Tuesday, August 29, 2023

MILKBONE: una ventana londinense para el jazz-prog contemporáneo

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Llegamos bastante tarde al bastión del proyecto londinense MILKBONE, integrado por los músicos Phil Scragg [Piano eléctrico Wurlizter, órgano Teischord, sintetizadores Korg, Minimoog y Eurorack Modular System, bajos Fender, Rickenbacker y Maton Fretless, guitarras Fender Telecaster e E-bow, mandolina y dulcémele], Matt Berry [piano, sintetizadores Arturia Mtrixbrute, Minimoog, ARP 2600 y Yamaha SK15, y guitarra acústica] y James Sedge [batería]. Decimos que llegamos tarde porque su disco homónimo se publicó el 4 de enero del pasado año 2022. En algunos temas del repertorio de “Milkbone”, el trío contó con las ocasionales colaboraciones de Graham Mann (trombón y percusiones) y Cecilia Fage (sampleos vocales). La línea musical de MILKBONE expresa una meticulosa cruza entre jazz-prog, nu-jazz y retro-Canterbury, incluyéndose algunos coqueteos ocasionales con el ambient y el space-rock. El material contenido en “Milkbone” fue grabado en diversas sesiones que tuvieron lugar en RedLodge Studios, Peach House y Musicstation. El arte gráfica es de la autoría del propio Matt Berry. 


La pieza justamente titulada ‘Canterbury’ abre el repertorio y lo hace con una aureola serena, la misma que permite que el cristalino lirismo de la estructura melódica se explaye plácidamente a través del desarrollo temático. Los momentos en los que el sintetizador y el trombón se destacan respectivamente se hilan muy fluidamente antes de que llegue el etéreo fade-out para traer consigo algunas texturas ensoñadoras. ‘Leaving Hawksbill’ sigue a continuación para exponer una mayor expansión del colorido musical esencial del ensamble, lo cual se traduce en una estupenda mezcla de nu-jazz y jazz-prog que se deja arropar por recursos sonoros propios del space-rock. La intensidad del swing y la impoluta elegancia del groove general hacen que la pieza exhiba su fulgor con inapelable prestancia. La miniatura de menos de un minuto ‘Toys Hill’ instala un llamativo ejercicio de ambient que nos remite al VANGELIS de la fase 1975-77, abriendo de esta manera la puerta al arribo de ‘Automatic Foot’, una pieza patentemente extrovertida que se adentra concienzudamente en una reconstrucción del legado del Canterbury en su dimensión más cálida (CARAVAN) a través de su filtro más señorial (GILGAMESH, NATIONAL HEALTH). La dupla de la pieza homónima y ‘Two Sequences’ sirve para que el ensamble siga explorando diversos matices de su plural propuesta estética. Específicamente, ‘Milkbone’ se asienta sobre un swing bien definido donde los tintes modernistas y los climas espaciales se utilizan con refinado sentido de la estrategia para realzar las bases armónicas diseñadas para la ocasión (las mismas que nos recuerdan al paradigma de los legendarios WEATHER REPORT). Usando parte del vigor estandarizado del jazz-rock mientras lo matiza con grooves psicodélicos, la pieza se centra en sus propias vibraciones expresionistas mientras va llenando espacios con comedida delicadeza. Por su parte, ‘Two Sequences’ se mete de lleno en una intensidad jazz-progresiva que busca cruzar las periferias respectivas de los mundos de RETURN TO FOREVER y OZRIC TENTACLES bajo la guía de GOGO PENGUIN. ‘Bleak Strategy’ se enfila hacia un jazz-funky envuelto bajo atmósferas progresivas suavemente densas (casi al estilo de los STICK MEN): el paisaje sonoro global está armado para que el bajo pase al centro protagónico del entramado instrumental.

‘Soft Weed’ desarrolla una atmósfera sosegada donde los músicos se permiten ahondar sesudamente en su faceta más calmada, logrando concretar una ambientación flotante que se sitúa a medio camino entre lo onírico y lo misterioso. Hay conexiones con el patrón de BURNT BELIEF. ‘Red Shift’, por su parte, regresa de lleno a la dimensión más saltarina del grupo, lo cual se traduce en una nueva reactivación del legado del jazz fusion de los 70. Con este viraje tan pronunciado frente a la atmósfera central del tema precedente, el grupo se deja llevar por la grácil luminosidad impulsada por la batería desde el mismo punto de partida. El solo de sintetizador inicial refuerza contundentemente este impulso primario para que se vaya soltando de manera creciente hasta que llegue el momento final. ‘Cecilia’ comienza con unas capas minimalista de tenor ambient que se agitan dentro de sus propias entrañas con un talante un tanto oscurantistas, pasando luego a un motif jazz-rockero que se sitúa a medio camino entre WEATHER REPORT y HERBIE HANCOCK. ‘Velvet Black’ impone un adecuado epílogo para el repertorio general del álbum. De todas formas, todavía hay espacio para otra versión de ‘Velvet Black’ con la participación de la invitada Harriet Langley al canto, una mujer que goza de una trayectoria propia como cantante y pianista. En este bonus, se advierte la presencia de vibraciones impresionistas que replantean la idea original de una manera fehacientemente refrescante; de paso, se la añade medio minuto más de duración. Todo esto es lo que salió de los cuarteles de MILKBONE: aparte de la tardanza de la presente reseña, es justo terminarla señalando a “Milkbone” como una hermosa obra que ensalza el ideal de la música jazz-progresiva en nuestros tiempos.



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