Thursday, December 15, 2022

HELDON y su última apoteosis

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Hoy tenemos el enorme placer de presentar el hasta ahora último disco del ensamble francés HELDON, el cual se titula “Antelast” y fue publicado el 25 de agosto de 2022 por vía del sello Bam Balam. Este proyecto fundado en la década de los 70s por el maestro Richard Pinhas fue resucitado por el susodicho para proyectar una nueva serie de viajes musicales cibernéticos con ácidas vibraciones y punzante futurismo, el enfoque particular de HELDON para la vanguardia rockera de ayer y hoy. De hecho, no es ésta la primera resurrección del proyecto de HELDON desde su cancelación ocurrida en 1979, pues Pinhas lo retomó en 1997 y hasta gestó un disco de estudio en el año 2001 titulado “Only Chaos Is Real”, pero, mayormente, el buen Richard ha estado concentrado en hacer discos solistas y en asociación con otros músicos de diversas partes del mundo (Francia, Australia, Alemania, Japón...) Bueno, en esta segunda resurrección de HELDON, Pinhas, como siempre, está a cargo de la guitarra, el sintetizador y los efectos mientras está acompañado por Arthur Nancy [batería y sintetizador] y Florian Tatard [bajo, acordeón eléctrico y sintetizador]. Lo que suena aquí fue registrado en vivo en el local Lieu Unique (LU), ubicado en la bella ciudad de Nantes, en diciembre de 2019; las ulteriores labores de mezcla y masterización estuvieron en manos de Florian Tatard en su estudio, que se llama justamente Florian Studio, en el mes de octubre del pasado año 2021. En cuanto a la composición y la producción de los cinco temas que conforman el repertorio de “Antelast”, el mismo trío de Pinhas, Nancy y Tatard asume el crédito colectivo. Vayamos ahora a los detalles de este disco, ¿vale? 
 

Durando poco más de 14 minutos, ‘Antelast One’ da inicio a las cosas con un vigor filudo que ya reconocemos como algo apropiado por el espíritu histórico de HELDON, especialmente en su trilogía final de la etapa 1976-79. El ensamble se toma un espacio de seis minutos para forjar y caminar la senda hacia el engranaje de fuego futurista donde yacen los cimientos del cuerpo central. Una vez llegado allí, el colectivo despliega una vitalidad incendiaria signada por imponentes vibraciones industriales, las mismas que reflejan una misteriosa mezcla de musculatura y neurosis. La amalgama de futuristas neblinas gestada por la dupla de guitarra y sintetizador halla una eficaz contraparte en la fiera exuberancia creada desde la sección rítmica; de hecho, esta última opera como el motor principal para la elaboración y la persistencia de las llamas que mantiene vivo a este rotundo incendio sónico. Acto seguido, llega el turno de ‘Antelast Two’, ítem que se focaliza mayormente en una actitud más refinada merced al enfoque sincopado de las secuencias sintetizadas. A partir de allí, la guitarra elabora unos fraseos flotantes bastante mágicos mientras la batería centra su labor en la creación de grooves avant-jazzeros, siendo ellos mismos portadores de una garra auténticamente rockera. Si el primer tema ostentaba un dinamismo mecanicista propio del estrés urbano, aquí nos topamos con un paisaje mucho más señorial, y esto se refuerza especialmente con los ornamentos de sintetizador que surgen durante el último tercio. La segunda pieza más larga del álbum es ‘Antelast Three’ con su espacio de poco menos 11 ½ minutos. Esta tercera fase del exhaustivo viaje musical contenido en el álbum sigue, en parte, la lógica del nervio industrial y futurista que marcó la esencia de la primera, pero aquí hay un trabajo más sesudo con el potencial machacón aportado por el esquema rítmico. En efecto, la labor de la batería tiene muchos ribetes tribales a través de su inteligente armazón polirrítmica se adecúa cabalmente al swing de las secuencias sintetizadas. Mientras tanto, la guitarra se enseñorea de la posición de mando para abrir los caminos por donde se explaya el gran bloque sonoro: a veces, su furia parece elevarse por encima de todas las cosas al modo de un fuego cósmico, otras veces, llena espacios transversalmente como si quisiera convertirse en su propio eco. Probablemente tenemos aquí el cénit decisivo del disco. 

Pero aún hay más. ‘Antelast Four’, en cierto modo, sintetiza lo más enérgico de los temas #1 y #3. Más concretamente, remodela el vitalismo registrado en la culminante segunda mitad de ‘Antelast One’ para capitalizarlo con un punche aún más aguerrido, elevando la majestuosidad desarrollada en ‘Antelast Three’ hasta niveles tiránicos, casi llegando al punto de lo directamente belicoso. La máquina deja de contemplarse a sí misma para convertirse en una fuerza antagónica que desafía a todas las esferas del ser de una sola vez. La pletórica articulación de secuencias sintetizadas y arcanos fraseos de la guitarra ostenta una actitud marcial que la batería enerva inmisericordemente con su fiereza habitual. En fin, los últimos 2 ½ minutos del repertorio están ocupados por ‘Antelast Five’. Este epílogo establece el momento más abstracto del disco, una culminación espacial de las agitaciones aplastantes que han determinado las propuestas sónicas de buena parte del repertorio precedente. En conclusión, ésta fue la entera apoteosis que ha brotado desde los renacidos cuarteles de HELDON: “Antelast” es un diamante pulido soberbiamente al estilo clásico del espíritu visionario que ha hecho siempre de HELDON un paradigma muy particular dentro de la vanguardia francesa. Más de 42 minutos de gloria vanguardista en estado químicamente puro bajo la siempre visionaria guía del maestro Richard Pinhas, quien goza de la complicidad de dos músicos más jóvenes que son tremendamente talentosos. Este disco es totalmente recomendable para cualquier melómano que tiene un lado radicalmente aventurero en su mente y en su corazón.

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