Sunday, February 19, 2023

Las murmuraciones progresivas de EYELESS OWL

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos una novedad bastante interesante: el disco “Murmurations” del grupo estadounidense EYELESS OWL, el cual fue publicado el pasado 27 de enero en una coalición entre la misma banda y el sello Mogul Intermissions. Se trata de la segunda obra fonográfica de este grupo que actualmente opera como el dúo de los hermanos Quinn Coniguliaro y Ben Coniguliaro. Siendo ambos solventes y ávidos multiinstrumentistas, Quinn se hace cargo de los bajos con y sin trastes, las guitarras eléctrica, acústica y de 12 cuerdas, el piano, el sintetizador, otros teclados, el vibráfono, el glockenspiel y el steel drum; por su parte, Ben toca la batería, diversas percusiones, también las guitarra eléctrica y acústica, el piano, el vibráfono y el glockenspiel, además del banjo y la melódica. Ambos resultan ser también compañeros en los grupos SUN COLORED CHAIR y WYXZ. De hecho, Quinn es un señor bastante prolífico que también tiene su propia trayectoria solista en diversas áreas del amplio espectro de la música contemporánea. Para este disco que ahora reseñamos, el dúo recibió las respectivas colaboraciones de Zachary Detrick (piano y melódica), Elizabeth Smiland (flauta), Sonia Susi (violín), Joey Lavarias (fagot), Max Barnes (saxofón), Thomas Lei (flauta), McKenzie Squires (udu, doumbek, cajón y gong), A.J. Hudson (marimba), Diego Zavaleta (marimba) y Matt Stober (guitarra eléctrica). Como dijimos más arriba, éste es el segundo lanzamiento de EYELESS OWL, siendo el primero el disco homónimo que data de octubre del año 2020. Por aquel entonces, el grupo era un cuarteto que también incluía en sus filas al antes mencionado Matt Stober y al guitarrista-teclista Alex Verbickas. Hoy por hoy, los dos hermanos Coniguliaro parecen bastarse para concretar en su sala de grabación neoyorquina su propuesta progresiva ecléctica que congrega fluidamente diversos elementos del Canterbury, el sinfonismo, el chamber rock, el jazz-rock contemporáneo y el math-rock. Bueno, veamos ahora los detalles de este disco. 

El disco empieza con ‘Rip Of Roost’, un tema vibrante que se instala sobre un groove ágil cuyo esquema rítmico es moderadamente complejo. Los versátiles armazones de los riffs guitarreros conforman buena parte del cuerpo central, pero también hay un interludio dirigido por el piano que añade variedad al asunto. Para las instancias finales, el esquema sonoro adopta una garra incrementada. Acto seguido llega el turno de ‘Bird Tunnels’, el cual se enfila por un juego de delicados laberintos disonantes acordes con el paradigma de GENTLE GIANT, los cuales se transportan a una suerte de cruza entre BUBBLEMATH y JAGA JAZZIST. Dice muchas cosas en su espacio de menos de 2 ½ minutos. ‘Stone Ponies’ vira inicialmente hacia una suavidad ensoñadora que nos hace recordar los pasajes más cristalinos del legado de HAPPY THE MAN con algunos toques añadidos de NATIONAL HEALTH. La ingeniería de los múltiples teclados sustenta sólidamente al bloque instrumental global, lo cual permite que se dé un ingenioso crescendo a lo largo del foco temático y el groove sobre el que éste se sostiene. Con la emergencia de ‘The Big Goldeneye’ en conexión con los últimos pasajes de ‘Stone Ponies’, el dúo y sus colaboradores de turno siguen expandiendo su paleta sonora incorporando no solo una mayor musculatura rockera, sino también abriendo campo a un breve interludio abstracto y una coda saltarinamente extravagante. Usando una presencia mayoritaria de instrumentos acústicos, la misión de ‘Outmind’ consiste en elaborar recursos de envolvente lirismo en un contexto fusionesco. Hay algunos aires de familia con RASCAL REPORTERS y A TRIGGERING MYTH, aunque sin llegar a abordar la militancia dadaísta de los primeros. Durando poco menos de 8 minutos, ‘Wingtip Vortices’ se erige como la pieza más extensa del repertorio. Después de todo lo que ha estado sonando anteriormente, este sexto tema del álbum se orienta claramente hacia unas exploraciones jazz-progresivas muy inspiradas, las mismas que se organizan a través de una alternancia entre pasajes fulgurosos y otros más gentiles. Tenemos aquí ecos de RETURN TO FOREVER, SHADOWFAX y HAPPY THE MAN, además de algunos traqueteos ocasionales ligados al estándar del math-rock. Hay también un interludio otoñal que permite al bloque instrumental dejarse llevar por un mágico reposo antes de que llegue el momento de un nuevo despliegue de colores sonoros que se centran en tonalidades bucólicas y preciosismos sinfónicos. Todo un cénit del disco.

Coincidiendo en durar ambas poco más de 1 minutos, ‘Red Knot’ y ‘Clean Dinner’ son piezas primas hermanas. La primera de ellas realiza una peculiar y efectiva mezcla de jazz-rock y math-rock para encapsular un motif que parece sacado del universo de GENTLE GIANT; la segunda, si bien se instala sobre un groove menos intrépido, prosigue por esa misma senda de extroversión traviesa y luminosa, enfatizando lo jazz-rockero bajo la guía de los refinados fraseos de las guitarras. ‘House Finch’ cambia radicalmente de dirección hacia un ejercicio de chamber-rock a lo UNIVERS ZERO remodelado por un osado dinamismo caleidoscópico al modo Zappiano mientras se tiende puentes al cosmos de SKE. Inquietud sin desasosiego, retorcimientos deconstructivos sin oscurantismo. ‘Osprey Outcry’ regresa al terreno del sinfonismo con base bucólica mientras conserva unos pocos recursos de densidad expresiva heredados de la pieza precedente. El piano, la guitarra acústica y la percusión tonal crean una maraña común donde compiten continuamente por el protagonismo exclusivo. ‘Rookery’ es otra pieza destacada dentro del disco, siendo su estrategia la de reavivar muchos de los mecanismos expresivos más agresivos del ideario de EYELESS OWL para elevarlos hacia una majestuosidad semejante a la de ‘Wingtip Vortices’. Prácticamente, se trata de una síntesis de los cuatro primeros temas del álbum. La inclusión de arreglos orquestales en algunos pasajes permite al ensamble insertar matices evocadores dentro de esta rutilante ingeniería sónica; esto es, de hecho, lo que define el sendero de la sección epilogar. Otro momento culminante del álbum. El cierre del repertorio llega de la mano de ‘Tinfoil Firehat’, una pieza que nos agita con su nervio machacante desde el punto de partida, como si se tratara de una partitura perdida de ALAMAAILMAN VASARAT que fue descubierta y remodelada por un colectivo de músicos de MIRTHKON y de INNER EAR BRIGADE. Los pasajes más contenidos que arman el clímax final sirven para realzar los aires de jolgorio folclórico que siempre han estado presentes en la estructura melódica. La más delirante explosión musical se reservó para el final.

Todo esto fue lo que se nos brindó desde los cuarteles de EYELESS OWL con “Murmurations”, un disco que nos ha sorprendido sobremanera y que auguramos que será apreciado como una parte muy importante de lo mejor del rock progresivo estadounidense para este año 2023. Tanto es nuestro agrado que aseguramos que quien piense como nosotros también sentirá una urgente necesidad de conocer el disco de debut. A fin de cuentas, este nuevo disco de la banda resulta recomendable al 200% (un ciento por cada hermano Coniguliaro) como parte de una mínimamente buena fonoteca de música progresiva. 

2 comments:

Anonymous said...

Excelente reseña amigo. Saludos

César Inca Mendoza Loyola said...


Muchas gracias por tu interés y tu comentario. Para próximas reseñas viajamos a algunos países latinoamericanos, además de Francia y algún regreso a la escena estadounidense.

César Inca