Friday, July 28, 2017

Memorias de ALTURA y su propuesta prog-metalera de gran talla


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy viajamos por la máquina del tiempo prog-metalero hacia el año 1996… hacia hace 21 años: se dice en pocos segundos pero es mucho el tiempo transcurrido, aunque queda claro que cualquier disco publicado en ese año que tenga una magia particular habrá de ser valorado a través de las épocas y avatares del mundo. Pero empecemos señalando que la influencia de los primeros discos de DREAM THEATER fue enorme en el sector metalero más ambicioso en términos estilísticos. Muchas fueron las bandas que llevaron la marca de la distinción y sofisticación de DT, pero no fueron tantas las que a través de esta influencia pudieron ofrecer propuestas interesantes a largo plazo y con motivaciones propias dentro del mundillo del metal progresivo. El quinteto ALTURA fue, afortunadamente, una de éstas. Con su único disco “Mercy”, editado por Magna Carta en el año 1996 cuando aún era uno de los sellos más prolíficos y notorios del mercado progresivo norteamericano, los ALTURA ofrecieron un trabajo exquisito, tanto en la elaboración de las composiciones como en la inventiva de los arreglos. No es tanto la potencia aguerrida (que sin duda la hay en proporciones fáciles de advertir) lo que llama la atención de este disco como la elaboración de texturas, el bien afiatado trabajo de equipo en la instrumentación, así como la sensibilidad y buen gusto de las ejecuciones vocales. Teniendo en cuenta que todos los temas incluyen complejas estructuras rítmicas y cambios de compases y motivos melódicos, es de resaltar que el material no se reduzca a un mero ejercicio de exhibición, sino a la creación de motivaciones en el mundo emocional del oyente. Los cinco integrantes de este grupo formado en Carolina del Norte a inicios de los 90s fueron Jeremy Osborne [bajos], Franklin Ervin [guitarras], Chad Gibson [batería y percusión], Jason Lingle [sintetizadores, piano y coros] y Rain Irving [voz principal y coros]. Este último provenía de las canteras del doom metal mientras que Osborne, Lingle y Ervin gestaban las pautas iniciales del ideario musical de ALTURA. El último en arribar fue Gibson, siendo mayor por varios años que el promedio de sus cuatro compañeros: su admiración por RUSH fue determinante a la hora de asociarse con este nuevo proyecto de música metal-progresiva. El grupo ganó un público de culto a nivel regional, llegando a grabar una maqueta de cinco canciones que pudo llegar a manos de los administrativos de Magna Carta en el año 1995; al año siguiente, el disco “Mercy” era una realidad. Es una pena que el grupo no sobreviviera por mucho tiempo al lanzamiento de su primer y único álbum: en los últimos meses de ese mismo año 1996, el quinteto hacía una minigira de despedida en su estado natal y otros aledaños.


La transparencia de las melodías es un factor que el personal de ALTURA se tomaba muy en serio. Aparte de las fintas suntuosas de Lingle con sus solos de sintetizadores, es de resaltar su trabajo fino y sutil en las partes de piano y cortinas de teclados. Algo similar sucede con el oficio del guitarrista de Ervin, quien aparte de algunos solos acrobáticos ocasionales, prefiere la mayor parte de las veces cincelar texturas en su instrumento y construir riffs ingeniosos que se complementen con la dupla rítmica: es como un “STEVE HACKETT metalero”, por usar una metáfora que los aficionados progresivos podamos entender, y ciertamente nos recuerda en cuanto a su enfoque creativo al fino estilista Jim Matheos (FATES WARNING). De esta manera, casi parece que los teclados ocupan un rol más protagónico que el de los guitarreos. La dupla rítmica es potente, es, de hecho, el factor más poderoso de la instrumentación con un baterista notoriamente influido por Neil Peart (RUSH) y Mark Zonder (FATES WARNING), y un bajista ingenioso que se mueve fluidamente con sus fraseos a la par que se compenetra al 100 % con los diversos grooves que marca el baterista. El vocalista, por su parte, es capaz de poner su registro y su técnica al servicio de la fuerza expresiva exigida en la ejecución del material: la naturaleza introspectiva, a veces casi confesional, de las letras (casi siempre del bajista Osborne) y la capacidad evocadora de muchas de las melodías creadas por la banda encuentran en Irving un mensajero ideal. Es increíble cómo la propuesta musical de ALTURA puede invitar al oyente a asumir una actitud introspectiva en el contexto de un repertorio que suena tan fuerte, sujeto bajo los cánones del metal. Siendo un disco parejo en la ilación de su repertorio, vale afirmar que estas pautas generales se aplican perfectamente a la secuencia de los tres primeros temas del álbum así como al penúltimo y al antepenúltimo. El primer tema es el homónimo y ocupa un espacio de poco más de 6 minutos, caracterizándose por un vigor sólido penetrado por una ingeniería equilibrada. El primer tema es el homónimo y ocupa un espacio de poco más de 6 minutos, caracterizándose por un vigor sólido que es penetrado por y se sostiene sobre una ingeniería equilibrada. Los diálogos rutilantes entre guitarra y sintetizador que emergen con rabioso señorío durante el interludio empujan eficazmente al canto de Irving con miras a dejar bien asentado el apasionamiento de esencial de la canción.

‘The Calling’, la segunda canción y además una de nuestras favoritas del álbum, ostenta una vitalidad más sofisticada en el desarrollo temático y sus diversos esquemas rítmicos. Contiene una poesía particularmente bella, tal como mostramos en los respectivos ejemplos de su estribillo (“I'll make a promise / to wait for the new / vision that's calling me. / Memories in the distance / brought into view, / voices are calling me.”) y su segunda mudanza ( “A passionless voice / lost in the rain. / Reflections of our lives / in an emotionless face. / A child is born in rage, / all carried in vain. / Your guilty eyes / are all that remain.”). ‘One By One’, la tercera canción, bien puede describirse como una síntesis de las dos primeras, siendo así que el rol absorbente y dinámico de los teclados en los colchones, orquestaciones y solos la aproxima más a ‘The Calling’, y también respecto al uso de una coda etérea tras las últimas líneas de canto. ‘The Continuum’ es la extravaganza instrumental que sirve para que el ensamble instrumental haga debida gala de su destreza técnica en una serie de breves motivos notoriamente autónomos que en su ilación organizan un esquema sonoro fastuoso y tenso. Dura solo 2 ¾ minutos pero contiene dentro de sí un viaje ambiciosamente codicioso. ‘Horizons Change’ es la balada del repertorio, transitando convincentemente en una confluencia del mejor JOURNEY y el GENESIS de fines de los 70s, aunque también hay un breve interludio aguerrido que nos devuelve al terreno del DREAM THEATER de la época 92-94. Una vez más nos dejamos llevar por la conmovedora poesía del grupo mientras el estribillo nos invita a mirar al corazón del paso del tiempo y sus huellas en lo aún viviente: “Horizons fade / into forever / as the memories echo your name. / Horizons fade / into each other, / out of reach and so far away.” Así las cosas, nos preparamos para recibir a la dupla de ‘One Dimension’ y ‘Alternate Lines’, las canciones antepenúltima y penúltima que se encargan de revitalizar las líneas de trabajo de las tres primeras canciones y añadir un toque extra de punche a la ecuación. De hecho, se puede decir que en estas dos canciones hay un mayor espacio de lucimiento para la musculatura de la guitarra dentro del rotundo y contundente entramado instrumental, y aunque suene redundante a estas alturas del partido, en ‘One Dimension’ se da un especial lucimiento de parte de la dupla rítmica. En conjunto, las dos pueden ser apreciadas como dos canciones hermanas.

Para el final del álbum, los ALTURA regresan al reino de la melancolía en lo recóndito del alma que ya había imperado antes en ‘Horizons Change’. ‘Alone’ es una minisuite de casi 11 minutos de duración cuya luminosidad melódica queda intensificada por su estructura épica. También cabe notar el uso de recursos oscurantistas, casi góticos, en algunos ornamentos de teclado; de hecho, la secuencia armónica que se explaya por el último minuto hasta el fade-out, evoca imágenes oscuras sin llegar a lo netamente explosivo. En todo caso, hay plena explosividad a flor de piel en líneas como éstas: “Drifting lifeless, it feeds the trend. / These wounds define us, and leave me here. / The warmth confided within your hands / is so enduring, just like despair. / Afraid to wonder why. / Hopeless vision, I walk alone.” Exaltación con aplomo y sin aspavientos: esto es, dicho en la forma más mínima posible, lo que nos brinda ‘Alone’ para el broche de oro.  En suma, tenemos en “Mercy” una notable joya escondida dentro de la historia del prog metal: solo queda lamentar que una joven banda tan talentosa como ALTURA no se haya dado abasto para continuar existencia por más tiempo para seguir creando unos cuantos discos más... pero así quedaron las cosas para la historia y no se puede hacer mucho al respecto, salvo mirar en retrospectiva a esta banda con adecuado respeto. Su propuesta era de gran talla y ha dejado una gran huella en nuestra memoria melómana.


Muestras de “Mercy”.-
One Dimension [en vivo en el año 1996]: https://www.youtube.com/watch?v=xaH_BpUXYTU


[Esta retrospectiva contiene información originalmente publicada en el enlace de La Caja De Música https://www.dlsi.ua.es/~inesta/LCDM/Discos/altura_mercy.html]

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