HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.
Hoy
es momento de referirnos al grupo anglo-sueco THIEVES’ KITCHEN, el cual acaba
de editar su nuevo disco “One For Sorrow, Two For Joy”. Hoy por hoy, la
alineación oficial de la banda está reducida al trío de Amy Darby [voz], Phil Mercy [guitarras eléctricas y acústicas] y Thomas Johnson [piano, órgano,
sintetizadores y mellotrón]… sí, sí, el mismo Thomas Johnson que formó parte de
ÄNGLAGÅRD hasta las fases de grabación de “Viljans Öga”. El ensamble se
completa con la continua participación de dos invitados en la dupla rítmica del
baterista Paul
Mallyon y el bajista Brad Waissman (ambos del grupo SANGUINE HUM), y no solo eso, también la
flautista sueca Anna Homlgren, quien sigue activa en los actualmente renovados
ÄNGLAGÅRD.
El origen de THIEVES’ KITCHEN es muy curioso: coincidiendo con el final del pasado milenio, el ensamble se forjó como una escisión de GREY LADY DOWN, la cual ejercía una línea de trabajo muy nostálgica de los esquemas del neo original (MARILLION, IQ), para remodelar y reorientar esta nostalgia hacia una sonido retro-progresivo de raigambre sinfónica con mayor énfasis en sonoridades clásicas de los 70s: “Head” y “Argot” fueron testimonios definitivos de esta reorientación de la visión musical del guitarrista Phil Mercy y el teclista original Wolfgang Kindl. El tercer disco “Shibboleth” (2003) fue el primero con Amy Darby en el rol de vocalista y también el primero en iniciar un proceso de eclecticismo dentro de la maduración musical de la banda por vía de la inserción de elementos y factores propios del jazz-rock, el folk y el Canterbury. Este proceso se fortaleció a niveles importantes con el cuarto ítem “The Water Road” (2008), y para entonces Johnson ya había reemplazado a Kindl. A continuación, la banda pasó por un largo periodo de hiato debido a problemas de tendón sufridos por Mercy, pero como no hay mal progresivo que dure cien años ni oídos progresivos que puedan resistir tanta impaciencia, el grupo ha resurgido con “One For Sorrow, Two For Joy” con el formato de trío mencionado en el párrafo anterior… ¡y vaya si no les ha salido bien! Este disco nuevo es muy homogéneo en cuanto a las estructuras sónicas y atmósferas que maneja de forma predominante: ojo, no estamos diciendo que se trata de un trabajo monótono o falto de interés melódico, sino enfatizando el hecho de que Darby, Mercy y Johnson se han concentrado en armar un repertorio consistentemente orgánico en su estructura interna en un regreso al énfasis en el factor sinfónico. La maquinaria sónica elaborada en los desarrollos y arreglos de las composiciones se siente más prolija en cuanto a la interacción entre los instrumentos y menos focalizada en expandir colores y matices a través de multiformes recursos: el estilo es más condensado, en líneas generales.
El título del álbum y de la pieza homónima que lo abre es el de la vieja nana popular sajona “One for sorrow, two for joy”, basada en la
simbolización de la cantidad de urracas que uno ve volando en algún momento de
la mañana. Darby recita la letra de la susodicha nana extendiéndola hasta “three for a girl, four for a boy,
five for silver, six for gold, seven for a secret never to be told”. A partir de ahí emerge ‘Deor’, canción
basada en “El Lamento de Deor” (poema anglosajón del siglo X cuya temática se
centra en los dramas de la vida y la esperanza de sobrellevarlas y superarlas),
cuya ambientación refleja un entusiasmo moderado, una especie de instinto épico
que se concretiza de forma bien controlada para instaurar sin “estorbos
innecesarios” la estructura melódica creada para la ocasión. ‘Hypatya’, basada
en la intensa y trágica vida de la revolucionaria filósofa y matemática
neoplatónica que vivió entre fines del siglo IV e inicios del siglo V d.C., es
una canción que asume un aura más nostálgica, tal vez hasta triste pero sin
recurrir a una densidad emocional especialmente arrolladora, sino más bien una
añoranza evocativa propia de un tributo. Los solos de guitarra que entran a
tallar son los elementos que más enfáticamente expresan esa aureola de añoranza;
por su parte, el interludio centrado en la dupla de mellotrón de flauta y
flauta real (esta última a cargo de Holmgren) da pie para que la pieza ahonde
en sus recursos de serenidad expresiva. ‘A Fool’s Journey’ adopta un actitud
más rockera en el rol de los guitarreos pero sin recurrir a una esquema rítmico:
imaginemos una idea de un riff que brotó de unas sesiones de ensayo de DEEP
PURPLE, domesticada por unos CAMEL metidos a explorar su espectro estilístico
en la época de “Moonmadness” y finalmente reconstruida por los SPOCK’S BEARD de
la etapa “Snow”, así nos haremos una idea de la onda que se desarrolla en esta
canción. La organización de síncopas y quiebres en la estructura rítmica de la
canción y la instalación de un expectante interludio (otra vez con la ocasional
presencia de la flauta de Holmgren) generan una efectiva vivacidad al asunto.
Mención especial al solo de Moog con que se enrolla Johnson a partir de la
barrera del quinto minuto: no es mu yextenso… ¡pero sin duda es genial!
La penúltima canción, ‘The
Weaver’, es el momento de puro relax pastoral: se trata de una balada centrada
en la guitarra acústica, algo así como una cruza entre el estándar de
RENAISSANCE y el disco debut de los suecos RAGNAROK. Esta canción se sitúa
entre las dos piezas monumentales del álbum: ‘Germander Speedwell’, de 14 ½
minutos de duración, y ‘Of Sparks And Spires’, de 12 ¾ minutos. El caso de
‘Germander Speedwell’ (nombre de una flor azul que simboliza el deseo de buen
viaje para los viajeros) en cuanto a ambientes predominantes y triste sobriedad
del ensamblaje instrumental nos puede hacer recordar a ‘Hypatia’ en muchos
sentidos, pero también vale recalcar como mérito individual de esta pieza es su
imponente lirismo poético, plasmado especialmente en las bases y capas de los
múltiples teclados de Johnson, los cuales se erigen en protagonistas sutiles de
la armazón que envuelve el canto de Darby. ‘Of Sparks And Spires’ se acerca más
al vigor rockero exhibido anteriormente en ‘A Fool’s Journey’, así como remonta
vuelo a partir del acento épico mostrado en ‘Deor’ y lo capitaliza de una
manera impactante. La banda goza de su propia excelencia con total naturalidad
mientras navega a través de los diversos desarrollos temáticos y los hila en
fabuloso efluvios melódicos. Posiblemente tengamos aquí los mejores solos de
guitarra de todo el álbum, añadamos esto de paso. “One For Sorrow, Two For Joy” no merecía un final
que no fuera éste, y definitivamente, THIEVES’ KITCHEN merece nuestra atención.
¡Recomendado!
Muestras de “One For Sorrow, Two For Joy”.-
Hypatia: http://thieveskitchen.bandcamp.com/track/hypatia Of Sparks And Spires: http://thieveskitchen.bandcamp.com/track/of-sparks-and-spires
No comments:
Post a Comment