialmente a a los discos “Sarabandes” y “La Source”, de los años 1990 y 1993, respectivamente). Por otra parte, en lo referente a los enfoques melódicos creados para la ocasión, el grupo se muestra abocado a la misión de cosechar las siembras de sus muy hermosos discos precedentes “Capitaines” y “Pavanes” para brindar a sus aún relucientes y radiantes frutos una frescura renovadora. Veamos ahora los detalles encauzados concretamente en el repertorio de este disco, ¿vale?


Los dos primeros minutos del repertorio están ocupados por ‘La Compagnie’, una cálida pieza pastoril con mucha gracia donde los rasgueos de la guitarra acústica y los contrapuntos melódicos de los teclados arman una atmósfera jovial sin excesivos aspavientos. El segundo tema del disco es el que justamente le da título, y su emergencia ya dispone de piezas muy orgánicas para armar un rompecabezas ágil y vitalista. Con los matices jazz-rockeros instigados por la dupla rítmica, el estilizado armazón melódico de ‘Air Caravan’’ puede acoger y desarrollar una luminosidad cautivadora y contagiosa. Su sección final nos devuelve en pleno al clima pastoril del primer tema. Con la secuencia de ‘Praeludium Tarentella’´y ‘Tarentelle’ (que dura casi 7 ¼ minutos en conjunto), el cuarteto se dispone a establecer un ejercicio de pulcra ingeniería prog-sinfónica con raíz renacentista, remodelando el legado de sus discos segundo y tercero, y añadiendo recursos estilísticos gestados a partir de una cruza entre JETHRO TULL, GRYPHON y GENTLE GIANT. El preludio es sutil, inundado por las propias síncopas creadas por la labor percusiva, mientras que el tema central exhibe una suntuosidad alegre y radiante sobre un sencillo esquema rítmico de 6/8. En su primera sección, es el sintetizador solista quien dirige el núcleo melódico; ya una segunda sección realza los aires de fiesta palaciega, lo cual hace que el grupo aumente la musculatura de su enfoque performativo, notándose un ágil incremento de la garra expresiva en las partes de órgano, sintetizador y primera guitarra. A partir de aquí, la cosa suena a una mezcla soñada de los JETHRO TULL de la fase 77-79 con los ATOLL del primer disco. La gozada ostentosa no termina pues de inmediato llega el turno de ‘King Gürü’, uno de los temas más complejos del álbum, aunque su vitalidad y su claridad melódica todavía mantienen ese aire de juguetona asequibilidad. La ingeniería rítmica que sustenta al desarrollo temático es bastante complejo (5/4 en su mayor parte), mas el ensamble se las arregla para hacer que la arquitectura grupal navegue sobre esta desafiante corriente sonora progresiva con impoluta fluidez. Bien se puede afirmar que estos dos temas sucesivos afianzan un decisivo punto culminante del repertorio.


‘Le Fol’ porta el encargo de fabricar un híbrido entre los dos temas precedentes mientras incorpora algunos aires de la plástica gracilidad de la pieza homónima, pero todo esto con un manejo más constreñido del inevitable vitalismo expresionista. Dentro de este ambiente relajado (dentro de los cánones de los MINIMUM VITAL), los instrumentos partícipes (especialmente, la guitarra y el bajo) pueden trabajar unas tonalidades más serenas. ‘Sliman’ vuelve de lleno a lo fulguroso con su vitalismo cálido y envolvente que emana sólidamente de su enfoque prog-sinfónico con talante folk-rockero. El motif está empapado de atmósferas mediterráneas y del Próximo Oriente. A veces, nos parece que el grupo tiende puentes de familiaridad con EDHELS y ECLAT. De paso, cabe destacar que este ítem contiene uno de los más notables solos de guitarra del disco. ‘Vole (Voyageur Immobile)’ se mete más fehacientemente dentro de la mezcla de prog y jazz-fusión, especialmente en lo referente al rol parcialmente protagónico que ocupa la guitarra acústica mientras el ensamble íntegro desarrolla el motif de inspiración arábiga con inocultados matices aflamencados. El rol más reservado de la sección percusiva ayuda a reforzar los matices etéreos que se pretende poner como foco central del desarrollo temático. Cuando llega el turno de ‘Jongleries’, el personal de MINIMUM VITAL regresa al tinglado de las fiestas palaciegas en las cortes renacentistas mientras evoca algunos fantasmas Gigantesco-Gentiles en ciertos arreglos instrumentales. Cuando llega el turno de ‘El Picador’, grágil y envolvente pieza donde la guitarra acústica inicialmente lleva la voz cantante, siendo así que la banda explora un saltarín groove de talante aflamencado, mientras que algunos aires célticos entran a tallar por vía de algunos arreglos de teclado. El grupo saca buen provecho a los casi 5 ¼ minutos que dura el tema cuando el entramado instrumental se va enriqueciendo y las variantes en las bases armónicas empiezan a aparecer. Es en este momento que la guitarra eléctrica emerge para impulsar las cosas hacia una agradablemente incrementada vivacidad que signa el clímax final del tema. 

   

Con sus poco menos de 6 ¼ minutos de duración, ‘Djin Alzawat’ se erige como la pieza más extensa del álbum, haciendo lucir su muy saltarín groove que está diseñado para realzar todo el encanto de su motif, el cual se centra nuevamente en una mezcla de lo mediterráneo con lo oriental próximo, añadiéndose algunos matices célticos a lo largo del camino. Un tema así no hubiera estado fuera de lugar en uno de los discos de JETHRO TULL de fines de los 70s, pero es inocultable el toque personal que este grupo le da al asunto. Abre la vía al final del disco la relativamente breve pieza ‘Nimbus’ – dura poco más de 2 minutos –, la misma que establece un agradable juego de florituras renacentistas, al modo de un momento relajado dentro de un evento palaciego. El repertorio se cierra con ‘Hugues Le Loup’, el tema más ligero del repertorio. Utilizando un swing persistente de cercanía jazz-rockera, la gente de MINIMUM VITAL le da una prestancia lírica al desarrollo temático con pulcra solvencia (algo así como un hibrido entre los CAMEL y los YES de fines de los 70s) mientras el aura de simple alegría se impone con sencillez. Los últimos segundos están ocupados por un epílogo, algo que nos toma de sorpresa. Todo esto fue “Air Caravan’”, un nuevo referente de brillantez progresiva dentro del amplio catálogo de MINIMUM VITAL.


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