Saturday, December 12, 2020

TOM DONCOURT & MATTIAS OLSSON: una señorial catedral retro-progresiva


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Hoy les presentamos un disco que integra y encarna un proyecto muy especial: el del dúo TOM DONCOURT & MATTIAS OLSSON, un veterano maestro de la vanguardia progresiva estadounidense de la segunda mitad de los 70s y un veterano sueco que a inicios de los 90s era un niño prodigio del revival progresivo sueco desde su rol de baterista-percusionista en ÄNGLAGÅRD. El disco que este dúo realizó – disco semipóstumo, cabe añadir – recibe el título de “Tom Doncourt & Mattias Olsson’s Cathedral”, el mismo que indica directamente la intención de ambos músicos de recrear una vía de comunión para los universos de CATHEDRAL (el grupo donde se inició Doncourt) y de ÄNGLAGÅRD. Habiendo sido amigo de DONCOURT por muchos años, lo cual incluía actuaciones como invitado en alguno de los últimos discos solistas de éste, OLSSON propuso a DONCOURT la idea de visitar y revisar juntos sus respectivos primeros mundos musicales, una idea con la cual concordaron instantáneamente. Como DONCOURT ya se encontraba muy avanzado en la enfermedad que lo llevaría a la muerte en marzo de 2019, la logística básica de este proyecto consistía en que ambos gestores de este proyecto se dedicaban a improvisar, componer melodías, atmósferas y bases armónicas cada vez que el maestro sueco se encontraba en los EE.UU. y podía visitar a su compañero de viaje. TOM se hizo cargo del Mellotrón 400, el Chamberlin M1, los sintetizadores Moog 15, Yamaha CS-30, Hammond Solovox y Clavioline, el órgano Hammond, el piano clásico, el piano eléctrico Wurlitzer y el Ondes Martinot. Por su parte, MATTIAS tocó la batería, las percusiones tonales y atonales, guitarras eléctricas y barítono, algo de piano eléctrico Wurlitzer, efectos de tocadiscos, máquina de Speak & Read, el Vako Orchestron, el Optigan, el Gizmotron (sí, esa guitarra sintetizada creada por el ex 10CC Lol Creme), y algo de Chamberlin. Todo muy retro, y, a la vez, destinado a crear nuevas escenas sonoras dentro del enclave retro-progresivo.
 
El dúo contó principalmente con el apoyo de Hampus Nordgren-Hemlin, compañero de OLSSSON en PIXIE NINJA (bajos, guitarras eléctricas, acústica y barítono, celesta eléctrica, Vako Orchestron, Guitaret y Omnichord), además de otras asistencias ocasionales de parte de Jerry Jones (sitar eléctrico), Akaba (voz adicional), Stina Hellberg Agback (arpa), Hanna Ekström (violín y viola) y Anna Dager (cello). Las letras del único ítem cantado fueron de autoría de Tom Doncourt, mientras que las sesiones de grabación rotaban entre las localidades de Long Island (Tower Mews) y Estocolmo (Roth Händle V). Los ulteriores procesos de mezcla (Stefan Fandén y Mattias Olsson) y masterización (Thomas “Plec” Johansson) tuvieron lugar en territorio escandinavo. “Tom Doncourt & Mattias Olsson’s Cathedral” se publicó el pasado 10 de diciembre por vía del sello de OLSSON Roth Händle Recordings, erigiéndose instantáneamente en una magna despedida a la producción progresiva del año 2020. Ese día es muy especial porque marca un aniversario más del nacimiento de DONCOURT. El hecho es que la muerte de TOM llegó cuando un par de temas aún no estaban al 100% completas: era de prever que él no llegaría a vivir tanto como para conocer el disco completo, pero ese fatal prospecto solo sirvió para que el maestro estadounidense aumentara su tiempo dedicado a la creatividad musical. Lo que comenzó como una labor de creación colectiva terminó casi como una labor solitaria, y eso podía tal vez llevar a la confusión o la pérdida del norte conceptual inicialmente motivador. De todas formas, en palabras de MATTIAS, “cada vez que me sentía perdido o requería de alguna guía, siempre volvía a la música que hicimos juntos… Todo lo que necesitaba saber ya estaba allí, y cuando uno escucha cantar a Tom, su voz suena tan fuerte y tan clara como siempre. Hay que dejar que suene rara, graciosa, alta y honesta. No hay que pulirla. Hay que dejar los errores, los mellotrones desafinados y los extraños sonidos de tom tal como están porque allí es donde residen las emociones reales… escondidas y temblando de emoción.” * Mejor dicho, imposible: la misión estaba allí para ser cumplida y la estrategia y estaba bie nenfilada hacia su recta compleción.
 
Bueno, yendo específicamente al repertorio del disco, éste empieza con la dupla de ‘Poppy Seeds Intro’ y ‘Poppy Seeds’. Comenzando con una solemnidad minimalista encuadrada dentro de un lirismo etéreo, el cuerpo central luego se adorna y arropa con arreglos un poco más densos, lo cual significa la adición de matices un tanto tenebrosos, casi al modo de un cruza imposible entre GOBLIN y JADE WARRIOR. Luego sigue ‘Chamber’, a la sazón, la última pieza que compuso y envió TOM en forma de maqueta un par de semanas antes de su fallecimiento. MATTIAS, junto a Hampus, se encargaron de remodelar la pieza respetando su espíritu originario y reemplazando algunos sonidos sampleados por sonidos reales de batería, guitarra y arpa. Tras un preludio muy entrañablemente pastoral a cargo de la guitarra acústica, el bloque instrumental emerge con una fluida alternancia de ágiles pasajes extrovertidos con otros más reservados donde predomina un preciosismo sereno y misterioso. Hay, de hecho, mucha afinidad entre el espíritu de esta composición con otra que aparecen en los últimos solistas de DONCOURT. ‘#1’, uno de los dos ítems largos del disco, dura poco más de 10 ½ minutos, comenzando con un groove robusto y ceremonioso que se deja arropar por capas gloriosamente densas de mellotrón y Chamberlin que van dirigiendo el camino de cimentación de la atmósfera central en curso. Hay algo de tétrico en todo esto, al menos, de forma comedida. Ya sobre la frontera del tercer minuto, las cosas se van calmando un poco hasta aterrizar en un ambiente más calmado y sereno, aunque sin dejar del todo atrás la aureola noctámbula. De hecho, pronto emerge un clima inquietante al estilo de GOBLIN con asentamientos de NECROMONKEY. Cuando el motif inicial regresa, lo hace con una expresividad incrementada que le permite explorar un lirismo renovador. También hay matices Crimsonianos en los guitarreos. La sección que ocupa los tres últimos minutos comienza con una atmósfera calmada bajo el signo de lo introspectivo, y tras un breve interludio marcado por un compás marcial, la introspección dominante gradualmente se torna más fastuosa. ‘Tower Mews’ y ‘Today’ se centran en breves desarrollos instrumentales: el primero de ellos tiene una base de evocadores escalas de piano sobre los que flotan capas de mellotrón y cósmicas líneas de sintetizador; el segundo vira hacia un juego impresionista de sutilmente densos teclados y armazones percusivos que ostentan ciertos matices de modernismo mecanicista.
 

‘Poppies In A Field’ es el otro tema largo del álbum, de hecho, la pieza más extensa del álbum con sus 12 ½ minutos de duración. Además, se trata del único tema cantado del repertorio. La canción está penetrada por una convincente mezcla de ceremoniosidad y gracilidad, dando amplios espacios a desarrollos temáticos propios de la faceta más cósmica de la tradición prog-sinfónica (al estilo de unos YES de la fase 73-74), lo cual también conduce al paradigma de CATHEDRAL, así como la inclusión de algunos tintes Oldfieldianos. Si la primera mitad sirve para instaurar y reforzar un cuerpo central a fin de asentarlo firmemente dentro de un determinado sendero sónico, la segunda ofrece una serie de motivos instrumentales que transitan de lo parsimonioso a lo intenso a través de un enclave sostenidos por la interacción entre los teclados y la batería. La sección elaborada entre la frontera del octavo minuto y medio y poco después de pasados los 10 minuto y medio es la más sofisticada de todo el disco, un culmen musical en sí mismo. El epílogo consiste en una despliegue de volátiles e ingrávidos ornamentos de múltiples sintetizadores con espartanos acordes de guitarra, una atmósfera que está entre lo lóbrego y lo relajado. Todo concluye con ‘The Last Bridge Organ’, breve pieza de poco más de 2 ½ minutos donde las serenas capas de órgano vibran para instalar una progresión introspectiva a la que se suman retazos de guitarra, percusión y mellotrón. Ésta es la calma exigida por la sutil ansiedad que se exhibió de forma tímida en la conclusión de la pieza precedente. En fin, todo esto es lo que se nos brindó para la posteridad en “Tom Doncourt & Mattias Olsson’s Cathedral”, la obra semipóstuma que exhibe algunas de las últimas ideas musicales que surgieron de la faceta más ambiciosa de TOM DONCOURT, así como uno de los más entrañables viajes de MATTIAS OLSSON a esas ya lejanas raíces estéticas de sus años pre-veinteañeros. Este disco es más que un disco, es un testimonio preclaro e inspirado de dos viajes espirituales que surcaron una misma barca progresiva en busca de una catedral donde realizar un ritual musical de gran alcurnia y refinada mística. Este disco es también un disco en sí mismo, uno muy hermoso que recomendamos al 500%: muchas gracias a estos dos maestros por haber tenido la garra y el empuje para crear este repertorio tan insigne, este master opus. Con dos piezas extensas y otras mucho mas breves, el repertorio total dura poco más de 35 minutos, pero es todo lo que necesitamos saber de esta excelsa asociación sueco-estadounidense. 



Muestras de “Tom Doncourt & Mattias Olsson’s Cathedral”.-
#1: https://roth-handle.bandcamp.com/track/1-2
Poppies In A Field: https://roth-handle.bandcamp.com/track/poppies-in-a-field


* Palabras extraídas de este reportaje publicado en la web de TheProgressive Aspect: https://theprogressiveaspect.net/blog/2020/12/06/tom-doncourt-mattias-olssons-cathedral/ 

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