Friday, April 10, 2020

THIRTEEN OF EVERYTHING: la forja de un noble destino prog-sinfónico



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión presentamos el disco “Our Own Sad Fate” de la banda estadounidense THIRTEEN OF EVERYTHING, el mismo que fue publicado en la primera semana de julio del pasado año 2019. La alineación que grabó este disco, el segundo de la banda tras el muy distante “Welcome, Humas”, que data del año 2005, está conformada por el cuarteto nuclear de Mick Peters [Chapman stick, bajo, pedales Moog Taurus, guitarra clásica y voz], Ted Thomas [batería, percusión y voz], Joe Funk [guitarras eléctricas y acústicas, y sintetizadores] y Bruce McIntosh [teclados]. En el quinto tema del álbum no es McIntosh sino Thad Miller quien se hace cargo de los teclados; otros invitados ocasionales que ayudaron a completar el álbum son Brett Cosby [guitarra eléctrica en dos temas], Rick Clark [primera voz en un tema] y Mark McMillan [violín en un tema]. Hoy por hoy, el teclista Bob Villwock, Mick Peters, Ted Thomas y Brett Cosby son los integrantes vigentes de THIRTEEN OF EVERYTHING. Este grupo practica una línea de trabajo predominantemente sinfónica, pero tiene las suficientes inquietudes eclécticas como para crear su propia personalidad musical a través de lo aprendido por sus propios referentes. Siendo muy atados a lo melódico, también saben abrirse espacios para aventurarse en algunos detalles experimentales... pero nos haremos más claros cuando repasemos los detalles del repertorio contenido en “Our Own Sad Fate”.



‘Dark Energy’ abre el álbum con una aire señorial que se manifiesta con una aureola relativamente imponente, pero también adueñándose de una calidez melódica que nos remite a un híbrido entre los GENESIS de fines de los 70s y los primeros discos de SPOCK’S BEARD, con algunos elementos añadidos que se inspiran en los ECHOLYN de los 90s. La gracilidad patente en el groove central de la canción y las bien afiatadas variantes en el desarrollo temático se unen a los ocasionales empleos de inusuales esquemas rítmicos para hacer de esta canción una impresionante entrada para el álbum. ‘Storm Season’ sigue a continuación para mantener las cosas en un nivel vibrante de expresividad típicamente progresiva. Esta pieza instrumental tiene dos mitades bien definidas: la primera consiste en un solo de piano de talante reflexivo, un poco a lo GENESIS, mientras que la segunda cuenta con la intervención colectiva de guitarra, teclado, bajo y batería para expandirse hacia un viraje expresionista y vigoroso que se sitúa a medio camino entre la tradición de KANSAS y el modernismo de unos KARMACANIC. Una pieza rara y, a la vez, muy efectiva.  ‘Event Horizon’ y ‘Walk On Water’ son dos de las canciones más largas del álbum – la primera dura casi 8 ¾ minutos y la segunda, poco menos de 9 ½ minutos – y su posicionamiento continuado sirve para que el disco adquiera una prestancia especial. ‘Event Horizon’ es un viaje multivalente por diversas atmósferas y escenarios donde se pone a prueba la cohesión entre los instrumentistas partícipes. La robusta fuerza de sus diálogos y entramados sonoros permiten que la pieza vaya fluyendo ágilmente a través de su osada diversidad interna. Notamos algunos aires de familia con sus compatriotas de OVRFWRD. Por su parte, ‘Walk On Water’ opera básicamente como una balada prog-sinfónica que comienza sobre un tempo en 7/8. Un largo interludio etéreo emerge después para brindar un aire ensoñador a una canción que mayormente apunta hacia una pasión nostálgica, y tras ello, la canción asume una mayor dosis de sofisticada potencia expresiva, pero la pasión nostálgica sigue siendo el núcleo espiritual. Muy a lo YES con toques de SPOCK’S BEARD y algunos ribetes del paradigma neo-progresivo.

‘Life Is Change’ es una canción con un desarrollo melódico más definido y estilizado, algo así como una pieza perdida de los STYX de la fase 76-78 que fue recuperada por una asociación de los GENESIS de la fase 78-79 y los YES de 1980. ‘West Texas’ cambia totalmente de registro virando hacia un ejercicio de bucólicas sonoridades de talante contemplativo que se dejan arropar ocasionalmente por cósmicas capas de sintetizador. Las escalas y rasgueos de las múltiples guitarras acústicas transitan una y otra vez entre la simple serenidad y la jovialidad contenida: esto nos remite a esa parte del cosmos musical de ANTHONY PHILLIPS donde la guitarra acústica es utilizada como un pincel para expandir la mágica plasticidad de una acuarela sonora. Una sorpresa muy agradable es la inclusión de una pieza de estas características dentro de este repertorio. Durando casi 9 minutos, ‘Plague’ cierra el disco, siendo así que su prólogo prosigue por la vena acústica del instrumental predecesor, pero con menos majestuosidad, una actitud más circunspecta e intimista. Ya una vez instalado el cuerpo central de la canción, su esquema de trabajo exhibe una mezcla de suntuosidad y vibraciones reflexivas al modo de unos YES de la fase 73-74 y unos HANDS en su faceta más definidamente lírica, añadiéndose algunos aires de familia con FARMHOUSE ODYSSEY. Dicho sea de paso, aquí está el que tal vez sea el mejor solo de guitarra eléctrica de todo el álbum. El epílogo cósmico armado por las capas de sintetizador y Chapman Stick exhibe un talante introspectivo y envolvente que consigue completar el lirismo general de la canción con inapelable eficacia. Este disco ha abierto y se ha clausurado con sendas piezas desarrolladas con un fulgor culminante. “Our Own Sad Fate” es un disco que, a despecho de su título, exhibe un colorido musical vibrante y una aureola muy radiante. Aunque esta reseña es muy tardía, el hecho de fondo es que este disco de THIRTEEN OF EVERYTHING ha sido un estupendo descubrimiento para nosotros. Muy recomendable, la verdad que sí.


Muestras de “Our Own Sad Fate”.-

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