Sunday, March 22, 2020

Una nueva vía de expresión para el genio progresivo de THE WORM OUROBOROS



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Nos complace enormemente presentar el más reciente trabajo del ensamble bielorruso THE WORM OUROBOROS, el cual se titula “Endless Way From You”, el cual supuso un gran regalo navideño progresivo para los seguidores del género pues fue publicado exactamente en la pasada Nochebuena. El sello encargado de esta producción ha sido Lizard Records. El grupo en cuestión está actualmente conformado por Sergey Gvozdyukevich [teclados, bajo, guitarra acústica, flautas y voz], Vladimir Sobolevsky [teclados, bajo, guitarras acústica, eléctrica y de 12 cuerdas] y Mikhail Kinchin [batería] realmente logró que la escena del rock artístico cerrara a lo grande el pasado año 2019. A lo largo del repertorio de “Endless Way From You”, el trío contó con las colaboraciones ocasionales de Vitaly Appow [fagot], Aliona Sukliyan [oboe] y Alexandra Gankova [vibráfono, xilofón y tímpanos]. Ya el grupo nos había sorprendido de una forma inolvidable con su disco precedente que data del ya lejano año 2013: “Of Things That Never Were”, una obra caracterizada por un magnífico y penetrante enfoque ecléctico al rock progresivo. En ese álbum, el grupo contaba con una alineación pentapartita donde el baterista era otro. Ahora, con este nuevo disco que se ha hecho esperar por tantos años y que es el primero con Kinchin, el colectivo de THE WORM OUROBOROS decide centrarse en el aspecto sinfónico del ideal progresivo, aunque sin perder la elasticidad creativa a la hora de gestar y arreglar las ideas melódicas con las cuales se ha de armar este nuevo repertorio. Vayamos ahora a los detalles del repertorio contenido en “Endless Way From You”, ¿vale?
               


Con una ambiciosa duración de 14 ¼ minutos, ‘Cycles’ abre el álbum ejerciendo una autoridad imponente en lo que concierne a la creatividad melódica bajo coordenadas prog-sinfónicas con fundamentos pastoriles. Al modo de unos GENESIS de la etapa 70-72 hibridizados con el RENAISSANCE de la edad de oro y con los WHITE WILLOW de los tres primeros discos, el grupo elabora una primera instancia repleta de candor y gracilidad, dejando a la flauta la mayor parte del protagonismo. Poco antes de llegar a la frontera del cuarto minuto, las cosas se agilizan notoriamente para que el lirismo reinante adquiera un dinamismo renovado. Más adelante, se arma un groove particularmente sofsticado, lo cual permite que se abra espacios para sucesivos solos de guitarra y de órgano, y de paso, también puede la batería ejercer labores más lucidas en el soporte arquitectónico que amerita la ocasión. La cuarta y última sección de esta pieza se orienta hacia una variante de solemnidad que se traduce a una atmósfera otoñalmente suntuosa, muy lejana de la placidez con la cual se había iniciado el tema. Ahora estamos en territorio de ÄNGLAGÅRD, y todo termina con una cálido pasaje guiado por el piano, casi como cerrando un círculo. ¡Ya tenemos un momento culminante del disco desde el mismo punto de partida!  ‘Clouds To Owings Mills’ sigue a continuación para seguir, en buena medida, las pistas dejadas por el bello tema de apertura, pero esta vez con un predominio más llamativo de la calidez melódica, tendiendo puentes entre los YES de la fase 70-72 y los CAMEL de los cuatro primeros álbumes, además de algunas conexiones colaterales con bandas contemporáneas como BRIGHTEYE BRISON y THIEVES’ KITCHEN. Tenemos aquí un despliegue bien afiatado de musicalidades sinfónicas con un talante amable. ‘Stone And Lydia’ se concentra en la exploración de las huellas dejadas por la pieza precedente, aumentando de forma razonable las dosis de vigor rockero en los arreglos nucleares del desarrollo temático, además de incorporar algunos resabios jazz-progresivos en varios momentos del entramado rítmico. También hay que tener en cuenta el uso de algunos refinados juegos disonantes en la escalada melódica: tenemos aquí un correcto híbrido de HAPPY THE MAN, YES y FOCUS.  

Cuando llega el turno de ‘Quest Of The Kingfisher’, el grupo mantiene en buena medida el esquema de trabajo del segundo tema mientras añade abiertos matices Tullianos al asunto (nos referimos a la fase 77-78) en los pasajes más coloridos y vibrantes. En lo referente a los encuadres rítmicos y las atmósferas generales del versátil desarrollo temático que tienen lugar a lo largo de los 7 ¼ minutos que dura este tema, el asunto todavía suena a un híbrido de HAPPY THE MAN y YES, especialmente en el interludio, que está signado por una ambientación levemente densa. Con la dupla de ‘Muralidaran’ y ‘Ascension’ gozamos de 11 minutos más de esplendor progresivo en manos del ensamble de THE WORM OUROBOROS. Así, ‘Muralidaran’ comienza con un carácter reposado y sigiloso en su prólogo para después abrir camino a un motif central de tenor folk-progresivo que, una vez más, nos recuerda al estándar Tulliano. Además, con la adición de un juguetón solo de percusión tonal, también se introduce un factor de influencia desde el legado del mejor GENTLE GIANT. Por su parte, ‘Ascension’ se mete más de lleno dentro de la fastuosidad típica del paradigma prog-sinfónico, añadiendo elementos de HAPPY THE MAN al asunto. La guitarra es en este momento el instrumento destacado dentro del ensamble íntegro. Bajo el sugerente título de ‘The Reality You Can’t Stop Dreaming’ se explaya una hermosa pieza que establece un ostentoso y fulguroso dinamismo donde confluyen el sinfonismo y el jazz-prog dentro de un muy inteligente entramado melódico que sabe jugar con lo tenso y lo frenético sin perder un ápice de consistencia a lo largo de su maratónico recorrido. De hecho, es el segundo tema más largo del disco con sus poco más de 12 ¼ minutos de duración. Desde el punto de partida, se nota que el grupo y sus colaboradores de turno están armando el ítem más intenso del disco, un ítem que en más de una ocasión también hace guiños al modelo del chamber-rock. Incluso hay solos de guitarra de corte Frippiano durante uno de los momentos más incandescentes de esta estilizada hoguera sónica; otros solos son más obedientes del paradigma Hackettiano. Así de elevada es su riqueza de recursos sonoros, de ‘The Reality You Can’t Stop Dreaming’, otro estupendo cénit del álbum.


‘The Whistler Shrill’ es la pieza más ligada al sinfonismo de nostalgias renacentistas debido a los claros nexos que tiene con el paradigma de GRYPHON y la faceta más amable de los legendarios GENTLE GIANT, pero también hay varios elementos tenebristas en su osado desarrollo temático. Es lo más cercano al chamber-rock que hallamos en este disco, creando de esta manera nexos relativos con RATIONAL DIET mientras preserva el sentido preciosista de lo progresivo en el sentido más orquestal del término. Para las instancias finales, parece que el vigor rockero opera no solo como un impulso climático sino también como el elemento unitario para los diversos enfoques sonoros aquí enmarañados. Justo cuando creíamos que ‘The Reality You Can’t Stop Dreaming’ nos había mostrado los últimos trazos de grandilocuencia del álbum, este octavo tema asalta nuestras conciencias melómanas con convincente vivacidad. ‘Tràigh Bheasdaire’ (el tema más breve del disco con sus 4 ¼ minutos de duración) cierra el repertorio con un aire sereno que tiene al piano como guía principal de su manifestación a través de la labor del ensamble global. El esquema melódico es tenue y sencillo, pero sin duda tiene un fuerte poder evocador, algo a medio camino entre THE ENID y los CAMEL de fines de los 70s.

“Endless Way From You” refleja una nueva vía expresiva para el genio creativo de THE WORM OUROBOROS. Posiblemente la fecha de su publicación le impidió entrar en el radar de muchas listas de los mejores y más impresionantes discos de música progresiva publicados en el pasado año 2019, pero desde este foro reivindicamos su imponente grandeza. ¡¡Recomendado al 500%!!


Muestras de “Endless Way From You”.-

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