Saturday, August 08, 2020

OBSKYR: una nueva luz en la escena progresiva sueca



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da la ocasión de presentar una estupenda novedad dentro de la actual escena progresiva escandinava: el disco debut homónimo del grupo sueco OBSKYR. El disco del cual hablamos fue publicado a mediados del pasado mes de abril tanto en el blog de Bandcamp del grupo como en formato de vinilo, en una tirada independiente de solo 100 ejemplares (el sello es House Of Obskyr). OBSKYR nació en Estocolmo como un proyecto del guitarrista-teclista Holger Thorsin y el bajista-teclista Petter Broman, contando con varios músicos de apoyo. Yendo a los detalles específicos de la logística sonora exhibida en “Obskyr”, Thorsin toca las guitarras eléctrica y lap steel, el piano eléctrico Fender Rhodes, los sintetizadores y la caja de ritmos, mientras que Broman se hace cargo del bajo y el piano eléctrico Fender Rhodes. Ambos hacen algo de canto con gruñidos en algunos pasajes, mientras que en lo netamente instrumental, se hacen acompañar en algunos temas por Petter Berndalen (batería), Pontus Dahlström (saxofón) y Tomas ”Dr.X” Åkvik (guitarra solista). La propuesta de OBSKYR es de un prog ecléctico donde el sinfonismo, la psicodelia, el jazz-rock y la línea Crimsoniana tienen suficientes campos de expansión para enmarañarse en una sincronía ágil y fluida. El surgimiento de este dúo tuvo lugar hace más de 10 años, aprovechando la amistad y las afinidades melómanas de sus integrantes mientras cada uno de ellos estaba involucrado en otros proyectos musicales (especialmente, en la escena metalera). Bueno, veamos ahora los detalles de “Obskyr”, ¿vale? 


La pieza inicial del disco dura 11 ¾ minutos y es la más extensa del mismo, siendo su título ‘Le Voleur’. Sus tres secciones se titulan ‘Phase I: Dead Planets Gathering’, ‘Phase II: The Whistling Stars Of The Horsehead Nebula’ y ‘Phase III: Battle Of The Space Doctors’. Tras una serie introductoria de capas de sintetizador emerge un cuerpo central punzante a medio tiempo que despliega iguales dosis de garra y elegancia. El índice temático de dicho cuerpo es relativamente sencillo, pero sabe adornarse con fluidos quiebres rítmicos en algunos pasajes, así como explotar el gancho propio de su vigor rockero, especialmente por los ornamentos que dibuja el bajo mientras los riffs de guitarra y las bases del órgano llevan sobre sus espaldas el mayor peso del desarrollo temático. A mitad de camino, el bloque instrumental descansa para que resurjan las capas sintetizadas del inicio, esta vez con una expansión más envolvente y la adición de mágicas florituras de saxofón: esta segunda sección es contemplativa e intrigante, y, de paso, asienta un terreno apropiadamente preparado para la apta retoma de la siguiente sección, la cual vuelve a la holgura del vigor rockero pero con un enfoque más macizo, abriendo espacios para la emergencia y el fortalecimiento de solos de guitarra con total naturalidad. Luego sigue la dupla de ‘Vildsvinsvisan’ y ‘The Long Eared Owl’, la cual tiene la misión de expandir los componentes sonoros que forman parte de la propuesta estilística de OBSKYR. El primero de estos temas ostenta unas vibraciones etéreas dentro de un enfoque prog-psicodélico que impulsa las vibraciones étnicas en las que se inspira la composición. Esto suena a una cruza entre la faceta más introspectiva de GORDIAN KNOT y la línea de trabajo de los legendarios DJAM KARET en sus dos últimos discos. Los diversos retazos y fraseos delineados por las guitarras hallan en la sobria labor de los teclados una figura cómplice idónea mientras los impactantes recursos percusivos se hacen sentir como un ritual de danza cósmica que enlaza a nubes y estrellas de la noche. Por su parte, ‘The Long Eared Owl’ se hace eco de estas inspecciones introspectivas para llevarlas a un terreno más cálido y luminoso, creando para la ocasión un pulcro híbrido de jazz-prog y sinfonismo, no exento de vuelos psicodélicos... eso sí, muy amables, a fin de preservar coherentemente el espíritu contemplativo de la pieza. Siendo como es un tema que se destaca por su peculiar belleza dentro del repertorio de este disco, se erige como un punto culminante del mismo, además de llenar un espacio necesario de contrapunto frente a la aureola extrovertida con la que había comenzado el álbum. 

‘Anti Shadows’ se vuelca por entero al terreno del jazz-prog y lo hace con un esquema de trabajo arquitectónico y tenso, afín a los paradigmas de los STICK MEN y de sus ilustres compatriotas de NECROMONKEY. También hay un simpático interludio breve en clave de surf rock al estilo de THE SHADOWS y THE VENTURES que sirve como ingenioso recurso humorístico. Cuando llega el turno de ‘Vise Versa’, se nota que el colectivo está contento con seguir la línea de trabajo de la pieza precedente, enfatizando el enclave arquitectónico y realzando el potencial Crimsoniano que siempre está presente en este tipo de maniobras. Coqueteando sutilmente con el math-rock y retomando las confluencias con el inolvidable legado de GORDIAN KNOT, el ensamble elabora un núcleo temático que, a pesar de su estructura tensa, se mueve grácilmente a través del espacio de más de seis minutos que tiene. Tras un interludio en el que se detiene el entramado percusivo, se arma una sección final ágil y contundente que remodela la primera sección por vía de un incremento de la musculatura sonora y una mayor sofisticación del groove básico. Otro cénit del álbum, sin duda, su majestuoso vitalismo elaborado con una sentido tan refinado del nervio rockero le hace brillar con luz propia dueña de un fulgor imponente. ‘Half Man Half Me’ se encarga de realizar un nuevo ejercicio de dinamismos jazz-progresivos entrelazados con refinadas estilizaciones sinfónicas y complejos ornamentos de tenor avant-progresivo, algo así como una cruza entre los temas #3 y #5 con una dosis extra de neurosis. El cierre del álbum llega de la mano de ‘The End And The End Again’, una pieza contemplativa y crepuscular que se apoya sobre un sereno swing jazzero. La intervención de un solo a lo STEVE VAI para darle un poco de robustez al asunto es un recurso bastante ingenioso que brinda una interesante diversidad a una pieza que se caracteriza por exhibir una espiritualidad misteriosa, la misma que en un breve pasaje estratégico recurre a instancias disonantes. Un agradable momento de despedida con una mesurada dosis de energía expresiva.

Todo esto es lo que nos ofrecieron OBSKYR con su homónimo disco debut, uno de los más interesantes y reveladores de este año. Nos complace mucho que este dúo ofrezca una nueva fuente de fulgor dentro de la siempre creciente constelación progresiva escandinava; le ha bastado un espacio de poco menos de 41 minutos para lucirlo a placer.      


Muestras de “Obskyr”.-


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