HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
‘Dark Sparks’ establece las señales centrales de la línea de trabajo del trío y lo hace a lo grande, pues, de hecho, se trata de la pieza más extensa del álbum con sus 22 minutos y tres cuartos de duración. Desde una visión panorámica, este ítem puede describirse como un sólido e intrigante ejercicio de encrucijadas sonoras entre el free-jazz, la psicodelia de raigambre space-rockera y el paradigma Crimsoniano de los 90s en adelante, con toques añadidos de stoner, y también un gusto por la aventura deconstructiva en algunos pasajes estratégicos. Yendo a los detalles de esta ambiciosa maratón de experimentaciones progresivas multívocas, la pieza comienza con una ambientación sigilosa y oscura, toco comienza con una breve atmósfera cálida que pronto vira hacia otra más densa y amenazante, y es aquí donde el ensamble tripartito elabora un ejercicio de jazz experimental con un fuerte enclave onírico, el cual es producto de la ambientación que abriga al bloque central. He aquí la primera parte del trayecto sonoro, la cual es seguida por otra más notablemente aguerrida, aunque todavía recoge algo de la distinción jazz-rockera de la primera. Las cosas se han puesto más Crimsonianas ahora, de hecho, motivando el empuje de algunos pasajes exultantes. La tercera parte regresa a las atmósferas expectantes del inicio, al modo de una paulatina remodelación de las huellas iniciales cuya meta es la de tantear el registro de un hábitat oscuro donde se pueda visualizar un remanso futuro. Aparte de un breve ejercicio de nervio neurótico, la sutileza es la lógica predominante en esta sección. ‘Transmutation’ sigue a continuación para proyectar un alucinante viaje musical donde se cruzan los caminos de la psicodelia y del free-jazz con un genuino punche rockero, el cual prosigue por el camino de deconstrucciones que la primera pieza ya había asentado de cierta manera. En todo caso, este segundo tema del álbum prosigue por esta estrategia creativa con un mayor ahínco y unas vibraciones más inquietantes. De hecho, esas ebulliciones inquietantes que resultan tan prominentes en la segunda mitad de la pieza ostentan un tenebrismo que coquetea abiertamente con el paradigma del chamber-rock continental (a lo PRESENT, por ejemplo). A poco de pasada la frontera del minuto 12 se gesta un solo de guitarra contundentemente delirante mientras la batería se enfoca en crear un sofisticado pandemonio de redobles para crear un tornado a modo de contrapeso de la erupción sónica gestada por las cuerdas. Pocas veces se pueda notar una claridad tan grande de genialidad creativa manifestada de una manera tan incandescentemente enigmática.
‘Cyphers’ gesta, exhibe y se deja arropar por una atmósfera más relajada que cualquiera de las que salió a brote en las dos piezas precedentes. Esta vez, el trío despliega su vigor creativo con una actitud contemplativa, tal como lo indica la existencia de diversos espacios vacíos dejados por los guitarreos. En líneas generales, es la batería quien se encarga de elaborar los mayores recursos de sofisticación con sus ingeniosos redobles empleados para la construcción del groove central. A poco de pasada la frontera del noveno minuto, la solitaria guitarra se focaliza en su espectro más grave para motivar un viraje colectivo hacia una atmósfera más ostentosamente densa, lo cual abre camino hacia la edificación de una ambientación más solemne, en cierto sentido emparentada con la del segundo tema, pero con una mayor agilidad. Lo que reina ahora no es propiamente un tenebrismo radical, sino un vitalismo extravagante y desafiante. Tal vez tenemos aquí el cénit definitivo del álbum. ‘Burns To Aether’ cierra el repertorio del álbum como la pieza más breve de la misma: dura poco más de 8 minutos y tres cuartos. Conectándose con el tema precedente, su estrategia consiste en remodelar la aureola misteriosa de algunas secciones del primer tema del álbum y encapsularla dentro de una sólida arquitectura jazz-progresiva con el fin de explorar fehacientemente una modalidad ágil de incendiaria neurosis (no ajena al paradigma Crimsoniano). El diálogo entre los tres músicos fluye libremente mientras traza un surco seguro para el dinamismo en curso, lo cual significa concretamente que toda esta serie de exploraciones sonoras culmina con una actitud asertiva. Todo esto fue lo que el colectivo de REUTER MOTZER GROHOWSKI nos brindó en “Shapeshifters”. Este trío de ases se ha lucido a lo grande a lo largo y ancho de este desafiante repertorio, el mismo que debe ser apreciado, ante todo, como un catálogo de robustas y valientes exploraciones de nuevas formas para la vanguardia progresiva contemporánea. Recomendado al 300% (un 100% por cada músico involucrado).
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