Sunday, July 09, 2017

BUBBLEMATH: la alucinada renovación molecular del rock progresivo estadounidense


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

BUBBLEMATH es el grupo al cual prestamos hoy toda nuestra atención por causa de su más reciente trabajo fonográfico, el mismo que se titula “Edit Peptide” y fue muy publicado hace muy poco por el sello Cuneiform Records, más exactamente, a fines de mayo pasado. Se trata del segundo disco de este grupo, siendo el primero “Such Fine Particles Of The Universe”… ¡y data del año 2001! Tras este largo paréntesis vuelve al ruedo este grupo con la misma conformación de aquel entonces: Blake Albinson [guitarras eléctrica, acústica y clásica, teclados, saxofón tenor y voz], Jay Burritt [bajos con y sin trastes, contrabajo eléctrico, sintetizador bajo y voz], Kai Esbensen [teclados y voz], James Flagg [batería, percusión y voz] y Jonathan G. Smith [voz, guitarras eléctrica y acústica, flauta, clarinete, campanas, gong, glockenspiel, xilófono, dulcémele, mandolina y banjo]. BUBBLEMATH tuvo su origen en el año 1995 en Mineápolis, Minnesota, logrando agrupar a su alineación definitiva tres años después. El estilo progresivo del grupo es abiertamente ecléctico con una actitud vanguardista que de forma implacable se vale de lo absurdo y lo humorístico para delinear, retorcer, deconstruir y refinar estructuras melódicas, swings, atmósferas y cadencias. En el cosmos musical de BUBBLEMATH no es habitual que una melodía, un esquema melódico o un compás dure mucho a través de los complejos y bien afiatados juegos de diversidad que suelen asentar sus composiciones. Bueno, veamos, apreciemos y degustemos cuidadosamente los detalles de “Edit Peptide”. 


Con la dupla inicial de ‘Routine Maintenance’ y ‘Avoid That Eye Candy’ ya disfrutamos de una exquisita vía de entrada donde podemos empezarnos a acostumbrar a los ingeniosos juegos de policromías que el grupo es capaz de desarrollar en sus esquemas melódicos y sus respectivos arreglos integrales. Nada más ni nada menos que 16 ½ minutos son los que ocupa este par de canciones. ‘Routine Maintenance’ se sitúa cómodamente en los terrenos de GENTLE GIANT y FRANK ZAPPA. Respecto a lo primero, el grupo crea afinidades con los filtros de los primeros ECHOLYN y los actuales ADVENT; respecto a lo segundo, y valiéndose del filtro de sus geniales compatriotas de FROGG CAFÉ y THINKING PLAGUE, el ensamble acentúa solventemente las dosis habituales de neurosis y espíritu travieso que resultan habituales al trabajar con paradigmas musicales tan “retorcidos”. Los guitarreos ostentan una musculatura inapelablemente filuda mientras la dupla rítmica elabora dosis sobrehumanas de enajenada complejidad a lo largo de la pieza. Los momentos más serenos logran efectivamente aliviar la tensión predominante, inevitablemente imperante: de hecho, la sección epilogar es la máxima expresión de este jovial dadaísmo con sus cortantes juegos disruptivos donde los instantes silenciosos empujan eficazmente a los saltarines riffs conclusivos. ¿Cómo hará la banda para seguir adelante con el disco cuando ya en su tema de apertura hay un cénit del mismo? Pues ‘Avoid That Eye Candy’ responde a esta pregunta exhibiendo un grácil ejercicio de jovialidad melódica donde la latente neurosis ahora se recubre de un manto de juguetón optimismo. El bloque rítmico le da un efectivo talante jazz-progresivo a la canción mientras ésta mantiene su lirismo nuclear con una consistencia bárbara. Una vez puestas en claro las reglas de juego de este quinteto, la canción ‘Perpetual Notion’ se encarga de exponer una exhibición matizada del vigor épico y vivaracho que marca las insignias estéticas de cada integrante de BUBBLEMATH. Si las referencias a FROGG CAFÉ y ADVENT siguen sonando casi obligatorias, también hay que hacer referencias a la tradición jazz-rockera en aquellos pasajes donde la dupla rítmica trabaja con un groove recurrente. Claro está, una vez que entran a tallar las variantes rítmicas y de ambiente, lo progresivo impone sus tablas de la ley en directo coqueteo con el rock-in-opposition (en su dimensión jovial). Otro cénit de un álbum que pinta que se va a prolongar como un clímax incesante y persistente: esta canción encarna la noción perpetua de ello. 

La cuarta pieza del disco se titula ‘A Void That I Can Depart To’ y es la segunda más larga del disco con sus 10 minutos de duración. Su línea de trabajo es abiertamente lírica, dejando que la amalgama de todos los motivos que se van sucediendo y alternando fluya con una engañosa apariencia de sencillez. Algunos pasajes incluso nos hacen recordar a la candidez mágica del paradigma Yessiano. Parece que esta sexta canción del álbum ha instaurado un referente importante pues el esquema general de ‘Get A Lawn’ también refuerza notoriamente la lucidez lírica mientras reabre caminos de sofisticada extroversión. La banda está en estos momentos bien metida en la foresta estilística de unos ECHOLYN, dedicada a edificar allí una choza progresiva donde también hay cabida para los delirios policromáticos que habían imperado en la primera canción del disco. Vale la pena resaltar que en ‘Get A Lawn’ hallamos algunos de los mejores solos de sintetizador del álbum. Hay un efecto de sonido de grillos, pequeñas aves y suaves brisas del bosque que une a esta canción con la siguiente, que se titula ‘Making Light Of Traffic’. la misión de esta canción es la de volver de lleno a la polenta electrizantemente ecléctica de las canciones #1 y #3. La majestuosidad y la espiritualidad dadaísta se hermanan de una manera perfectamente compacta mientras la multivocidad musical en curso abre campo para el lucimiento de percusiones tonales y el saxo en medio de los habituales despliegues virtuosos a cargo de las guitarras y los teclados que son de rigueur. Se confirman nuestras sospechas de que el repertorio del álbum es un continuum de plenitudes climáticas que no tienen cómo cesar. Nos vamos acercando al final del repertorio cuando llegamos a la canción que porta el perturbador título de ‘Destiny Repeats Itself’ (¿será una alusión al amor fati que Nietzsche proclama como la entereza moral del Übermensch?). Los mismos efectos de sonido que hilaron el nexo entre las canciones #5 y #6 regresan para introducirnos a esta séptima canción, la cual regresa parcialmente a la faceta jazz-rockera de BUBBLEMATH para darle una renovada intensidad al esquema compositivo ideado para la ocasión.


La pieza titulada ‘The Sensual Con’ es la encargada de proporcionar un broche fabuloso a un disco que no merecía menos que eso, y cómo se puede hacer eso sino reforzando por última vez los delirios Zappianos y los coqueteos con la dimensión surrealistamente jovial del rock-in-opposition. Ésta es la estrategia que se usa en ‘The Sensual Con’, cuya esencia estructural se sostiene básicamente en una exorbitante síntesis de los delirios exquisitos de la primera canción y las celestiales diabluras de la tercera, mientras recibe algún impacto ocasional de los grooves predominantes en las dos canciones precedentes. Esto fue todo con “Edit Peptide”, un disco que es algo más que un simple disco; es una muestra de laboratorio de cómo varios subterfugios del polivalente discurso del rock progresivo pueden fundirse y remodelarse en una renovación molecular que mantiene a dicho discurso totalmente fresco para el segundo decenio del nuevo milenio. BUBBLEMATH se han lucido al 500% con este disco y al 500% lo recomendamos.

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