Los primeros 6 ½ minutos del disco están
ocupados por ‘Salamander In Two Worlds’, una canción evocadora envuelta en un clima etéreo cuyo lirismo inherente se siente un tanto perturbador. El canto es suave y amenazante a la vez, mientras los arreglos de vientos y percusión delinean y desarrollan una atmósfera sutilmente inquietante, la cual pasa a ser crepuscularmente fastuosa poco antes de que la canción llegue a su ecuador. Es aquí que el grupo ya pone sobre la mesa sus habituales cartas de tensión rockera, siendo así que en el último tercio ya se expande íntegramente la parafernalia apocalíptica con un ímpetu oscurantista. ‘Fanfare For The Last
Human Being’ es una miniatura de corte circense que oscila entre lo surrealista y lo naïf, sin dejar de hacer sentir al oyente que hay algo perturbador tras las bambalinas del ensamble actuante. ‘El Evil’ se enfila directamente hacia la garra rockera con un señorío denso que se mueve muy fluidamente a través de las complejas cadencias armadas por la dupla rítmica. Hay algo de agilidad celebratoria en medio del sistemático desasosiego que inunda a los diversos ornamentos musicales en curso. Puede parecer un maremágnum para el despistado, pero no, lo que opera aquí es una arquitectura retorcida y sinuosa que se apoya en sus propias tinieblas para buscar su impulso expresivo. Su finl se engarza con otra miniatura titulada ‘’Bells For Kith And Kin’, la cual muestra una serie de campaneos que oscila entre lo mortuorio y lo mágico. Éste es el puente que nos lleva a ‘Silverfish’, una pieza firmemente asentada sobre un enclave ceremonioso que, de a pocos, va soltando algunos recursos de corte acid-folk para apuntalar la tensión emocional que el canto de Carla refleja muy bien a lo largo de la canción. Tras la furia explícita y volcánica de ‘El Evil’, el sórdido embrujo de ‘Silverfish’ (acentuado por algunos cánticos rituales) funciona muy bien como un contraste de extraño e inescrutable ensueño. ‘S.P.Q.R.’ exhibe un regreso pleno al frenesí rockero y lo hace jugando con un swing impetuoso y unos cánticos implacablemente asertivos. Neurosis y trepidaciones airadas fusionadas en una única fuerza expresiva. Sus 4 minutos y pico pasan como volando. ‘We
Must Know More’ exuda aires de sátira Felliniana con elementos extra del estándar teatral Zappiano; la gente de SGM se mete en la fuente de autocomplacencia de la música de cabaret y ejerce su deconstrucción desde su seno.
‘The Gift’ exhibe otra sofisticada andanada de efluvios rockeros progresivamente electrizantes, esta vez con una dosis de neurosis más intensa que en ‘S.P.Q.R.’, creando así un vínculo directo con esa distinción tanática y afilada que el grupo dominó en sus discos segundo y tercero. Los arreglos multivalentes de la secuencia multitemática es un excelente recurso de excelso señorío, siendo así que el ensamble va cimentando a paso firme los marcados recovecos con los que se topa el oyente. ‘Hush, Hush’ es el novena pieza del album y la más extensa del mismo con su espacio de 7 ¾ minutos. Hay una dominante densidad parsimoniosa que se impulsa sobre una cruza de nu-jazz y ambient con ribetes étnicos, se desdobla en el etéreo bloque instrumental y el trágico tenor del canto femenino. Unos breves interludios inquietantes añaden un cariz de fatalidad al asunto. En general, estos suena como una cruza entre la BJÖRK de 1997-2001, la KATE BUSH de 1985-89 y BENT KNEE. ‘Save It!’ es como una resurrección simultánea de SLAPP HAPPY y FAUST dentro de un enclave industrial, así de vivaracho: una manifestación de travieso fulgor en oposición al ominoso crepúsculo que se expandió a lo largo de las dos canciones precedentes. ‘Burn Into Light’ recupera parte de la filuda y aguerrida suntuosidad de las canciones #3 y #8, haciendo gala de riffs urgentes, complejos juegos de síncopas y lujosas líneas de violín, pero esta vez hay un nervio un poco más contenido, como si la furia cediera un poco de espacio a las sugerencias del pensamiento crítico y la reflexión desilusionada. Hay algo de fúnebre en los incendiarios sonidos instrumentales y vocales del epílogo, los cuales se van hundiendo mientras unos hermosos acordes minimalistas de guitarra acústica salen al frente. ‘Old Grey Heron’ es otro tema de generosa duración, esta vez, de casi 7 ½ minutos. Su estructura compositiva se centra en unos repetitivos arpegios que, en la mayor parte del tiempo, marcan el groove; la batería se ocupa de gestar ornamentos percusivos hasta poco antes de llegar a la frontera del quinto minuto, que es cuando ya arma un swing bien perfilado. El tenor general de la canción es burlón, pero ya no como una sátira abierta, sino como un chiste elaborado de un bufón que nos quiere anunciar algo realmente serio en medio de su extravagante parafernalia. ‘Rose-Colored Song’ trae consigo el cierre del álbum y lo hace estableciendo una gama de múltiples grises dentro de una atmósfera sórdidamente refinada, como un híbrido de UNIVERS ZÉRO, SHUB-NIGGURATH y ART BEARS. Sin recurrir a ningún registro chocante, el clima de terror está muy bien armado, incluyendo la extensa monotonía baja con que termina la pieza.
Salamander In Two Worlds: https://sleepytimegorillamuseum1.bandcamp.com/track/salamander-in-two-worlds
Hush, Hush: https://www.youtube.com/watch?v=Dpmf2DNVhy4
Burn Into Light: https://www.youtube.com/watch?v=D-Un4vSMUfE
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