Monday, March 16, 2020

DAVID CROSS y PETER BANKS: del año 2010 al año 2020



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el enorme placer de presentar esta “vieja novedad” que es “Crossover”, un disco a dúo de DAVID CROSS y PETER BANKS, uno de esos muchos momentos en la historia del rock en que habitantes de los mundos de KING CRIMSON y de YES se encontraron viajando juntos en una travesía de sonidos rockeros experimentales y de gran carácter. En este caso, el encuentro entre estos dos genios se dio como resultado de la presencia de la DAVID CROSS BAND y HARMONY IN DIVERSITY en carteles compartidos en el underground londinense del año 2010. Todo lo que escuchamos de guitarra, guitarra-sintetizador y violín en el repertorio contenido en “Crossover” fue registrado durante la tarde del 10 de agosto de ese año 2010 (a menos de tres años de la partida de BANKS): improvisaciones concordadas solamente por los dos maestros mencionados en cuatro sesiones. Por aquel entonces, HARMONY IN DIVERSITY era historia, pero en BANKS y CROSS quedaba pendiente la idea de crear rock experimental con espíritu futurista y prog-psicodélico bajo un contexto de improvisación creativa. Así pues, tras varias sesiones de grabación dirigidas y masterizadas por Tony Lowe y el propio CROSS a lo largo de los años 2018 y 2019, donde se añadió una nutrida serie de aportes performativos de parte de varios grandes nombres del rock progresivo y el art-rock de diferentes generaciones, se concretó este álbum. El baterista-percusionista Pat Mastelotto, los teclistas Oliver Wakeman, Geoff Downes y Tony Kaye*, el bajista bajistas Billy Sherwood, los bateristas Jay Schellen y Jeremy Stacey, y el experto en instrumentos orientales Randy Raine-Reusch fueron los convocados para hacer estas adiciones. Andy Jackson aportó efectos de sonido en un tema y el propio Tony Lowe añadió partes adicionales de bajo y teclados en un par de temas. Mastelotto ya es un viejo conocido de CROSS (habiendo sido éste acompañante de los STICK MEN en más de una gira) mientras que la nota más entrañable de esta producción la pone esta especie de reencuentro del guitarrista y el teclista originales de YES (aunque, valgan verdades, por lo hecho en sus respectivas trayectorias post-YES, BANKS resultó tener una personalidad más poderosa que Kaye, pero bueno, ése es otro tema). Cuando todavía vivía, BANKS mostró muy especial interés en publicar material con CROSS, e incluso tal vez realizar otra sesión, pero en ese tiempo, el buen CROSS no se daba abasto para ello. Como ya sabemos, BANKS partió al más allá en marzo de 2013, lo cual hizo emocionalmente imposible escuchar los registros de esa sesión, pero, con el paso de los años, el buen DAVID decidió que el mejor homenaje a su colega consistía en publicar el material grabado con instrumentos adicionales, así que... ¡Manos a la obra! Volviendo a este disco, el pasado 17 de enero fue la fecha de su lanzamiento al público, por vía del sello Noisy Records: tenemos en nuestras manos un disco que data del año 2010 en cuanto a su gestación, y también del año 2020 en cuanto a su acabado final. Ya es hora de detenerse en los detalles de “Crossover”.


Durando poco menos de 9 ¼ minutos, ‘Rock To A Hard Place’ da inicio a las cosas con una actitud entusiasta y extrovertida. Al comienzo, su esquema sigue un estándar rocanrolero arropado bajo un preciosista manto de tonalidades prog-sinfónicas. Más adelante, se instaura momentos en los que el groove central se aplaca, y su función es muy importante a la hora de abrir espacios para el armado de interesantes matices cósmicos dentro de la dinámica de la pieza. Así las cosas, la atmósfera central transita hacia algo más denso, pero de todas maneras, opera un lirismo bien pertrechado mientras el jam sigue avanzando con un predominio de los parajes más constreñidos. Alrededor de la frontera del sexto minuto y medio, el swing rocanrolero regresa por un instante, pero es solo un momento de jovialidad antes de volver al recurso de ágil densidad. ‘Upshift’, por su parte, se centra en una atmósfera más otoñal y ceremoniosa, bien apoyada sobre un groove de tenor jazz-rockero, y como el compás está a medio tiempo, el bloque instrumental general se siente muy señorial, además de contar con campos de acción para explorar recovecos armónicos y solos impulsados por una aureola relajada. A medida que avanza el desarrollo temático, nos damos cuenta de que la nostalgia es el factor crucial en su ambientación general. Estas dos primeras piezas del disco son las más extensas del mismo: duran poco menos de 9 ¼ minutos y poco más de 8 ¼ minutos, respectivamente, y ya capturan la atención del oyente empático. El tercer tema del álbum se titula ‘The Smile Frequency’ y su misión consiste en exhibir un ejercicio de preciosistas sonoridades etéreas donde conviven las reglas de juego del prog psicodélico, la fusión contemporánea y la faceta más serena del jazz-rock. El violín asume un rol especialmente protagónico aquí, sobresaliendo siempre a través de las capas armónicas gestadas por los teclados y los ingeniosos quiebres rítmicos. Es bastante climática esta ilación de los tres primeros temas del álbum. ‘The Work Within’ es un tema de carácter free form donde se acentúa lo atmosférico, algo que resulta idóneo a la hora de articular su maraña volátil y abstracta. Las cadencias jazzeras de la sobria guitarra de BANKS y las florituras clasicistas de CROSS crean un diálogo muy productivo.

Ocupando conjuntamente un espacio de casi 10 ¼ minutos, la dupla de ‘Missing Time’ y ‘Plasma Drive’ tiene la función de seguir explorando matices, atmósferas y esquemas melódicos para el dúo y sus acompañantes a posterioriEn el caso de ‘Missing Time’, tenemos un nuevo ejercicio de modalidades free form, pero esta vez con menos misterio y más placidez que en ‘The Work Within’. En todo caso, dada la situación en la que la guitarra y el violín deciden sustentar un hermanamiento más estrecho a la hora de proyectar sus respectivos vuelos, lo que termina montándose aquí es un estudio de sonoridades psicodélicas con un talante crepuscular. Mientras tanto, ‘Plasma Drive’ se adentra bien a fondo en las cavernas de la espiritualidad introspectiva. El lirismo reinantese siente más delicado mientras el esquema rítmico opera con un refinamiento cristalino. Recién a mitad de camino instaura la dupla de batería y bajo su posicionamiento dentro del bloque sonoro general, y es a partir de entonces que el desarrollo temático acoge una notoria dosis de luminosidad, aunque sin dejar del todo el ámbito de lo introvertido. Para el pasaje epilogar, el ambiente vuelve a lo cavernoso pero con los ecos de la energía expresionista que fue tan dominante durante la segunda mitad de la pieza. Un tema muy destacado dentro del disco, claro que sí. ‘Laughing Strange’ resuena al principio como una hermana más tímida de la precedente en la mayor parte del tiempo, pero a poco de pasada la frontera del segundo minuto, entra a tallar un interludio dinámicamente inquietante, siendo así que su estilizada vitalidad obliga al groove original a regresar con un vigor nuevo. Es en este momento que nos topamos con el que nos parece el solo de guitarra más notable del disco... ¡Y nos da pena que no sea más largo! Un muy llamativo ejercicio de dinámicas jazz-progresivas, otro cénit del álbum. El tema homónimo del disco es el encargado de cerrarlo: su esquema de trabajo es flotante y etéreo, un nuevo y final ejercicio de free form que ostenta un talante elegíaco. Mientras la guitarra se concentra mayormente en la expansión de efectos cósmicos, el violín se despacha en un desahogo fluvial de retazos líricos donde late una tensión parcialmente controlada. Un muy buen fin para el álbum.

Todo esto fue “Crossover”, un legado decisivo de (en ese tiempo) dos leyendas vivientes del rock progresivo y experimental: DAVID CROSS y PETER BANKS, indagando en nuevas vías de expresión para un rock sin límites, crearon un tesoro progresivo genuinamente modernista que debería formar parte de cualquier colección mínimamente decente dedicada a este género. Nuestras más apasionadas palabras de agradecimiento para con ellos por haber gestado esta serie de composiciones en un momento de inspirada compenetración de mentes musicales. 


Muestras de “Crossover”.-


* Entrando en más detalles, Kaye tocó el órgano Hammond, mientras que Wakeman tocó los pianos clásico y eléctrico Fender Rhodes, el sintetizador Moog y el órgano Hammond.

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