Friday, April 03, 2020

La cuarta travesía de JORDSJØ



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy volvemos a visitar el maravillo cosmos musical de grupo escandinavo JORDSJØ so pretexto de la publicación de su cuarto trabajo fonográfico de larga duración, el cual se titula “Nattfiolen”. Dicha publicación tuvo lugar, tanto en formato de CD como de vinilo, por vía de los sellos Karisma Records y Pancromatic, respectivamente, durante el último tercio de mayo del año 2019: respecto a este último caso, hubo una prensa limitada de vinilos de color rojo. El dúo noruego conformado por Håkon Oftung [canto, guitarras, flauta, órgano Hammond M100, Mellotron, Clavinet D6 y sintetizador ARP Pro Soloist] y Kristian Frøland [batería, triángulo y percusiones diversas] recibió las asistencias ocasionales de varios colaboradores a lo largo del disco: Ståle Langhelle (sintetizador ARP Pro Soloist), Geir Opdal (sintetizador Bucha Music Easel), Christian Meaas Svendsen (contrabajo), Vilde Mertensen Storesund (coros) y Håkon Knutzen (percusión). En sus dos discos precedentes, el grupo ostentó una grácil y refinada modalidad de música retro-prog sinfónica con fuertes componentes prog-folk, a la par que acogía entusiastamente los influjos de otros grandes nombres escandinavos como ÄNGLAGÅRD, SINKADUS y WHITE WILLOW (época de los tres primertos álbumes); ahora, aunque el contexto estético no ha variado mucho, sí se nota una expansión más focalizada en el elemento sinfónico. Esta reseña llega con casi un año de tardanza, pero bueno, todo elogio que vertimos sobre este hermoso disco es sincero, así que vayamos de una buena vez a los detalles de “Nattfiolen”, ¿vale?


Con una breve pieza que apenas supera el minuto y cuarto de duración y que, de manera muy apropiada se titula ‘Ouverture’, el disco se inicia exhibiendo un solaz pastoril en base a un dueto de piano y flauta (a medio camino entre ANTHONY PHILLIPS y la faceta introspectiva de los JADE WARRIOR). Acto seguido, tras los leves ornamentos percusivos que cierran la obertura, emerge ‘Stifinner’, una pieza que desde ya debe ser apreciada como la apropiadora de un cénit soberbio dentro del recién iniciado repertorio. La fastuosa fanfarria organizada por el hermanamiento de mellotrón, órgano y batería abre campo al desarrollo de un hermoso esquema melódico que hereda mucho de los GENESIS del “Trespass” así como de los RAGNARÖK del primer álbum, añadiéndose factores ambientales que nos remiten a los inolvidables dos primeros discos de WHITE WILLOW, así como a los no menos memorables trabajos fonográficos de SINKADUS. Apenas pasada la frontera del tercer minuto y medio, la instrumentación tantea una suntuosidad otoñal recubierta de ciertos aires misteriosos bajo el soporte de gráciles ondulaciones del órgano; de esta forma, el bloque instrumental está listo para impulsarse hacia un talante más ágil y versátil, algo que podemos muy bien asociar con el paradigma de ÄNGLAGÅRD. Aunque no dura mucho, este momento de exaltación determina que la siguiente sección lenta se enfile fluidamente por un sendero fastuoso. Durando un poco menos que la canción precedente, ‘Soles Sirkulære Sang’ exhibe una nueva vuelta de tuerca para el esquema sonoro que signó a ‘Stifinner’, pero esta vez hay un manejo más conciso y un asentamiento más sólido de los momentos extrovertidos que entran a tallar para ornamentar el predominio de lo contemplativo que atraviesa al esquema melódico integral. Los aportes del sintetizador en ciertos momentos estratégicos operan como un eficaz contrapunto a las cristalinas líneas de la flauta. La ingeniería rítmica es compleja pero el espíritu relajado de la canción permite que ella evite sobresaltos de cualquier tipo. Otra pieza breve titulada ‘Septemberbål’ (dura poco más de un minuto y tres cuartos) se encarga de cerrar la primera mitad del disco: consiste en un ejercicio de evocaciones introspectivas a cargo de la guitarra acústica en solitario. 

La función principal de ‘Mine Templer II’ es la de perpetuar los aires reflexivos con un encuadre sistemático estrictamente delineado tal como se realizó antes en ‘Soles Sirkulære Sang’, aunque con unas variantes un poco más sueltas. Nos damos cuenta de eso cuando a mitad de camino emerge un motivo cuasi-jazzeado que por algunos instantes agita las cosas al modo de un brote de brisa primaveral que nadie vio venir. Los exuberantes ornamentos de la batería y las escalas manieristas del piano se engarzan en el núcleo de este interludio. Pero bueno, todo regresa al punto de inicio para reorganizar la primigenia aureola de palaciega melancolía. Los sobrios fraseos de la guitarra aportan una muy comedida vitalidad al bloque sonoro integral. A propósito, hay una canción titulada ‘Mine Templer I’ en el segundo disco del grupo, así que tenemos aquí su secuela.‘Til Våren’ es la pieza más larga del disco con su espacio de 9 minutos. Se trata de un tema hermoso en el cual el ensamble vuelve a hacer gala de su genial manera de mezclar las vibraciones contemplativas de lo pastoril y su enfoque delicado de la fastuosidad típicamente sinfónica. Se siente muy claramente el equilibrio musical que soporta a las variantes melódicas y los diversos esquemas rítmicos que se van sucediendo. Tal vez es una nuestra pieza favorita de todo el álbum. ‘Ulvenatt’ se hace cargo de cerrar el repertorio oficial del CD y el vinilo: su talante ceremonioso, marcado por un híbrido entre lo Floydiano y lo Cameliano, aporta una oportuna aureola introspectiva a las instancias finales del disco. Una decisión salomónica que tomó la gente de JORDSJØ fue la de no incluir la extensa canción homónima del disco en ninguno de sus formatos físicos a fin de no defraudar a ninguno de los dos grupos de compradores, pero ‘Natffiolen’ está disponible para descarga desde el blog de Bandcamp de la banda. De hecho, hay una maqueta de este tema que dura poco más de 13 ½ minutos en el susodicho blog, y realmente se trata de una composición fabulosa dentro del ideario de la banda. Ejecutada exclusivamente por Oftung y Frøland, con el apoyo de Vilde a los coros, esta canción cumple perfectamente con la premisa de que una canción progresiva de largo aliento debe aprovechar su espacio expresivo concreto para crear diversidades temáticas, contrastes y dinamismos ambiciosos. Tras un fastuoso prólogo dirigido por unas rimbombantes armonías de órgano, sigue un pasaje bucólico cuyo armazón melódico es lo suficientemente cautivador como para terminar marcando un juego de alternancias con una sección sinfónica muy propia de los GENESIS del año 1970. Una vez instalado el cuerpo central, el grupo elabora una creativa encrucijada entre los legados de RAGNARÖK, ELOY, KAIPA y, cómo no, los GENESIS de la fase 70-71, mientras los diversos motivos se van sucediendo en una exhibición de cristalina majestuosidad.   

Esta cuarta travesía musical organizada y dirigida por JORDSJØ ha resukltado sumamente placentera; “Nattfiolen” es quizás el más compacto trabajo fonográfico realizado por este grupo noruego. Es una pena que esta reseña sea bastante tardía, pero es honesta en sus elogios. De hecho, este disco fue de lo más exquisito que se nos brindó desde la ciudadela retro-sinfónica escandinava en el pasado año 2019 dentro de la amplia y variada región progresiva de la actualidad, recibiendo múltiples y enormes elogios en varias redes dedicadas a la difusión del género. Nosotros no contradecimos este veredicto común: de hecho, consideramos a “Nattfiolen” como un disco recomendable al 100%, repitiendo que se trata de lo mejor que han hecho los JORDSJØ hasta ahora.


Muestras de “Nattfiolen”.-

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