Thursday, March 21, 2024

Con OVRFWRD, siempre hay algo extraordinario en la escena progresiva estadounidense


 
HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Hoy es el turno de presentar el nuevo disco del grupo estadounidense OVRFWRD, el cual está conformado por Mark Ilaug [guitarras eléctricas y acústicas], Chris Malmgren [teclados], Kyle Lund [bajo] y Richard Davenport [batería y percusión]. El disco en cuestión se titula “There Are No Ordinary Moments” y fue publicado oficialmente el 12 de enero del presente año 2024, aunque ya había un lote disponible a la distribución desde fines del año 2023. La producción se financió con una campaña de colaboración dirigida a fans y melómanos interesados con diversas opciones de apoyo; una de las variantes de este apoyo previo incluía la adquisición de un CD extra llamado “Live In Baltimore”, el cual registra una grabación en vivo en los Orion Studios de la susodicha ciudad de Baltimore, Maryland, en octubre de 2022. Nuestras palabras de felicitación para los que se hicieron con esta oferta, porque la verdad que se trata de un disco excelente que, además, incluye tres temas del nuevo disco de estudio. Pero bueno, volviendo específicamente al material de “There Are No Ordinary Moments”, éste fue grabado en los Flowers Studios de Mineápolis, Minnesota, entre el 10 y el 15 de agosto de 2023. Se trata del disco más largo de este grupo al durar más de 68 minutos. Dave Foley colabora a la trompeta en el tema que abre este magno álbum. El disco fue grabado en el Flowers Studio con Kris Johnson fungiendo como ingeniero de sonido en las sesiones; la ulterior mezcla fue realizada por el propio grupo en el susodicho estudio. El arte gráfica fue realizada por Johnny Jones. Veamos ahora los detalles del repertorio de “There Are No Ordinary Moments”. 

 
La dupla inicial de ‘Red Blanket’ y ‘Eagle Plains’ ocupa un espacio conjunto de poco menos de 16 ¼ minutos. El primero de estos temas mencionados desarrolla un groove que da prioridad al medio tiempo, lo cual permite a la garra del bloque global asentarse con solventes recursos de estilización progresiva; también es verdad que la preeminencia de un compás inusual permite la expansión de una mayor movilidad dentro de los bien trazados confines de la pieza. El rol protagónico de la guitarra es el mayor acicate para impulsar y alimentar continuamente el vigor exigido por el esquema sonoro. La adición de la trompeta en la segunda mitad ayuda a la pieza a enriquecer su tremendamente dinámico cromatismo. Para el último tercio, el viraje hacia un ejercicio de funk-rock a lo JEFF BECK incrementa el colorido del tema. En cuanto a ‘Eagle Plains’, se trata de una pieza que hereda buena parte de la musculatura curtida en el tema inicial para llevarla a unos escalones más altos de fastuosidad progresiva. El entramado de los guitarreos y los diversos aportes de los sintetizadores halla un confiable apoyo en el armazón rítmico que sabe moverse a lo largo de las variaciones de swing con una soltura realmente impecable. Las secciones más ceremoniosas se pertrechan con vibraciones contundentes de tenor psicodélico. Tenemos aquí el primer cénit del álbum. ‘The Virtue Of...’ se enfila a través de un delicadamente gestionado híbrido de prog sinfónico y jazz-prog que mantiene un garbo razonablemente aguerrido. El piano comienza marcando la senda melódica, pero pronto asume el protagonismo la guitarra, quien encarna en su propia individualidad el ostentoso vigor expresivo de la pieza como un tado. De hecho, mientras la pieza va avanzando a lo largo de su senda trazada, va asumiendo un nervio que, al poco rato, abandona lo denso para arrojarse hacia lo ágil. ‘Flatlander’ capitaliza el vigor heredado de la pieza precedente hasta el punto de llevar al grupo a coquetear abiertamente con el prog-metal melódico; la sólida prestancia de la batería y el nervio incandescente de la guitarra son los pilares de este enfoque. Cuando llega el turno de ‘Tramp Hollow’, la banda recurre a su faceta introspectiva. El motif estructuralmente sencillo sobre el que se centra el desarrollo temático es manejado con sobriedad a la hora de elaborar las orquestaciones y los ornamentos, las cuales priorizan una atmósfera mágica. De todas maneras, no faltan algunos pasajes enérgicos estratégicamente introducidos.  


‘Notes Of The Concubine’ comienza con unas escalas de guitarra y sigue con un segundo prólogo de talante solemne donde la aureola de expectativa parece estar a la mira del ingreso de una pronta fuerza motivadora. Es así que el piano, a poco de llegar a la frontera del segundo minuto, inicia el groove contenido con el que el grupo deberá trabajar a partir de ese momento, logrando darle un giro muy particular al estándar del jazz-prog. La sección final refleja unas de las mejores labores de la batería y del bajo en todo el disco. ‘Eyota’ es la pieza más extensa del álbum con un espacio que supera los 12 ½ minutos de duración. Contiene las seis secciones ‘Hacekjira – A Good Start’, ‘Nuup – Beauty & Brimstone’, ‘Taanj – Change Of Heart’, ‘Joop – The Long Climb’, ‘Saaca - Sirife’ y ‘Hakewe – Golden Dawn’. Todo empieza con unos señoriales fraseos de piano de tendencia romántica que pronto movilizan una serie de tanteos grupales al estilo free form. Éstas no duran mucho, pero preparan el terreno para que los minutos siguientes estén rebosantes de palaciega magnificencia al modo de una cruza entre YES, HAPPY THE MAN y los PINK FLOYD de 1975. Las orquestaciones de los teclados, los solos de guitarra y sintetizador, y los diversos diagramas trazados por la dupla rítmica se unifican en una luminiscencia consistente. Poco antes de llegar a la frontera del noveno minuto, el ensamble asume una renovada vitalidad a la hora de articular sus interacciones y generar una expresividad común: es en este momento que notamos que la estrategia de OVRFWRD asume una exuberancia, entre galante y traviesa, que les emparenta con sus ilustras compatriotas de LIQUID TENSION EXPERIMENT. La guía del piano resulta crucial para la gestación del magnífico clímax final. Otro gran cénit del álbum. ‘Chateau La Barre’ es un breve experimento de electrónica al modo space-rockero donde las agitaciones sintetizadas exhiben gallardas estilizaciones progresivas. De este modo, se prepara el camino para el arribo de ‘Serpentine’, una pieza entusiasta y fogosa que permite al colectivo de OVRFWRD, una vez más, dar rienda suelta a su talento para la creación de rutas elegantes para sus llamaticos croquis melódicos. El punto intermedio entre los paradigmas de YES y LIQUID TENSION EXPERIMENT está muy bien definido a la hora de organizar el bloque sonoro y las ilaciones entre los diversos motivos. Otro culmen del repertorio; de paso, qué buenos son los solos de órgano y de sintetizador.


‘The Way’ trae consigo el cierre del repertorio, y lo hace retomando, al menos parcialmente, las atmósferas y estructuras melódicas que fueron predominantes en los temas #2 y #3, tal vez con un peso más flitrado del factor jazz-rockero a fin de resaltar más el elementos rockero. El desarrollo melódico se siente bastante agradable y la combinación de arreglos elegantes y grooves impolutamente definidos funciona muy bien a la hora de concretar dicho esquema melódico. El despliegue de exquisita garra qie tiene lugar a lo largo de la primera mitad del tema se contrasta eficazmente con el magnetismo lírico que marca a la segunda mitad; de esta manera, hay una cadencia contemplativa en esta instancia final. En conclusión, “There Are No Ordinary Moments” nos parece el mejor trabajo de OVRFWRD hasta la fecha, el testimonio más fehaciente de que siempre hay algo extraordinario que se gesta en los cuarteles de este cuarteto para benepláctio de la escena progresiva estadounidense de nuestros días. ¡Un disco totalmente recomendable!
 
 
Muestras de “There Are No Ordinary Moments”.-
Eagle Plains: https://www.youtube.com/watch?v=SUwSN5g9YkU
Notes Of The Cooncubine: https://ovrfwrd.bandcamp.com/track/notes-of-the-concubine

1 comment:

Aviator said...

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