Sunday, February 13, 2022

Un ascenso al paraíso avant-progresivo de SIMON STEENSLAND

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy viajamos a Suecia para presentar “Lets Go To Hell”, el disco que lanzó al mercado el magistral multiinstrumentista y compositor SIMON STEENSLAND el 24 de setiembre del pasado año 2021; se trata de su noveno disco de estudio, el cual exhibe un genuino refuerzo de renovación para el ideal progresivo del chamber-rock y el así llamado RIO. El sello productor de “Lets Go To Hell” es Transubstans Records. Este disco sucede a “A Farewell To Brains” (2018) dentro de una trilogía que, esperemos, no tarde mucho en completarse: este nuevo disco es un segundo volumen realmente excepcional, pero ya entraremos en más detalles sobre eso más tarde. Los colaboradores con los que contó STEENSLAND para la grabación de los tres extenso temas de los que consta este disco son: Yann le Nestour (clarinetes alto y bajo), Morgan Ågren (batería y programación de ritmos), Robert Elovsson (teclados), Arvid Pettersson (piano), Karolina Weber Ekdahl (violín), Jasun Martz (teclados), Simon Mårtensson (guitarra) y Carin Blom (armónica de cristal). También aparecen los aportes vocales de Birgitta Linder, Eva Rexed, Sandra Backman, Maia Hansson Bergqvist, Asa Berglund Cowburn, Camilla Larsson, Joel Dannerup, Josefin Ankarberg y Niki Gunke Stangertz, a veces armando cuadros corales, otras veces haciendo recitaciones. El propio STEENSLAND se hace cargo de la guitarra, el bajo, la percusión tonal y algunos teclados. Claro está, todas las composiciones son suyas, así como suyas fueron las labores de arreglos musicales, dirección de los procesos de grabación, mezcla y masterización, en su estudio No Klang, a lo largo de diversas sesiones que tuvieron lugar en los años 2020 y 2021. La única excepción está en los aportes de Ågren, que fueron grabados en su propio Studio Annanstans. Bueno, veamos ahora los detalles del repertorio de “Lets Go To Hell”.


Ocupando un espacio de casi 16 minutos y medio, ‘Schrödinger’s Friend’ nos abre honestamente las puertas al oscurantista y extravagante valle musical que STEENSLAND y sus compañeros recorrerán con entusiasmo y convicción. Tras una breve serie de capas de cuerdas se impone pronto un groove atormentado y siniestro que, a su manera, refleja un vitalismo contundente, por muy mortuorias que sean las vibraciones básicas de sus desarrollos temáticos. Mientras los diversos climas se van sucediendo, el entramado sonoro agita su señorial oscurantismo, atrapado en un terreno híbrido de RHÙN, GUAPO, PRESENT y ARS DE ER. A veces vibran unas cadencias casi marciales, otras veces emergen unas tormentas sónicas donde reina un caos inteligente, y también hay pasajes más calmados donde laten aires de un ominoso misterio que prefiere mantenerse transitoriamente reposado. Cuando unos arreglos corales se unen al ensamble orquestal alrededor de la frontera del noveno minuto, el asunto cobra un nuevo brío, esta vez con algunas texturas traviesas que se añaden al dominante empuje  de lo siniestro, aunque el imperio de lo sutil no tarda mucho en retomar su dominio. Eso sí, su meta es la de fundar las bases para un crescendo ceremonioso que amenaza con transportarnos a zonas más oscuras que cualesquiera por las que hemos transitado antes, armando así un poderoso clímax conclusivo. Una gran cosa esta suite, un gran cénit para iniciar el álbum. Tras esta majestuosa maratón emerge otra titulada ‘The Flagellant March’, cuyos pasajes iniciales siguen fielmente el camino oscurantista de la suite precedente, aunque esta vez con un talante más abstracto, resguardado éste por un minimalismo explosivo. Tras unos parsimoniosos golpes de bajo emerge una orquestación electrizante y exultante que parece plasmar una especie de tortuosa celebración: sí, late algo de jovialidad en medio de la absorbente lobreguez que guía a la ingeniería rítmica y articula el ensamble global. Más que una marcha, parece un aquelarre, especialmente cuando surge un intermedio de teclados y maderas en clave onírica. Una ulterior secuencia de pasajes aguerridos y refrenados completa el diagrama voraz y triunfante que el ensamble maneja con alborotada lucidez, siendo así que todo termina con una coda avant-jazzera remodelada por una estrategia a lo RIO.

La última pieza épica del álbum responde al simpático título de ‘Zombie B. Goode’ y dura poco menos de 19 minutos y medio; de hecho, es la más extensa del repertorio. Esta suite muestra su fuego expresivo desde el punto de partida, gestando una atmósfera tensa que casi roza con lo belicoso, pero, en una segunda instancia, todo deriva hacia una armonización de teclados etéreos y percusiones tonales desde la cual brota un momento de remanso antes de que el ensamble regrese a su estilizada furia originaria. Eso sí, no se trata de una reiteración del tormento arrollador del primer tema; está más cerca de la surrealista jovialidad del segundo tema, pero tampoco se trata precisamente de una continuidad de la misma. Lo que opera aquí es una majestuosidad fosforescente a lo UNIVERS ZERO con algunos matices de magnificencia colosal a lo MAGMA y otros matices más cercanos a la deconstrucción rutilante propia del paradigma Zappiano. Es como si el oscurantismo militante de STEENSLAND se hubiese cambiado de prendas para ostentar una sotana repleta de hilos dorados y plateados; es como si las fuerzas amenazantes no estuviesen en posición de ataque sino con una disposición contemplativa, o al menos, eso es lo que parece durante los primeros 10 minutos y medio. A partir de allí, sí se siente la emergencia gradual de una epopeya guerrera, pero, como dijimos antes, la aureola oscurantista permanece en una zona un poco más constreñida que en las dos suites precedentes. El epílogo se divide en dos secciones: una que consta en una erupción orquestal que realmente retoma (efímeramente) el esplendor tanático de la primera suite, y una segunda que consiste en un arreglo coral femenino con inauditas connotaciones angelicales. ¿Son así las voces que nos dan la bienvenida al Infierno? En fin, todo esto fue lo que nos brindaron SIMON STEENSLAND y su ejército de excelso colaboradores nos brindaron con “Lets Go To Hell”, una espléndida muestra de vitalidad del ideal avant-progresivo para nuestro tercer milenio. Escuchar, analizar y dejarse invadir por las excelsas y tortuosas suites de este álbum es algo así como ascender al paraíso avant-progresivo del RIO contemporáneo con el descenso a los infiernos en mente. Totalmente recomendable. 


Muestra de “Let’s Go To Hell”.-
Schrödinger’s Friend: https://transubstansrecords.bandcamp.com/track/schr-dingers-friend


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