Monday, May 10, 2021

KROKOFANT y la magia de la letra Q

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Con bastante demora llega esta reseña, pero… al final llega: nuestras apreciaciones sobre la cuarta obra fonográfica del ensamble noruego KROKOFANT, la cual se publicó a fines de setiembre del año 2019 y lleva el título de “Q”. De la mano del sello Rune Grammofon, este disco tuvo sus ediciones respectivas en CD y en vinilo (con logística adicional de parte del sello alemán Optimal Media GmbH para el CD), además de una edición limitada que junta a ambos formatos. Se trata de una obra muy especial, pues el trío conformado por Tom Hasslan [guitarras], Jørgen Mathisen [saxofones] y Axel Skalstad [batería y vibráfono] realizó este trabajo con las presencias añadidas del teclista Ståle Storløkken y el bajista Ingebrigt Håker Flaten, resultado ser, a fin de cuentas, un disco de quinteto. Conocemos a Storløkken por ELEPHANT9, una banda que junto a KROKOFANT y otras, se sitúa en la primera línea de la avanzada jazz-progresiva escandinava de los últimos 20 años. Por su parte, Flaten es un muy ocupado sesionista expertoe en bajo y contrabajo, actualmente residente en los EE.UU. Grabado y mezclado en el Studio Paradiso de Oslo, todo el material contenido en el disco que ahora reseñamos fue compuesto por Hasslan. Cada uno de los cuatro temas que conforma el repertorio de “Q” lleva ese mismo título como si fuese una parte específicamente ubicada dentro de una idea integral; veamos ahora los detalles estrictamente musicales de estos temas.


Con sus 13 ½ minutos de duración, ‘Q – Part 1’ abre las cosas a lo grande y, de paso, se explaya como la pieza más extensa del álbum. La batería elabora con exultante entusiasmo y electrizante musculatura un poderoso swing en un tempo complejo, empujando a que los demás instrumentos vayan ingresando con la orden de crear y mantener una sinergia vigorosa. El desarrollo temático, en sus pasajes iniciales, tiende a lo parco, pero las capas, solos y ornamentos de los teclados ayudan crucialmente a que dicho desarrollo preserve una inapelable majestuosidad. Una vez madurado el cuerpo central, éste entra a tallar con un derroche de espiritualidad resolutiva. Lo que suena aquí se puede describir como una cruza entre el legado del jazz-fusion de unos WEATHER REPORT pre-75 y unos RETURN TO FOREVER de la etapa 74-76, por un lado, y el estándar del jazz-rock alimentado por la psicodelia progresiva que hallamos en varios nombres notables del nuevo milenio (ELEPHANT9, FIRE!, MACHINE MASS, los propios KROKOFANT). Dicho sea de paso, el impresionante solo de guitarra que se ensancha por doquier mientras la pieza se acerca a su ecuador marca una electrizante mezcla de los paradigmas de McLaughlin y Rypdal. Para no quedarse atrás, cuando llega el momento de lucimiento para el órgano, éste ostenta una convincente agresividad revestida de tonos sombríos. Y bueno, cuando llega el momento del diálogo entre saxo y batería, el asunto vira hacia el free-jazz. Enorme temazo para abrir un álbum que promete brindarnos más cosas estupendas, y, en efecto, ‘Q – Part 2’ sigue a continuación para perfilar y capitalizar la metralla expresiva arrojada por el tema de entrada en un viraje hacia una atmósfera un poco más cálida. De este modo, se enfoca en los colores más extrovertidos que se despliegan en el álbum entero, dentro de un encuadre sonoro y un groove bastante gráciles: varios fraseos de la guitarra se amalgaman alternadamente con los teclados y el saxo. Hay muchos aires de familia con lo que la banda compatriota ELEPHANT9 ha venido haciendo en sus últimos álbumes, aunque cabe señalar que en esta actuación específica de KROKOFANT, hay una garra más explícita. 


‘Q – Part 3’ opta por un viraje hacia el sendero de lo ceremonioso. Ofreciendo un perfecto equilibrio entre la aspereza estilizada del punk-jazz y la faceta más serena del paradigma jazz-progresivo, el ensamble se deja llevar inicialmente por un lirismo que resulta renovador frente a las vibraciones vivaces que habían imperado en los dos temas precedentes. El groove tiene, en general, algo de sensual mientras que varios pasajes armados por la triangulación de teclado, saxo y guitarra tienen algo de enigmático. Un pasaje experimental que emerge en el intermedio sirve de cimiento para el armazón de unos aires espectrales al estilo del RIO antes de que el epílogo instaure un regreso al lirismo, esta vez con un nervio notoriamente incrementado.  Al igual que la Parte 1, la Parte 3 conforma otro cénit decisivo del repertorio, mas aún queda terminar con otra pieza estupenda que se titula ‘Q – Part 4’, la cual fue diseñada para sintetizar la musculatura jovial del primer tema y la gracilidad bien perfilada del segundo. Se abre un espacio generoso para el lucimiento del órgano a poco de iniciarse la pieza, aunque, sin duda, se hace sentir la batería bastante destacada dentro del entramado grupal. Un poco más adelante, es el saxo quien se sitúa en el centro protagónico, impulsado por las agitaciones perfectamente estructuradas por la confluencia de los otros instrumentos. Como es de esperar, el grupo arma un intermedio alevosamente desestructurado desde el cual impulsa un clímax fabuloso para redondear la faena en un ejercicio de elegantes exaltaciones incendiarias. Un gran final para esta pieza y también para “Q”, una magnífica obra jazz-progresiva donde los KROKOFANT, con las valiosísimas presencias de Ståle Storløkken y Ingebrigt Håker Flaten, lograron concretar con su habitual mezcla de sutileza atmosférica, color y vigor estilizado. 
Parece que este experimento de tocar con la alineación expandida de quinteto le gustó a KROKOFANT, pues en octubre del pasado año 2020, el trío unió fuerzas con Storløkken y Flaten en un concierto transmitido virtualmente desde el Kafé Hærverk de Oslo. Ya veremos en su momento cómo será el próximo disco de KROKOFANT. En fin, que esta reseña llega tarde, repetimos, pero nunca es tarde para explorar y evaluar la grandeza de cualquier obra fonográfica realizada por este genial colectivo noruego. En el transcurso de poco menos de tres cuartos de hora, este ensamble pentapartito se ha prodigado genialmente en la creación de vibraciones revitalizadoras para el paradigma de la vanguardia jazz-progresiva en un desdoblamiento consistente de sortilegios sonoros: debe ser que la letra Q tiene algo magia, quién sabe. Recomendable al 500% (un 100% por cada músico involucrado).


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