Saturday, April 21, 2018

Un viaje mágico por las autopistas y carreteras del Canterbury con HATFIELD AND THE NORTH


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy estamos aquí para echar un vistazo detallado al legado de una de las bandas más talentosas, alucinantes y amenas de esa vertiente progresiva que fue bautizada como Canterbury: HATFIELD AND THE NORTH. Este excelso ensamble conformado por el guitarrista Phil Miller, el teclista Dave Stewart, el bajista-cantante Richard Sinclair y el baterista-percusionista Pip Pyle nos dejó un pequeño y, a la vez, gigantesco legado fonográfico con dos brillantes discos de estudio: el homónimo del año 1974 y “The Rotters’ Club” de 1975. Se trataba de un auténtico supergrupo del Canterbury pues en él se congregaron expatriados de MATCHING MOLE, EGG, CARAVAN y GONG, aunque esta formación que acabamos de designar no fue la que existía desde el inicio. Los primeros pasos de HATFIELD AND THE NORTH tuvieron lugar a mediados del año 1972 por iniciativa de Pyle, Miller y Steve Miller (quienes habían sido colegas en DELIVERY, y de paso, se conocían desde los años escolares) junto al bajista Roy Babbington. Mientras el grupo se empeñaba en alejarse del idioma del blues-rock practicado por DELIVERY para entrar en el terreno jazz-progresivo, el primer cambio de alineación tuvo lugar cuando Richard Sinclair reemplazó a Babbington, y poco después tuvo lugar también el segundo cuando Dave Sinclair reemplazó a Steve Miller, quien decidió justamente volver a sus viejos fueros y reformar DELIVERY. La permanencia de Dave no duró mucho pues él se veía saturado (sin dejar de estar interesado) por la complejidad estilística a la cual aspiraba el cuarteto, siendo así que él mismo sugirió que convocaran a Stewart como su reemplazante en enero de 1973. Aunque el primer concierto del grupo tuvo lugar en julio de 1972, recién en octubre adoptaron el nombre de HATFIELD AND THE NORTH en base a un cartel en una de las carreteras de salida de Londres. La idea no fue de ninguno de los integrantes del recién nacido cuarteto sino de un amigo cantante llamado Mike Patto, quien primero quiso utilizarlo para  una banda que estaba formando por aquel entonces, pero cuando prefirió el nombre DICK AND THE FIREMEN, se lo propuso a esta gente... ¡y así salió la cosa! Respecto a la experiencia musical de estar en este grupo, Stewart recuerda que al ingresar en él significó pasar por una muy marcada curva  de aprendizaje pues tuvo que acomodarse en parte a las visiones jazzeras que Pyle y Miller habían cultivado por varios años mientras que él estaba enfocado mayormente en la música de cámara del siglo XX y las estructuras más firmes del rock sinfónico (una línea de trabajo que forjó durante sus años en el genial trío EGG). Por su parte, Sinclair se sentía muy feliz de tocar en un grupo mucho más ambicioso que CARAVAN: “la actividad de creación musical era mucho más grandiosa con los HATFIELD pues tiene más acordes, más ritmos, armonías inusuales, lo cual demandaba un mayor esfuerzo de mi parte, en especial en los momentos en que me tocaba cantar.En nuestro repaso de los dos álbumes de estudio de los HATFIELD nos centraremos en las reediciones que publicó el sello Esoteric Recordings en el año 2009.


 

El proceso de grabación del homónimo primer álbum del cuarteto tuvo como preámbulo la grabación de unas maquetas en los Manor Studios en agosto de 1973, poco después de haber asegurado un contrato de grabación con el entonces valiente y avanzado sello Virgin Records (especialmente motivado por el masivo éxito del inmortal álbum debut de MIKE OLDFIELD). Las sesiones de grabación para el álbum a ser titulado simplemente como “Hatfield And The North” comenzaron en los mismos Manor Studios en el siguiente mes de octubre y en parte de noviembre, realizándose el proceso de posproducción en enero de 1974. Ese año era bisiesto así que febrero contaba con 29 días de duración y fue ese preciso 29 de febrero que salió al mercado “Hatfield And The North”. Apoyaron en el proceso como invitados especiales Geoff Leigh (saxo tenor y flauta), Didier Malherbe (saxo tenor), Jeremy Baines (glockenspiel y flauta), Robert Wyatt (voz), y el trío vocal femenino de Amanda Parsons, Barbara Gaskin y Ann Rosenthal (colectivamente bautizadas como The Northettes). En líneas generales, la experiencia de grabar en ese estudio supuso un lujo increíble para los cuatro músicos y su nutrida pléyade de colaboradores; de hecho, el grupo tuvo aquí su primera experiencia en un gran estudio de grabación, muy por encima de los estudios pequeños donde grababan sus maquetas, y eso les parecía agradable. Por otro lado, también es verdad que cuando se estropeaba cualquier aparato de la consola de grabación o se enredaba una cinta de grabación, había que aguardar al ingeniero de sonido Tom Newman para que arreglara todo mientras el grupo se quedaba quieto sin poder hacer nada más... y ese tiempo perdido implicaba más gasto en la producción, algo a ser remunerado a posteriori por el grupo mediante el descuento de parte de las ganancias de las ventas del disco, suponiendo que obtuviese un gran éxito comercial, claro está. Además, el baterista Pyle recuerda siempre con enojo el error que cometió Newman al borrar por accidente los aportes del bombo para la penúltima pieza del disco, una de las más complicadas del repertorio: la cosa es que Pyle tuvo que regrabar todo lo que hizo en la batería con esta pieza en particular, le tomó dos días pues sus cambios de compás y patrones rítmicos tan peculiarmente sofisticados hacían muy difícil acertar en hacer lo mismo que hizo en una primera instancia con milimétrica similitud. Siendo tan magistral como lo era Pyle, él confiesa que a la hora de tocar se olvida de la parte neuronal que le permite aprenderse el material del grupo y se centra solamente en su parte visceral, incluyendo el deseo irrenunciable de adornar los patrones rítmicos con redobles y demás adornos. Algo muy tedioso y muy aburrido, pero al final se logró: en todo caso, eso le valió al buen Newman el apodo de Bulk Erase en los créditos del álbum. 



El álbum consiste en dos largas secuencias hiladas de temas individuales, cada una de ellas dispuesta en un lado respectivo del formato de vinilo: la primera secuencia se inicia de manera semejante al final de la segunda, con un loop cósmico producido por el generador de tonos de un mellotrón (por aquel entonces, Stewart todavía tenía cortedades financiares para adquirir un sintetizador). Ambos loops fueron compuestos por Pip Pyle, portando los títulos respectivos de ‘The Stubbs Effect’ y ‘The Other Stubbs Effect’; el primero es más acelerado que el último, lo cual da una idea humorística de que el grupo se cansó tras tocar. Después del primer efecto stubbs emerge la breve canción ‘Big Jobs (Poo Poo Extract)’ en la cual Sinclair nos promete dar lo mejor de sí junto a sus compañeros para mantener nuestra atención a lo largo del disco: humor autorreferencial directo a nuestros labios para hacernos sonreír. Luego sigue la dupla de ‘Going To People And Tinkling’ y ‘Calyx’, desde la cual se nos muestra un tránsito desde un dinamismo aristocrático a una grácil delicadeza, bien guiada por el tarareo en falsete de Robert Wyatt: esta  última canción tenía una letra definida pero el tarareo fue considerado como una mejor opción a la hora de plasmar la versión definitiva de esta canción al público. La composición de Stewart ‘Son Of There’s No Place Like Homerton’ se erige como la pieza más extensa del álbum con sus más de 10 minutos de duración; aquí el grupo viaja por toda una serie de motivos que oscilan entre un sinfonismo delicado y un jazz-rock extravagante, pasando por algunos parajes primorosos donde los cánticos femeninos pasan al primer plano bajo la guía de las armonías del piano eléctrico. El momento final elabora un pleno crescendo con la adición de masivos arreglos de vientos, lo cual abre la puerta al inmediato arribo de la breve pieza ‘Aigrette’, dueña de un cándido lirismo en clave jazzera de tenor fusionesco, siendo así que el contraste aportado por el vitalismo urgente y sofisticado de ‘Rifferama’ gesta una culminación apropiadamente intensa para el lado A. Con la sucesión de solos de órgano y guitarra sobre un jovialmente sofisticado esquema rítmico solo falta el ruido de risotadas  del público para asestar el brillante golpe final.



Un gran impacto nos ha causado lo que se nos brindó en el lado A y ahora llega el turno del lado B, el cual se abre con ‘Fol De Rol’, una canción coescrita por Sinclair y Wyatt que se explaya en un clima ensoñador sobre un bien delineado trasfondo tenor jazz-progresivo. Además del hermoso solo de bajo en medio de los dos tarareos, nos impresiona el efecto de sonido que se le pone al segundo tarareo como si se tratara de una inoportuna llamada telefónica. Ante todo, sentido del humor... ¿y qué mejor manera de suceder a esta pieza surrealistamente graciosa con otra que porte el genial título de ‘Shaving Is Boring’? Posiblemente se trate de nuestro título favorito de toda la historia del Canterbury, pero más allá de su título hay que destacar su estructura ambiciosamente caleidoscópica que comienza con una jovial arquitectura jazz-progresiva, derivando al poco rato y como si nada en un despliegue space-rockero repleto de lisérgicos aportes de la guitarra y los teclados que van flotando a través del aire con actitud burlona y un bagaje hipnótico durante bastante rato. Algo muy a lo GONG, ciertamente. La parte final de este homenaje a lo aburrido que es afeitarse consiste en un jam alegre que ostenta alegremente su temperamento saltarín pero su compás inusual le impide ser apropiadamente bailable. Esta sección es precedida por unos efectos de sonido de alguien que va corriendo por un pasadizo abriendo y cerrando puertas: tres puertas, para ser exactos. En medio de esos portazos sonaron segundos de ‘Big Jobs’, ‘Son Of There’s No Place Like Homerton’ y ‘Aigrette’. Tras esta exhibición pletóricas de majestuosidades progresivas emerge la tríada de ‘Licks For The Ladies’,  ‘Bossa Nochance’ y ‘Big Jobs Part 2 (By Poo And The Wee Wees)’, la cual sirve para que el ensamble explore fehacientemente su faceta más cálida, y de paso, Sinclair nos demuestre por enésima vez cuán maestro era al canto como lo era al bajo (su voz es tal vez la más hermosa de todas ls vertientes progresivas que se hayan dado en la historia del rock británico... nos atrevemos a ser así de enfáticos). Con letras graciosas, a veces con connotaciones eróticas que rayan con una salerosa obscenidad, la banda sigue saliéndose con la suya en su misión de mezclar inteligencia virtuosa y absurdidad. 




Las dos composiciones de Stewart ‘Lobster in Cleavage Probe’ y ‘Gigantic Land Crabs In Earth Takeover Bid’ cierran esta segunda serie de magníficas maniobras instrumentales  del grupo. La primera de ellas comienza con un talante angelical con un rol protagónico de los cantos femeninos antes de que una segunda sección instrumental exponga un motif más ágil que resuena con una meticulosa ingeniería melódica en base a los meticulosos armazones y diálogos entre órgano y guitarra. Por su parte, la segunda de ellas se proyecta hacia un nuevo ejercicio de galante extravagancia progresiva donde predomina el gusto por la musculatura en un contexto jazz-progresivo bien dibujado. La ostentosa complejidad del esquema rítmico y las vigorosas variaciones de ambiente quedan sólidamente reforzadas hasta que todo desemboca en el segundo efecto stubbs. ¡Enorme disco de debut!, ¡enorme! La reedición de Esoteric Recordings trae tres bonus tracks, siendo los dos primeros ‘Let’s Eat (Real Soon)’ y ‘Fitter Stoke Has A Bath’, lados A y B de un single publicado por el grupo en noviembre de 1974. La primera de estas canciones goza de un plácido gancho melódico que curiosamente está emparentado con la línea de trabajo de CARAVAN, y decimos “curiosamente” pues la razón principal por la cual Sinclair dejó CARAVAN era la de alejarse del estancamiento musical que él notaba en el grupo desde los tiempos de la magna obra “In The Land Of Grey And Pink”. De todas maneras, se nota en el bloque instrumental que los HATFIELD sabían proporcionar un vigor renovado a todas su composiciones, incluso las más amables. De hecho, aquí toca por primera vez Stewart un sintetiador (no suyo, prestado). También hay bastante calidez en ‘Fitter Stoke Has A Bath’ (canción que luego será retomada y ampliada en el segundo LP) pero se nota que la sofisticación jazzera cumple un rol más relevante. El tercer bonus se titula Your Majesty Is Like A Cream Donut (Incorporating Oh, What A Lonely Lifetime)’, primera versión de una pieza que habrá de reaparecer en el segundo álbum de una forma más acabada de acuerdo a los deseos del grupo; la versión aquí contenida es originaria de un disco recopilatorio que el sello Virgin Records publicó en enero de 1975, y de hecho, ya indica la línea de trabajo más sofisticada hacia la cual se dirigía el cuarteto sin renunciar a la exquisitez en la ingeniería melódica.  



Más conciertos y minigiras siguieron a la salida al mercado de este asombroso disco de debut que obtuvo muy positivas reseñas de parte de la prensa musical que, en sí misma, se había mostrado muy receptiva a la osada y dinámica propuesta musical de los HATFIELD prácticamente desde el primer día. El grupo era incluso muy bien recibido en clubes franceses, italianos y holandeses por lo que estaba con buen ánimo mientras creaba nuevo material para un segundo disco, el cual habría de ser titulado “The Rotters’ Club”. Como el material de este disco fue compuesto y ejecutado durante sus miríadas de conciertos de la segunda mitad del año 1974, por lo que el proceso de grabación en sí mismo no requirió de muchos ensayos propiamente dichos. Eso sí, adiós a la idea de grabar en un estudio profesional con enorme logística: la gente de Virgin Records esperaba obtener ganancias de las ventas del primer disco – fue, en verdad, un fracaso comercial – antes de seguir invirtiendo a lo grande en las aventuras de HATFIELD AND THE NORTH. Ni siquiera estaba dispuesta la gerencia de Virgin dispuesta a pagar un adelanto al grupo para que pudiera manejar con solvencia los gastos de próximos conciertos en el primer cuarto del año 1975 sino también ayudar a Sinclair y su esposa a mantener un hogar que ya tenía a su primer vástago. En cuanto a la grabación de “The Rotters’ Club” en el modesto Saturn Studio, en el barrio de Worthing, entre mediados de enero e inicios de febrero de 1975, siendo publicado en marzo siguiente. Para este segundo disco, el grupo volvió a contar con un nutrido número de brillantes colaboradores: Jimmy Hastings [flauta y saxofones soprano y tenor], Tim Hodgkinson [clarinete], el excolega de Stewart en EGG Mott Campbell [corno francés], Lindsay Cooper [fagot y oboe] y, cómo no, el infaltable trío vocal femenino THE NORTHETTES.



El esquema sonoro que el grupo trabaja y trajina para su segundo álbum despliega mayores y más recurrentes dosis de agilidad y colorido mientras preserva su mágica combinación de virtuosismo, calidez y sentido del humor. Ya de entrada, la grácil y llamativa canción ‘Share It’ (que dura 3 minutos y segundos) nos brinda un alegre muestrario de dulce ironía que se apuntala sobre un esquema rítmico marchoso, muy al estilo de CARAVAN cabe añadir. La letra de Pyle es muy reveladora en estos pasajes que ponemos de ejemplos: “Tadpoles keep screaming in my ear: / «Hey there! Rotter's Club! / Explain the meaning of this song and share it!»”“I won't trouble you with all that cheap philosophy, / it's better still to watch that on T.V. / Most especially adverts of some slinky hairspray / when the plastic actresses take off their clothes / just to demonstrate all their curves and cleavages / and subtleties quite forgetting their hair.” Los coloridos y el solo del sintetizador arman una estupenda contraparte al entusiasta swing armado por la dupla rítmica. Luego sigue la magnífica pieza ‘Lounging There Trying’, seguida por la secuencia de las miniaturas ‘(Big) John Wayne Socks Psychology On The Jaw’ y ‘Chaos At The Greasy Spoon’, ‘The Yes No Interlude’ y ‘Fitter Stoke Has A Bath’. ‘Lounging There Trying’ exhibe un envolvente lirismo bajo la guía de la guitarra, la cual cuenta con el piano eléctrico como cómplica perfecto en la instauración del motif y la atmósfera centrales: mientras la pieza ve incrementanda la intensidad de su groove constitutivo, el cuarteto en bloque gesta un ejemplo de cómo es el modelo del Canterbury en su dimensión más exquisita. ¡Qué belleza! ‘(Big) John Wayne’ es una exhibición de magnificencia atonal mientras que ‘Chaos’ establece una travesura grácil liderada por un poderoso destaque del bajo con mucho fuzz. Esto último resulta idóneo para que el vitalismo coqueto y filudo de ‘The Yes No Interlude’ pueda dar rienda suelta a su cándida extravagancia. El solo de órgano y los ornamentos de vientos parecen acercar a este grupo de caballeros ingleses al modelo de FRANK ZAPPA; por su parte, cuando llega el momento del solo de Miller, la pieza adquiere una dosis extra de vigor expresivo, un nervio que requiere de un revestimiento señorial para fluir sólidamente a través del complejo esquema rítmico que dirige Pyle. Cuando el cuarteto baja los decibelios llega la oportunidad para el lucimiento de un divinamente pérfido solo de saxo, el mismo que anuncia el crescendo intermedio y el subsiguiente jam final de la sección. ¡Un cénit definitivo del disco!



‘Fitter Stoke Has A Bath’ – que al igual que ‘Chaos’ es una composición de Pyle – desarrolla un ambiente reflexivo que resulta un tonificante contraste frente a la polivalente exuberancia sónica precedente. Un compás sosegado, delicados arreglos de guitarra y piano eléctrico y el celestial canto de Sinclair se conjugan en esta bella sección. El humor de Pyle es fabulosamente drástico: “Thank you ladies you had us all, / I hope you both enjoyed it / But just the same, / I'm happy just to sit around at home / With Pamela making cups of tea and washing clothes. / Now anyone could easily see / I'm basically a cretin.” Una vez finalizada la parte cantada, Sinclair se pone a tararear para utilizar su voz como parte del andamio instrumental general. Hay un nuevo motif y hay una mayor densidad mientras se preserva el lirismo inicial... y de paso, tenemos otro magnífico solo de guitarra a cargo del infalible genio Miller. La coda guiada por efectos psicodélicos de teclado e impresionistas ornamentos percusivos es una maravilla experimental en sí misma, un ejemplo claro de cómo lo imprevisible y lo inaudito son integrados en una eficaz unidad estilística dentro del caleidoscópico ideario de HATFIELD AND THE NORTH. El lado A concluye con la cándida semibalada ‘Didn't Matter Anyway’, la cual se engarza con el final de la pieza precedente. Escrita por Sinclair en un momento de nostálgica desazón porque su paso por el negocio musical (y el del grupo) no gozaba de la acogida comercial deseada, en ella Sinclair toca también la segunda guitarra y se abre un espacio protagónico para el flautista invitado (Hastings). Las apergaminadas florituras del sintetizador complementan gloriosamente el aura melancólica que vierte la flauta. A pesar del tono elegíaco de ‘Didn’t Matter Anyway’ todavía nos queda otra mitad de “The Rotters’ Club”: ‘Underdub’ abre esta segunda mitad con un tenor alegre desde el mismo instante inicial. Las vibraciones jazzeras se imponen con incontrovertible fuerza de carácter mientras el cuerpo melódico va flotando con ágil delicadeza. Lo que hace Stewart con el piano eléctrico es monumental: deja su marca como uno de los mejores teclistas de la historia del Canterbury y, por qué no, del rock progresivo en general.



Luego sigue el opus de 20 ½ minutos compuesto por Stewart que se titula ‘Mumps’, una pieza diseñada para que el disco concluya con autoritaria imponencia. Sus secciones portan los títulos autónomos de ‘Your Majesty Is Like A Cream Donut (Quiet)’, ‘Lumps’, ‘Prenut’ y ‘Your Majesty Is Like a Cream Donut (Loud)’: la segunda de ellas es la más extensa con sus 12 ½ minutos de duración. La primera sección, fiel a su título, consiste en una etérea amalgama de teclado y coral femenina que tiene mucho de misticismo primaveral, siendo así que cuando irrumpe ‘Lumps’ con su exultante prólogo, se genera un efectivo choque para el oyente atento. Nada malo hay en esto dentro del discurso progresivo, y además, una vez que los vericuetos Stravinskianos guiados por la dupla de órgano y guitarra han terminado, volvemos a la lógica del jazz-rock contemplativo sobre un esquema rítmico tan llamativo como señorial. Tras un regreso a lo etéreo, a poco de llegar a la frontera del quinto minuto se pone el grupo a explorar nuevamente su faceta más aguerrida, siempre sobre un esquema rítmico exigente. La penúltima parte de ‘Lumps’ es cantada, lo cual da pie a que el esquema sonoro vuelva frontalmente a lo lírico, y de paso, se prepare el jam concluyente, el cual exhibe en un espacio de casi 4 minutos un equilibrio excelso entre lo vigoroso y lo melodioso. La cosa termina en un fade-out para el arribo de la tercera sección, la cual refleja un estupendo ejercicio de ricas musicalidades jazz-progresivas: el canto femenino y la flauta llenan permanentemente los espacios indicados por la triangulación de guitarra, teclado y dupla rítmica. El groove creado por la batería de Pyle exhibe una cadencia milimétricamente calculada a través del efectivo despliegue de complejidad musical. Todo termina con una atmósfera tranquila durante el engarce entre la parte final de la sección tercera y el desarrollo de la cuarta, la cual ostenta una solemne luminosidad. 



La reedición de Esoteric Recordings trae 12 minutos más de música con la inclusión de tres bonus tracks‘Somewhere Between Heaven And Earth’, ‘Oh, Len’s Nature!’ y ‘Lything And Gracing’, todos ellos registrados de sendas actuaciones en vivo sobre escenarios de Inglaterra y Francia. El primero de ellos es un tema ágil y primoroso cuya vitalidad juguetona exhibe directamente la quintaesencia del cuarteto: el canto de Sinclair es tan dulce y convincente como siempre mientras sus filudos fraseos de bajo encajan a la perfección con la polenta que le da Pyle a su batería. El solo de órgano del final nos muestra a un Stewart inspirado como siempre e inquieto como nunca. Hay pasajes de la letra (autoría de Sinclair) muy entrañables: “Thanks for the colours you gave me, / With them I can make a new start, / Plan a new part for the future. / A new resolution, gather my thoughts. / Follow my heart, for here I am, Halfway ‘tween Heaven and Earth, gently drifting.” – “Caught in my dreams, / supported by schemes / We wrote together, wondering whether / The words that were missing didn’t belong / Or might have been wrong. / But so long as we can, we’ll / Follow moonbeams from afar, / Touch the moon and chase the stars.” Vamos... ¡geniales! Por su parte, ‘Oh, Len’s Nature!’ es la versión netamente instrumental de la pieza cuya música compuso Miller para el segundo álbum de MATCHING MOLE (“Little Red Record) y que respondía al nombre de ‘Nan True’s Hole’: en manos de los HATFIELD, esta idea adquiere una garra nueva y un groove más pesado desde los cuales el riff persistente adquiere un tenor más oscuro. En fin, ‘Lything And Gracing’ es otra composición de Miller que originalmente también formaba parte del repertorio de MATCHING MOLE, aunque esta vez durante sus últimos meses de existencia y sin haber tenido su versión de estudio correspondiente. Lo mismo pasó ahora en el contexto de HATFIELD AND THE NORTH y lo que aparece aquí es solo una parte de lo que originalmente era algo más largo: en esta ocasión, el cuarteto se focaliza en el motif central para que se genere un intenso lucimiento alternado entre la guitarra y el órgano sobre un swing moderadamente complejo. Definitivamente tiene un gancho muy particular esta pieza y se nota en los aplausos del público al concluir. Y sí, en efecto, faltaba poco para que los HATFIELD AND THE NORTH se disolvieran tras tocar su último concierto en el 1 de junio, lo cual implicaba cancelar otro puñado de actuaciones que ya tenían anunciadas en otros días de ese mes. 


  

El cuarteto estaba ahogándose en su propia bancarrota mientras la gente de Virgin se ponía a esperar a que “The Rotters’ Club”, merecedor de excelentes reseñas en la prensa musical, fuese el éxito de ventas que no fue el disco debut para reinventir las ganancias en las nuevas aventuras de HATFIELD AND THE NORTH. Pero no, era hora de dejar la autopista con la frente en alto y esperar a que lleguen mejores tiempos en nuevas empresas musicales. En efecto, Stewart formó NATIONAL HEALTH con su amigo Alan Gowen (de GILGAMESH), siendo así que Miller y Pyle se unieron pronto al combo. El del cambio de rumbo más prominente en ese momento fue Richard Sinclair, quien se unió a las filas de CAMEL, banda que estaba reforzando un renombre considerable en la todavía vigente escena progresiva: allí se hizo amigo inmediato de los Sres. Andy Latimer, Andy Ward y Peter Bardens. El legado de HATFIELD AND THE NORTH no se desvaneció en la nada a pesar de no haber sido un grupo particularmente exitoso: su público de culto lo preservó en la memoria como un grupo inolvidable, lo cual hizo posible que se publicaran dos recopilaciones de maquetas, temas en vivo y versiones primigenias de canciones de sus dos álbumes: “Hatwise Choice” (2005) y “Hattitude” (2006), ambas bajo la producción independiente de los propios integrantes. Ya en el año 1980 la gente de Virgin publicó el repertorio de material oficial titulado “Afters”. Este legado llega incluso a traspasar las fronteras del arte de la música pues el título del segundo disco del grupo fue escogido por el escritor Jonathan Coe (fan  acérrimo del grupo) como nombre de su novela del año 2001, una de sus novelas más populares. Como reveladora anécdota, Coe señala que durante su gira de promoción de la entonces nueva novela, nadie en ninguna rueda de prensa que tuvo lugar en Gran Bretaña le preguntó por el grupo que hizo el disco con el título original, pero sí salió eso a colación en entrevistas que dio en Francia e Italia.


  

Pero antes del asunto del libro de Coe, HATFIELD AND THE NORTH resucitó parcialmente en el año 1990 para ofrecer un único concierto de reencuentro donde se congregaban 3/4 del personal original más una integrante nueva a los teclados, concierto que tres años después sería publicado en el CD “Live 1990”. ¿Cómo fue posible eso? Resulta que el local de Central TV en Nottingham tenía una serie de conciertos programados para que fuesen filmados con miras a una ulterior transmisión televisiva y en medio de todo surgió la idea de que los HATFIELD AND THE NORTH se reunieran al menos por un día: eso ocurrió el 30 de mayo de 1990 con la alineación de Pyle, Miller, Sinclair y la teclista francesa Sophia Domancich. Cuando se supo de la oferta para este evento, Stewart declinó formar parte del mismo pues ya no tenía interés en volver a tocar música progresiva. Poco antes de esto, Miller ya tenía armado desde hacía varios años su proyecto IN CAHOOTS mientras Pyle hacía lo propio con L’EQUIP’OUT, siendo Domancich integrante (y de paso, también la pareja sentimental de Pyle por aquel entonces); elle era la persona idónea para ocupar el lugar de Stewart en este concierto. Sin tocar nada del primer disco y optar por rebrotar tres piezas  del segundo álbum, algún tema viejo que no formó parte de ningún disco y algunas composiciones nuevas, el cuarteto iba a explorar más a fondo el elemento jazz-rockero de su visión musical originaria. El sello Code 90 publicó el CD “Live 1990” en el año 1993, siendo retomado el ítem por Classic Rock Productions en el año 2002 bajo el título de “Live In Nottingham” y en formato doble de CD y DVD bajo el simple título de “Hatfield And The North In Concert”; Edsel Records, a su vez, reeditará este doble formato en el año 2015 bajo el título de “Access All Areas”. Una simpática anécdota de este concierto es que, en palabras de Sinclair, parece ser que algunas personas creían que iban a asistir a un concierto de rock pesado, si no, no se explicaba la presencia de tanta gente con pinta de Hell‘s Angels que había en el público al inicio del evento; claro está, a mitad del mismo, el público se redujo considerablemente en cantidad pero quienes se quedaron quedaron muy complacidos con ello. 


‘Share It’ abre el concierto con su vibrante extroversión alimentada por la refinada ironía de la letra: cumplía muy bien como inicio del segundo disco de la banda y cumple también como inicio de un concierto. Luego sigue una nueva composición de Pyle en aquel entonces, la cual se titula ‘Shipwrecked’ y cuyo sección prologar cantada se caracteriza por ostentar una atmósfera otoñal que se va desarrollando con una sobria y perfectamente equilibrada mezcla de densidad y placidez bajo un manto de nostálgico candor.* Cuando llega el momento de las largas proyecciones instrumentales bajo la sólida tutela del solo de piano, el asunto vira hacia un elegante frenesí jazz-rockero que se ve tremendamente beneficiado por los gráciles ornamentos del bajo de Sinclair y las exquisitas florituras imparables de la batería de Pyle. El alucinante viaje musical en curso se completa cuando llega la conexión con ‘Underdub’,un clásico del segundo álbum que aquí se remodela con una atmósfera más etérea que la que se plasmó en la versión original de 1975: acorde con ello, Miller (autor de la pieza en cuestión) elabora unos fulgurosos fraseos que hacen que estos 13 ½ minutos de insignes planteamientos sonoros aterricen en un clímax sumamente elegante. ‘Blott On The Landscape’ es el aporte compositivo que brinda Sophia Domancich a este evento especial: la pieza es serena y lírica, situada estilísticamente entre el paradigma de CHICK COREA y el de HERBIE HANCOCK.** El piano eléctrico lleva incuestionablemente la batuta del desarrollo temático pero en algún momento se abre una vía para que Miller nos obsequie un nuevo solo de guitarra (exquisito, como siempre). En su dos últimos minutos, el groove se torna más cadencioso y el bloque instrumental adquiere un talante más señorial bajo la guía del órgano. ‘Going For A Song’ reaviva el ingenio ligero y colorido de la primera canción mientras que la tríada de ‘Cauliflower Ears’, ‘Somewhere Between Heaven And Earth’ y 
‘5/4 Intro’ nos lleva hacia el momento de culminante esplendor de este evento. El primero de estos temas nos lleva hacia un refinado y complejo ejercicio de jazz-rock que incluye flotantes florituras de la guitarra sintetizada y un electrizante solo dual de bajo y guitarra, mientras que el segundo nos devuelve a los tiempos intensos del segundo álbum de los HATFIELD con una nueva tonalidad. ¿Por qué subió Sinclair para cantar por el micrófono de Pyle a espaldas de éste? ¿Un momento de humor? No exactamente: simplemente se había callado el amplificador de su bajo y subió al monitor del baterista para escuchar apropiadamente a su instrumento. ‘5/4 Intro’ culmina la faena añadiendo un gozoso vigor a la explosión de vivo dinamismo que se había abierto en ‘Somewhere Between Heaven And Earth’. El repertorio del concierto se cierra con ‘Didn’t Matter Anyway’, creando una eficaz aura de dulce melancolía a través de su afectiva base melódica: el sintetizador de Domancich se dilata generosamente en fabulosas líneas que remodelan la labor que la flauta hacía en la versión original.

  

En el año 2005 se dio una segunda reunión de HATFIELD AND THE NORTH, esta vez con la mente puesta en tener mayor actividad en conciertos y elaborar con paciencia material para un nuevo disco. Los Sres. Pyle, Miller y Sinclair contaban en esta ocasión con Alex Maguire como el responsable de los teclados. Lamentablemente, cualesquiera planes para la resurrección plena del grupo quedaron truncos el día 28 de agosto del 2006, cuando murió Pyle a los 56 años de edad. Justamente falleció en su casa a pocas horas de volver de un concierto de HATFIELD AND THE NORTH en la localidad neerlandesa de Groninga. Como el cuarteto tenía ya pautadas unas presentaciones en octubre de ese mismo año, incluyendo el Canterbury Festival, los tres miembros sobrevivientes decidieron cumplir con estos compromisos con la asistencia del baterista Mark Fletcher: la idea de hacer esto fue planteada como homenaje a Pyle, y de paso, una despedida definitiva a la existencia y la persistencia de HATFIELD AND THE NORTH, una banda que transportó a nuestras mentes y espíritus en viajes mágicos por las autopistas y carreteras del movimiento Canterbury. Dedicamos esta retrospectiva a la memoria de Phillip Pyle (así aparecía su nombre en los registros públicos), quien en todo proyecto musical en el que estuvo involucrado demostró no solo ser un gran maestro del ritmo sino también una enorme figura creativa en el concepto integral de la música. ¡Gracias eternas por todo, maestro Pip!



Muestras de HATFIELD AND THE NORTH.-
Lobster In Cleavage Probe: https://www.youtube.com/watch?v=OCGRt4iaM5g
Halfway Between Heaven And Earth [en vivo, 1990]: https://www.youtube.com/watch?v=jCTnxhJPTR8
Share It / Going For A Song / It Didnt Matter Anyway [en vivo, 1990]: https://www.youtube.com/watch?v=RUoHEE5TJgk


* Esta pieza será más adelante incluida como tema de estudio en el disco solista de PIP PYLE “7 Year Itch, el cual data del año 1998

** Este tema será publicado en versión de estudio en el año 1993 como parte del disco del SOPHIA DOMANCICH TRIO Rêve De Singe”.


[Algunas ideas de esta retrospectiva estuvieron inspiradas en esta reseña originalmente publicada en La Caja De Música: https://www.dlsi.ua.es/~inesta/LCDM/Discos/hatfieldandthenorth_hatfield.html

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