Monday, June 07, 2021

Un viaje espiritual con el dúo de LUCIANO MARGORANI y DARIO D’ALESSANDRO


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el placer al ensamble italiano de LUCIANO MARGORANI y DARIO D’ALESSANDRO por motivo del lanzamiento de su disco homónimo. Lo que encontramos en Luciano Margorani – Dario D’Alessandro es un catálogo de 13 canciones que el dúo compuso, armó y grabó en las ciudades de Milán y Palermo entre enero y abril del presente año 2021, intercambiando archivos de audios desde los propios estudios personales situados en las dos ciudades mencionadas. El dúo no perdió el tiempo para la publicación de esta obra fonográfica, pues, de hecho, apareció en el blog de Bandcamp de MARGORANI el pasado 26 de abril. Nosotros conocemos a D’ALESSANDRO [voz y teclados] por su rol dentro del excelente grupo HOMUNCULUS RES, mientras que MARGORANI [guitarras eléctrica, acústica y e-bow, bajo, sampling y efectos] es un instrumentista y compositor con una larga trayectoria en las áreas del rock experimental y el prog de vertiente rock-in-opposition. Básicamente, estos dos señores no han dejado de dedicarse al oficio de la música con tesón y convicción, sin dejar que su contacto con las musas sea afectado por la pandemia y el distanciamiento social sistemático. Lo que encontramos en este disco es un viaje ecléctico por áreas del Canterbury en su faceta intimista, el paradigma de ROBERT WYATT, el aspecto más osado del legado de KEVIN AYERS, el ambient, la faz más etérea del RIO anglosajón... e incluso algunas incursiones en la psicodelia árida al estilo krautrock. Ninguna de las canciones es muy larga (casi todas duran alrededor de dos minutos y medio, y solo tres superan la barrera de los 3 minutos), pero el álbum, como un todo, es un viaje espiritual de gran envergadura estética. Vamos ahora a los detalles dLuciano Margorani – Dario D’Alessandro”.

Con la dupla inicial de ‘Entrata’ y ‘Gramigna’, contamos con poco menos de 5 ½ minutos de música colorida y variada para introducirnos en el cosmos musical gestado desde la sinergia de ambos músicos. El primero de estos temas está ambientado en una serenidad pastoral guiada por la secuencia de los discretos acordes de la guitarra acústica, la misma que es completada por ornamentos de teclado que gradualmente van llenando espacios: es como si KEVIN AYERS hubiese robado una canción de ANTHONY PHILLIPS para su tercer álbum. En cuanto al segundo, éste se explaya en una maraña disonantes ejercicios de líneas flotantes de guitarra y capas de teclado, lo cual ya nos lleva a un espacio intermedio entre HATFIELD AND THE NORTH y los ART BEARS de los dos últimos discos. Si la estructura de la pieza es, en sí misma, cálida, su forma expresiva es densa e inescrutable. El rol de ‘Cantina’, la tercera pieza del álbum, es el de establecer un clima reflexivo muy afín a la introspección etérea de un ROBERT WYATT (especialmente, el establecido en sus discos de los 70s y de los 90s). Cuando llega el turno de ‘Andata’, el dúo se dispone a llevar esa introspección hacia una dimensión un poco más fastuosa, pero cuidándose siempre de sobrepasar las fronteras de la ensoñación sónica que el dúo se propuso como esquema de trabajo. ‘Solaio’ encarna una exploración en una atmosfera un poco más extrovertida, la cual nos suena parcialmente afín al cosmos musical del grupo HOMUNCULUS RES. Las cálidas armonías del órgano hallan un oportuno contrapeso en los filudos efectos cósmicos y las espartanas escalas de la guitarra eléctrica. Con la tríada de ‘Ritorno’, ‘Pianerottolo’ y ‘Ruggine’, el ensamble sigue viajando a través de diversos paisajes musicales, gestado un prolongado momentum para el álbum. El primero de ellos es muy afín al tema #3 con un incremento de matices cósmicos que rayan con lo krautrockero; el segundo establece un ejercicio de vibraciones oscurantistas muy propio del legado del RIO francófono, enmarcado dentro de un diagrama abstracto, también rayano con el krautrock; en fin, el tercero retoma el curso de ‘Solaio’ con un ropaje más nebuloso, incluso inquietante por momentos. ‘Distanza’ remodela el área intermedia entre WYATT y AYERS con una oportuna dosis de ornamentos experimentales (especialmente, el traqueteo del epílogo).

La dupla de ‘Letizia’ y ‘Ambulanze’ exhibe nuevas perseverancias en algunos recursos melódicos utilizados previamente. La primera de estas canciones brinda una calidez emocional grácil en base a un esquema melódico asequible; el bloque instrumental se centra en la amalgama de solemnes líneas de sintetizador y recursos jazzeros de la guitarra. En cuanto a la segunda de ellas, se centra en el reavivamiento del legado del WYATT de los 70s (una vez más). La penúltima pieza del álbum se titula ‘Estate’ y allí la guitarra acústica vuelve al primer plano, haciendo que lo pastoral regrese al primer plano dentro de la estructura instrumental del dúo. Eso sí, las capas y vaporosas florituras de los sintetizadores aportan una añadida aureola sideral al asunto. El final del repertorio llega de la mano de ‘Uscita’, un ejercicio de volátil psicodelia que se sostiene sobre un minimalismo abstracto situado en una encrucijada entre el paradigma ambient de BRIAN ENO y la faceta más introspectiva del kraut sintetizado. Las meditabundas líneas de la guitarra eléctrica son, según nos parece, las más hermosas de todo el álbum. Esta pieza parece reflejar un vuelo hacia otra parte tras echar una larga mirada a lo que se deja atrás en la secuencia de las tres canciones precedentes. Cabe indicar que el último tema es el más extenso del repertorio: ‘Uscita’ dura poco menos de cuatro minutos y medio, y ademas, resulta ser el cénit decisivo del álbum. En conclusión, este ensamble italiano LUCIANO MARGORANI  DARIO D’ALESSANDRO nos ha brindado una serie muy inspirada de composiciones que combinan el formato corto de canción con el espíritu aventurero de una avanzada progresiva ecléctica y bien perfilada. Hermosura sublime y experimentación estilizada en un solo paquete.


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