Thursday, June 16, 2022

La primera historia del maestro PATRICK MORAZ

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos deleitamos en revisar “The Story Of I”, el primer álbum solista del maestro suizo PATRICK MORAZ, nuestro teclista favorito de todos los que algunas vez pasaron por las filas de YES, que es uno de los grupos más emblemáticos del género progresivo, y, en general, uno de nuestros teclistas favoritos de todos los tiempos y lugares dentro del género. Este disco publicado originalmente el 17 de junio de 1976 por vía de la cooperación entre los sellos Atlantic y Charisma fue el aporte de MORAZ al periodo post-“Relayer” cuando los Sres. Jon Anderson, Steve Howe, Chris Squire, Alan White y el propio MORAZ decidieron hacer sus propios discos solistas. Nada de esto impidió a esa alineación particular del grupo seguir haciendo giras ni tampoco mantenerse en contacto, de hecho, MORAZ colaboró en algunas canciones de los discos solistas de Squire y Howe (“Fish Out Of Water” y “Beginnings”, respectivamente). Nacido el 24 de junio de 1948 en la localidad de Morges, parte de la zona francófona de Suiza, PATRICK PHILIPPE MORAZ, estudió violín, piano y composición en el Conservatorio de Lausana desde la temprana edad, y también estudió jazz; de hecho, fue el jazz el primer camino de crecimiento musical fuera de la música académica, llegando a tocar en el Festival de Jazz de Zurich y ser, a los 16 años, la persona más joven en recibir el premio al mejor solista del evento. MORAZ llamó primero la atención del público progresivo como integrante del grupo anglo-suizo MAINHORSE entre 1968 y 1971, para luego integrar el trío REFUGEE con Lee Jackson y Brian Davison (los excolegas de Keith Emerson en la legendaria personificación triádica de THE NICE), tras casi formar parte de FLASH (el grupo que formó el volátil primer guitarrista de YES Peter Banks). Tanto MAINHORSE como REFUGEE lograron publicar sendos discos homónimos, pero la más notable presencia de MORAZ dentro del escenario progresivo británico de los 70s fue, claro está, durante su estadía en YES como reemplazante del carismático Rick Wakeman (siendo reemplazado por él en 1977, pero bueno, no iremos más allá). Así las cosas, “The Story Of I” era la declaración de principios del maestro MORAZ como artista individual. Las sesiones de grabación de este álbum fueron muy extensas, comenzando en el otoño de 1975 con el centro logístico ubicado en el Aquarius Studio de Génova, incorporando sesiones grabadas en Brasil a mediados de agosto del mismo año (registros de percusiones carnavalescas y piano en los Estudios Somil de Río de Janeiro). Este disco fue el penúltimo en publicarse de los entonces integrantes de YES, un mes después del de White, “Ramshackled”, y un mes antes del de Anderson, “Olias Of Sunhillow”. El sello británico Esoteric Recordings realizó una reedición de “The Story Of I” con un par de bonus tracks en 2019, y para el mercado japonés, el sello Belle Antique se encargó de hacer su parte.


El arsenal que utilizó el genial MORAZ para este disco fue enorme: pianos clásico y eléctrico Fender Rhodes, órgano Hammond C3, sintetizadores Mini Moog, Micro Moog, Poly Moog, ARP 2600, Pro-Soloist, Axxe y String Ensemble, AKS Synthi A, Solina String y Pace Drum, Mellotrones Mk. I y Mk. II, Orchestron, Supersonic Vocaltron, clavicordio, clavinet Hohner D6, pedales bajos Moog Taurus, marimba, secuenciador digital DPM, trompa alpina, gongs, platillos orquestales, percusiones básicas, y hasta un slinky electrónico (un juguete musical). Sus compañeros de viaje son Jeff Berlin (bajos), Alphonse Mouzon (batería en el lado A), Andy Newmark (batería en el lado B), Ray Gomez (guitarras solista y rítmica), Auguste De Anthony (guitarras acústica y eléctrica rítmica), John McBurnie (voz y coros), Vivienne MaAuliffe (voz y coros), Veronique Mueller (voz y coros), Jean Ristori (su excolega de MAINHORSE, al cello y el contrabajo), Jean-Luc Bourgeois (gongs y tam-tams), Philippe Staehli (tímpanos y otras percusiones) y Rene Moraz (danza y castañuelas). También aparece recurrentemente un ensamble de percusionistas de Río de Janeiro* y, en una ocasión, un coro infantil de la localidad suiza de Morat. Este álbum es conceptual, siguiendo una narrativa que combina el impulso expansivo de Eros y la implacable fatalidad de Tánatos. El relato se sitúa en una gigantesca y ancha torre situada en medio de una jungla y que ese llama I (o i, con un destaque del punto superior). El aparato mercantil y gerencial de la torre ofrece a la gente la oportunidad de vivir sus más salvajes, apasionantes y extravagantes fantasías, siendo así que el continuo frenesí emocional obtenido con cada experiencia concretada les permite ascender, piso por piso, hasta la cúspide, con la única condición de que los residentes de la torre nunca se enamoren de otra persona. Esta regla es útil para dos cosas: permitir a cada residente explorar sus fantasías y convertirlas en realidad sin inhibiciones ni compromisos externos, y; preservar el orden rígido y presidiario que opera en la torre, algo que suena un poco chocante pero que va en concordancia con el hecho de que la multitud hedonista habitante de la torre es, de facto, prisionera de sus propios deseos individuales. Además, las acciones placenteras son grabadas y proyectadas en pantallas electrónicas para el deleite voyerista de los demás residentes. Esta torre es realmente una locura báquica empaquetada en un delirante sistema consumista y motivada por una bizarra mística de la muerte... Porque es la muerte la última conquista de los hedonistas, el último escalón de su vida de enormes placeres y el precio definitivo apagar por éstos. Cada vez que un residente llega al pináculo de la torre al completar su largo ascenso báquico, su cuerpo es arrojado por unos guardianes a través del borde de la azotea para disolverse en moléculas tras su fatal caída, una caída que solo tarda un par de minutos tras la larga cantidad de años que le costó llegar a esa cima de vida y deleite. Pero, en algún lugar, en algún momento, un hombre y una mujer se enamoraron de verdad mientras sus caminos se cruzaban, y ellos seguían ascendiendo por las diversas fases del placer, a veces juntos, a veces separados, a veces compitiendo entre ellos, pero siempre inspirados por un amor mutuo. Finalmente, llegan al unísono al pináculo y enfrentan su destino fatal tomados de la mano, pero, para sorpresa de todos los espectadores, la pareja, en vez de caer al suelo, se eleva a los cielos convertida en una materia estelar dual e inseparable. El origen de este relato, curiosamente, se inspiró en conversaciones de fantasía literaria que MORAZ sostuvo con Jon Anderson mientras ambos contemplaban los enormes edificios de las grandes ciudades donde YES daban conciertos. Bueno, veamos ahora los detalles del repertorio de “The Story Of I”.

 

La obertura de esta magna obra es ‘Impact’, cuyos segundos iniciales, llenados por una capa de órgano Hammond y un armazón percusivo en clave celebratoria de samba, asientan las bases para las sucesivas emergencias de ornamentos de diversos sintetizadores, mellotrón, piano, corales sintetizadas, etc. Los susodichos ornamentos instauran acentuaciones psicodélicas, mientras que los retazos de piano y bajo se ubican en un plan de free jazz que anticipan el pronto arribo de la canción ‘Warmer Hands’, que cabalmente apuntala el espíritu celebratorio dentro de una clave jazz-rockera con talante fusionesco, acercándose al modelo de los WEATHER REPORT de la época con Pastorius y añadiendo matices prog-sinfónicos. ‘The Storm’ no es tanto una tormenta como una efímera explosión de júbilo patentemente signada por una munición de bombardeos sintetizados que abre un forado en la pared de nuestra rutina con miras a proveernos de una vía hacia la subsiguiente ‘Cachaça (Baião)’. Aquí está la expresión más directa de fusión latina del álbum. Este ejercicio de jazz-fusión en base de samba es la promesa cumplida del gozo de vivir cuya aurora fue la obertura y cuya proclamación era la segunda canción. Con la triada de sintetizador, marimba y piano, MORAZ sitúa el motif central a través de un cercanísimo hermanamiento con el masivo ensamble percusivo y el efusivo triángulo rítmico. También interviene una coral infantil, además de un sintetizador con efectos vocales (el Vocaltron). Las variantes que enriquecen el motif central añaden un señorío incandescente al asunto. Con la sensacional dupla de ‘Intermezzo’ e ‘Indoors’, el disco llega a un cénit muy especial. El ‘Intermezzo’ comienza en clave barroca tanto en su pasaje prologar como en su doble cántico femenino, donde una voz canta en inglés y la otra en francés.** De inmediato, todo vira hacia un romanticismo de espíritu grácil y fastuoso dominado por aires aflamencados, lo cual marca significativamente el aura exuberante a ser desarrollada por el ensamble integral de cuarteto de rock prog-sinfónico (guitarra, bajo, batería, percusiones y un profuso arsenal de teclados). Es en este momento que se establece la conexión con ‘Indoors’, un ejercicio de intensas y vivaces florituras donde se cruzan lo sinfónico y lo jazz-rockero, lo cual está directamente emparentado con lo que hacía el grupo YES hasta ese momento. Los duelos entre los solos de sintetizador de Moraz y los de la guitarra de Gomez son sencillamente espectaculares, exigiendo al trípode de bajo, batería y percusión establecer un enclave inteligente y vehemente a la vez. En medio de todo eso, una parte cantada se inserta sin cortar el flujo natural del boato instrumental, el cual preserva una sofisticación progresiva resoluta e impactante.*** 


La balada ‘Best Years Of Our Lives’ ocupa los 4 últimos minutos del lado A, mostrando otro cariz de la cruza de los senderos progresivo y jazz-rockero con los que MORAZ y sus ilustres secuaces han estado jugando a lo largo de toda esta primera mitad del álbum, un cariz sereno y contemplativo que se abandona a una espiritualidad vulnerable. Cabe señalar que la breve secuencia de piano eléctrico con la que termina anticipa el inicio de la segunda mitad del repertorio. En efecto, el lado B del álbum comienza con un relativamente conciso despliegue de coloridos musicales a través de la secuencia de ‘Descent’ e ‘Incantations’, dos miniaturas muy diferentes entre sí. La primera de ellas comienza con una traducción pomposa del epílogo de la balada anterior a un andamiaje de sintetizadores, terminando todo con un descendiente motif en 7/8 que abre vía al arribo de ‘Incantations’, un parsimonioso ejercicio de fusión alimentado por matices cósmicos (y momentáneamente interrumpido por un ensamble de percusiones de carnaval brasileño). Así las cosas, ‘Dancing Now’ regresa al camino del jazz-fusion con un enfoque más sensual que el que operó en la segunda canción del disco; la gracilidad es la misma, pero ahora se apoya sobre cadencias más comedidas, las cuales sirven para realzar eficazmente los aires coquetos que laten tanto en el esquema musical como en las líneas cantadas. Lo que opera aquí es una versión jazz-progresiva del paradigma de GINO VANELLI con algunos aires a lo RETURN TO FOREVER que emergen tanto en ocasionales ornamentos de sintetizador como en un breve interludio que surge antes de la última mudanza. El esplendor emocional de esta canción se extiende y transforma en una serie de vibraciones introspectivas y emotivas cuando emerge ‘Impressions (The Dream)’, un apabullantemente hermoso solo de piano donde MORAZ combina la frondosidad refinada del romanticismo y el talante contemplativo del impresionismo, más algunos retazos de jazz contemporáneo al modo de un Keith Jarrett. El piano está solitario, pero para nada confinado en un rincón apartado del mundo, no, sus diversos índices temáticos que se explayan por un espacio poco menor de 3 minutos ostentan una genuina fuerza de carácter. Las últimas notas fluyen naturalmente hacia la balada ‘Like A Child In Disguise’, una pieza musical bastante gentil que, en cierta medida, resuena como algo afín a las baladas de los discos solistas de Rick Wakeman. Es natural que su expresividad esté emparentada con la de ‘Best Years Of Our Lives’, pero aquí hay una espiritualidad más dramática. 


La plenitud conclusiva del álbum está perfectamente planteada en la dupla de ‘Rise And Fall’ y ‘Symphony In The Space’, dos viajes instrumentales que, pese a ser muy disímiles entre sí, crean una ilación coherente en sí misma y con la contundencia necesaria para terminar la narrativa de álbum con inapelable imponencia. ‘Rise And Fall’ es una apoteosis progresiva en sí misma: sintetiza nuevas ideas musicales con las versiones remodeladas de otras originarias de algunas piezas precedentes, todo ello mientras regresan a la palestra los consabidos ensambles percusivos brasileños. Su sección prologar es ceremoniosa y apunta hacia un clímax solipsista y sutilmente tenebroso, pero pronto entran a tallar recursos multicoloridos que se apoyan en el hermanamiento de sinfonismo y jazz-rock. Si bien todo comienza sobre un medio tiempo, poco antes de llegar a la frontera del tercer minuto y cuarto, el groove y la espiritualidad se intensifican hasta llevarnos de regreso hacia el aire festivo que predominó en la algarabía expandida de los cuatro últimos temas del álbum. Eso sí, ahora se nota que hay dosis amplificadas de neurosis y tensión: aquélla sirve para capitalizar la extroversión reinante, éste sirve para apuntalar el potencial dramático que operaba desde las instancias iniciales. En cuanto a ‘Symphony In The Space’, su misión es la de brindar un epílogo ensoñador y metafísico al álbum. Para ello, utiliza climas cósmicos (dando prioridad a los mellotrones y al Orchestron) que se sitúan a medio camino entre los paradigmas de VANGELIS y TANGERINE DREAM; eso sí, que conste que no se trata de una incursión en la electrónica abstracta, sino en un sinfonismo de ambiciones surrealistas. La reedición de este disco contiene dos bonus tracks‘Cachaça Variations’ y ‘Cachaça’s Children’s Voices’. El primero de ellos consiste en un jam fusionesco que juega bastante libremente con el swing y el motif central de la Cachaça que conocemos, siendo los instrumentos partícipes el piano, la batería, el bajo y los tam-tams. Aunque hay un aire casual y exploratorio en lo que hace el ensamble en este momento, su afiatamiento opera de manera muy compacta. En cuanto al segundo, es una entrañable muestra de los ensayos iniciales del cántico celebratorio infantil de la Cachaça con un MORAZ que dirige a los niños cantores con iguales dosis de paciencia y buen humor: se le oye tocando el motif con la marimba y después de eso, pasar la pista grabada para que los niños se aprendan la melodía recurrente. El espíritu lúdico está a flor de piel y el oyente empático puede empatizar fácilmente con las risotadas que van surgiendo espontáneamente en un espacio de labor musical que más parece una tarea de artes expresivas realizada en un patio de recreo. 


Todo esto fue lo que nos ofreció PATRICK MORAZ con su opera prima “The Story Of I”, una obra fastuosa, pomposamente caleidoscópica, dignamente circunscrita a la diversidad de contrastes y magníficas expansiones sonoras que se van articulando a lo largo de su versátil continuum. Ya confesamos más arriba que MORAZ es nuestro teclista favorito de toda la historia de YES, y ahora también confesamos que éste es nuestro disco solista favorito de todos los integrantes de YES (si es que consideramos a los discos de BRUFORD como obras grupales y no solistas de Bill Bruford). La realización de este álbum dejó huellas concretas en la evolución de MORAZ como músico y compositor, pues su interés en la fusión de raíces cariocas persistió en sus dos siguientes álbumes, “Out In the Sun” y “Patrick Moraz III” (de los años 1977 y 1978, respectivamente). Escuchando “The Story Of I” a lo largo de los años y redescubriéndolo a partir de la reedición publicada por Esoteric Recordings, nos complace enormemente ir descubriendo matices y ornamentos que quedaron un poco desapercibidos en escuchas anteriores. Se trata, a fin de cuentas, de un clásico del género progresivo de aquella vieja e inolvidable década de los 70s.


Muestras de “The Story Of I” y algo más.-


* El ensamble de percusionistas cariocas está liderado por Gilson de Freitas. Los demás integrantes son Paulinho Braga, Hermes, Chico Batera, Gordinho, Claudio, Bezerra, Doutor, Nenem, Jorginho, Wilson, Gerado Sabino, Risadinha, Jorge Garcia, Marcal, Luna y Elizeu. Entre todos se encargan de los tambores de mano, los surdos, los cascabeles, el repique, el agogó, la cuica, etc.
 
** La sección cantada inglesa se titula ‘Another Dog’ (Hear the joker, / Now his times run dry / And another dog has hit the dust.). La sección cantada francesa, por su parte, se titula ‘Reflection’ (Moi je sois la voix de l’eau de la / Bulle irisée de l’univers.).
 
*** La breve parte cantada de ‘Indoors’ recibe el título autónomo de ‘Confusion – Noisufnoc’. En cuanto a su estructura musical, 
‘Indoors’ consta de las secciones ‘Interactions’ e ‘Imps Dance’. 

2 comments:

Anonymous said...

!Qué increíble! Qué genialidad la de Moraz, solo puedo imaginarlos a él y a Jon tramando ese final maravilliso. Me encanta y tu reseña nos invita a escucharla como la obra maestra que es. Gracias Maestro! 🙏🏻✨🇨🇷

César Inca Mendoza Loyola said...

Muchas gracias por tu interés en esta humilde retrospectiva.
No puedo negar la maestría de Jon Anderson en su primer álbum solista, pero no hace falta su presencia en esta obra de Moraz, más allá de algunas conversaciones esotéricas que sostuvieron y que inspiraron el concepto narrativo del álbum de Moraz.

Una vez más, muchas gracias por tu interés.

César Inca